El escaparate del sex-shop de la Calle Villarías, gestionado por la sexóloga Lola Dacosta, exhibe un amplio abanico de dildos, estimuladores de clítoris y juguetes anales. En los cristales también pueden leerse mensajes como el que reza ni flores ni bombones, cunilingus. La propia Dacosta reconoce que su tienda suscita reacciones de lo más variopintas entre los paseantes de esta céntrica vía de Bilbao. “A algunos les encanta. Me dicen que nunca habían visto un local así y me lo agradecen”, dice, orgullosa. A otros, por el contrario, el local les produce un visceral rechazo, y así se lo hacen saber: “Me han llamado zorra, puta, guarra… de todo”, añade, apenada. Dacosta, desde su tienda –que es, a su vez, un espacio de formación en el que se ofrecen talleres y actividades– puede conocer cuál es la realidad del sexo en Bizkaia, aunque ésta sea una palabra que no le gusta. “El sexo es una realidad anatómica, el sexo son nuestros genitales. Por eso, cuando nos referimos a un momento de conexión entre dos personas deberíamos hablar de encuentro erótico”, expone. En cualquier caso, parece que para los vizcainos más jóvenes el sexo es un aspecto importante en sus vidas.

Así lo corroboran los datos obtenidos en el 10º Barómetro de control Los Jóvenes y el Sexo, realizado en 2022 a través de una serie de encuestas en las que han participado personas de entre 18 y 35 años de todo el Estado. El informe concreta que el 80,4% de los participantes en la muestra admiten estar muy satisfechos con su vida sexual, y que la media de encuentros que mantienen al año es de 74,8. Estos datos ponen de relieve que se ha producido un cambio en lo relativo a las relaciones sexuales en los últimos años. Hasta la década de los setenta, el marco legal franquista estipulaba que la relación sexual sólo era lícita, normal y natural cuando se practicaba en el seno del matrimonio y con la intención de procrear. “Todas las otras formas de sexualidad –extraconyugal, homosexualidad, masturbación, prematrimonial– se consideraban aberraciones sexuales y perversiones del comportamiento”, explica el artículo Norma sexual y comportamiento cotidiano en los 10 primeros años de franquismo: Noviazgo y sexualidad, firmado por la historiadora gala Anne-Gaelle Reugeillet. Hoy día, en cambio, las empresas de juguetería sexual cotizan en bolsa. Platanomelón, una de las más grandes en el Estado español, facturó cerca de 25 millones de euros en 2022.

Lola Dacosta cree que el auge de la juguetería sexual puede haber incidido en cómo los vizcainos se acercan al sexo. Sin embargo, también considera que esta percepción carece de un aspecto, a su juicio, fundamental, la educación sexual: “No hay un cambio correcto porque hay determinadas empresas de juguetería sexual que no están trabajando el concepto de hacer algo personal. Vender o usar juguetes eróticos no es educación sexual. Y por eso se ha creado esta tienda”, asevera. Por otro lado, sostiene que en Bizkaia se habla más de sexo, aunque no en mejores términos que antaño. Y es que Dacosta subraya de manera especial que la visión de las relaciones sexuales, sobre todo entre los más jóvenes, está alterada por la pornografía. “Antiguamente había ciertos temas sobre los que no se podía hablar. La Iglesia ejercía un control sobre cómo tenía que ser el comportamiento de la mujer a nivel sexual. Ahora, en cambio, ese control lo ejerce la pornografía, así que las cosas no han cambiado tanto, no se ha producido un cambio de paradigma real”, denuncia. En ese sentido, señala que algunas adolescentes han llegado a confesarle “auténticas historias de terror” en su local de la Calle Villarías, al que han acudido en más de una ocasión en busca de luz. Me han llegado a decir que los chicos les obligan a hacerles felaciones, y que si no acceden, les llaman frígidas, sosas, blandas… Toda la información que reciben está trasgiversada por la pornografía. No está fundamentada en una educación sexual sólida, como debería ser. Están basándose en la ciencia ficción”, zanja.

FUENTE DE INFORMACIÓN

El agente de salud Marco Imbert, que ejerce su labor en T4, asociación que trabaja en favor de las personas afectadas por el VIH/SIDA u otras enfermedades de transmisión sexual, coincide con la sexóloga. Al igual que Dacosta, lamenta que la pornografía sea la principal fuente de información a la que acuden los jóvenes vizcainos cuando quieren saber algo acerca de los encuentros sexuales. Asimismo, considera que, por factores que tienen que ver con lo social y lo cultural, hoy en día “existen mensajes y estímulos en relación a la posibilidad de vivir la libertad del sexo” como pueden ser las apps de ligue. Sin embargo, lamenta que no se haya ahondado “en el conocimiento que los individuos tienen de su propia sexualidad”. “Y no me refiero a la orientación sexual, sino a los condicionantes y las características de tener una vida sexual, especialmente frente a factores tan reales como la fertilidad y las enfermedades de transmisión sexual”, expone.

Algunas infecciones, que no enfermedades, de transmisión sexual están al alza en Euskadi. Así lo advirtieron hace escasas semanas las principales responsables del Departamento de Salud del Gobierno vasco en la presentación de la campaña No hagas match con las ITS. Dirigida a la población joven, tiene por objetivo concienciar sobre el peligro que entrañan para la salud. Los datos son claros. Desde 2018 los diagnósticos de sífilis y gonorrea han crecido en un 117% y en un 53%, respectivamente.

PROBLEMA DE SALUD

En su mayoría, los nuevos casos se han registrado en pacientes que no rebasan la treintena. Gotzone Sagardui, Consejera de salud del ejecutivo de Gasteiz, valora este repunte como un problema de salud pública global que no es ajeno al País Vasco. Imbert coincide con ella. A su juicio, el incremento del número de casos está directamente relacionado con la falta de educación sexual. “Lamentablemente, en T4 vemos que los jóvenes saben mucho sobre cuáles son las características funcionales del sexo, pero desconocen cuáles son las posibles enfermedades que se pueden transmitir en las relaciones sexuales. Todo ese desconocimiento hace que jueguen al sexo poniéndose en riesgo”, lamenta.

Otro de los factores que menciona como posible detonante de esta problemática es la inmediatez. El mercado ofrece más de una treintena de aplicaciones a través de las cuales se puede cerrar una cita sexual en cuestión de minutos. “Ahora todo es más rápido, y no hay tiempo para pensar si se lleva un condón encima o qué prácticas sexuales se van a hacer y cómo”, expone. Añade que, en el momento, prima el deseo; que “lo importante es hacerlo, tenerlo, disfrutar”. Reconoce que estas herramientas no son positivas ni beneficiosas para la sexualidad: “Estos ritmos frenéticos incitan al individuo a entrar en un círculo donde la oferta es alta y la demanda también, pero lo importante es el poso que genera esa experiencia sexual en la persona”. Al entender el sexo en términos de mercado, se deshumanizan las personas. Y en ese proceso de despersonalización, es más fácil que afloren las ITS, según muchas personas cercanas al ámbito de la sexología. “Ese sexo rápido, compulsivo, no nos deja conectar con nuestro Yo Sexual, con el momento en el que estamos viviendo”, Zanja Imbert.