La autora y antropóloga bilbaina Auri Lizundia –o mejor dicho, Nerea Azkona, su verdadero nombre– vuelve a los estantes con su nuevo libro Madre en duelo de la mano de la editorial Gato Mojada y la ilustradora Mamen Moreu. En una entrevista pocos días después del lanzamiento, Lizundia habla a DEIA sobre el universo que rodea su más reciente obra literaria. Una denuncia social que habla sobre la violencia obstétrica, el duelo perinatal y su propia experiencia con el sistema sanitario.

¿Qué le inspiró a escribir ‘Madre en duelo’?

Soy antropóloga, pero además he tenido cuatro pérdidas en los últimos cuatro años. Las dos cosas han confluido y me propusieron escribir una novela. Comencé como escritora con mi novela anterior, pero empecé como militante por la causa de la violencia obstétrica y a realizar incidencia política y social. Me dije: “Si tengo las herramientas tanto de la antropología como de la literatura… me animo”.

¿Cuál es la tónica en este nuevo libro? ¿Se parece algo a su obra anterior ‘Becaria en llamas’?

La editorial me dijo que sí. No tiene nada que ver con lo que suelo escribir, que son cosas con mucha ironía y humor negro, aunque la protagonista es la misma porque yo escribo con un pseudónimo. El tono y el estilo es el mío. Obviamente no hay humor, pero es una historia circular que no acaba mal y que tiene final feliz. Aunque estoy de acuerdo con el humor hacia dentro y hacia arriba, este duelo está tan poco reconocido y desautorizado que, bajo mi punto de vista, aún estamos muy lejos de hacer humor con esto, porque lo tendrían que reconocer primero.

¿Por qué esa dicotomía entre Nerea Azkona y su pseudónimo literario, Auri Lizundia?

Cuando soy consultora, formadora o investigadora, lo hago como Nerea Azkona. Pero cuando escribo soy Auri Lizundia. En verdad, somos la misma persona. Es un poco como Hanna Montana. De hecho, la ilustradora del libro, Mamen Moreu, me ha dibujado a mí en la portada. No me importa. Si triunfara Auri escribiendo, prefiero que desaparezca Nerea Azkona. Al final, soy yo. No me estoy ocultando detrás de un nombre.

¿Qué realidades se reflejan en este nuevo libro?

He reflexionado mucho sobre esto y es una denuncia social, como todo lo que escribo, sobre lo que pasa cuando hay un embarazo deseado y se pierde. Como he tenido cuatro pérdidas, hay cuatro casos distintos. Tuve que interrumpir legalmente mi primer embarazo en la semana 23 por malformaciones incompatibles con la vida, lo cual fue una experiencia violenta en el País Vasco. Luego en la segunda fue un aborto espontáneo y tuve que ir a emergencias ginecológicas, tampoco se me trató bien. En el caso del tercero fue un “no hay latido en la semana 9”, que es supercomún. Las personas te dicen “no digas nada hasta la semana 12, por si pasa algo”. Y si pasa algo, ¿qué? ¿No dices nada? Significa que estás sola, sin importar cuántos duelos lleves. El trato es malísimo. No hay un protocolo unificado en Euskadi.

¿Cómo ha sobrellevado estas experiencias?

Me preguntan cómo lo he superado y siempre digo: literatura y llama. Militancia y arte, porque el arte cura. En el caso de las otras novelas también el humor, porque este salva. Pero también es una cuestión de mujeres. Si se habla de embarazos no deseados, se comienza a hablar de vida, latidos y bebés, días de reflexión... Y cuando los embarazos son deseados pero hay una pérdida, todo se convierte en un trámite. Ahí ya no hablamos de bebé sino de feto, no hay ayudas psicológicas, te dicen que eres joven, que tendrás otro y que la naturaleza es sabia.

¿Para quiénes es ‘Madre en duelo’?

Tiene dos tipos de público. El primero es la sociedad en general. Es algo que pasa muchísimo y el libro sirve para saber cómo comportarte con una familia y una mujer que ha perdido su embarazo. El acompañar, el silencio, aprender a que la muerte no es contagiosa, que se puede llorar juntos y que a veces solo necesitamos que estés al lado sin decir nada. Y luego para el personal sanitario, sin que se sientan atacados.

¿Qué lugar tienen las ilustraciones en el libro?

Invierto en arte y me gusta mucho que mis obras vayan de la mano de ilustradoras e ilustradores. En la portada hay ocho símbolos y ninguno es al azar. Ni el color, ni el diente de león, ni las estrellas, ni el círculo, sobre todo el hecho de que no tenga cara. Muestran las etapas en las que se divide el libro: la invisibilidad, la realidad, la locura, la muerte, la vida y la visibilidad.