“Era la única mujer e iba en el número 10 en las listas. Decían que no iba a salir, pero lo hice”. Es la mirada 44 años hacia atrás de María Urdangarin, Maritxu, para poner el foco en las elecciones municipales que estrenaba la democracia, en abril de 1979. Salió, sí; salió concejala por el PNV y ella, junto a las socialistas María Pilar Cisneros y Carmen Sequeros, se convirtieron en las primeras mujeres de la corporación de Leioa tras el franquismo. “Claro que tuve que aguantar comentarios machistas. Pero nunca me intimidaron. Al contrario, cuanto más me marginaban o menospreciaban, más alzaba la voz”, asegura. Estas palabras demuestran la valía de una mujer fuerte y admirable; pionera desde luego, pero de qué manera: con valentía, de cara, con implicación, en primera línea, y con mucha dedicación y perseverancia. Hay tanto que agradecerle…

No sólo estuvo tres legislaturas en el Ayuntamiento leioaztarra, sino que Maritxu formó parte de Emakunde durante ocho años. Y estuvo cuatro en Juntas Generales. “En todo ese tiempo me volqué en la mejora de mi pueblo, sobre todo en lo concerniente a la sanidad y a los servicios sociales”, rememora a sus 92 años. Desde el Consistorio, en efecto, tuvo “grandes caballos de batalla”, como ella misma reconoce: el ambulatorio, el hogar de jubilados y jubiladas, la asistencia social, el incipiente empoderamiento de la mujer… “La tercera planta del centro de salud, por ejemplo, fue fruto de mi empeño. Era y soy una mujer de carácter y de principios, y removí Roma con Santiago hasta conseguirlo”, desvela. Ese esfuerzo, ese tesón, son historia real para el municipio y sus vecinos. El Ayuntamiento, de hecho, homenajeó a Maritxu y a sus dos compañeras en aquella corporación, María Pilar y Carmen, (esta última ya fallecida), el pasado viernes en el acto de celebración del 497º aniversario de Leioa. “Se trata de mujeres referentes, a quienes tenemos que estar agradecidos por su valentía y compromiso. Ellas rompieron muchos estereotipos y techos de cristal, convirtiéndose en ejemplo para tantas otras mujeres políticas”, valoró el alcalde, Iban Rodríguez.

La hija de Carmen Sequeros, Iban Rodríguez y María Urdangarin.

Maritxu sintió muy pronto sus palpitaciones políticas y sus ganas de intentar cambiar el mundo desde esta esfera. Sentar, callar y esperar no iba con ella. “El compromiso social con mi tierra, con mi entorno, siempre ha sido parte de mi vocación. En mi primera juventud, ese interés se canalizó a través de Acción Católica, donde nos juntábamos muchos jóvenes con inquietudes políticas, con hambre de cambio y de mejora social. Más tarde, ese compromiso social tomó forma a través de la política y del PNV, al que me afilié junto a mi marido en cuanto tuve ocasión. Con las primeras elecciones me llegó la oportunidad de presentarme en una lista y no lo dudé”, comenta. El cariño de los suyos para dar estos precursores pasos lo notó desde el principio. “Siempre he sentido el apoyo incondicional de los más cercanos. Sobre todo, de mi marido, Jose Mari Isasi, que también era militante del PNV y con quien, a su regreso de su trabajo como ingeniero, compartía mi día a día en la concejalía. Yo trabajaba en el Ayuntamiento, él en su empresa, y luego los dos seguíamos metiendo horas extras en el batzoki. La verdad es que sentíamos verdadera vocación política y de servicio”, admite Maritxu.

Sus ideas, sus pretensiones, sus anhelos, todos fieles a ese carácter suyo, los tenía muy claros. “Dar oportunidades a las mujeres en todos los ámbitos, sin excepción, y luchar por la igualdad de género fue parte de mi lucha diaria. Hemos mejorado mucho, no hay duda, pero queda camino por recorrer”, traslada. Maritxu fue un espíritu ejemplar. Sigue siéndolo a sus envidiables 92 años cargados de simpatía, emoción y amabilidad. “Siento mucho orgullo al recordar aquella etapa. Eran tiempos muy difíciles, recién salidos de una dictadura de 40 años, con todo por construir. Había entonces una energía, un compromiso social, un ansia de libertad, de cambio, que es muy difícil de transmitir”, rebobina esta mujer que tuvo y crió a cinco hijos y una hija. “Si me preguntas a qué me he dedicado, te diría que me he dedicado a ser Maritxu, a ser yo misma, con mi personalidad, mis principios y mis creencias, como joven, como amatxu, como concejala y ahora como amama”, defiende.