Se han “acelerado” los casos de “burnout”. Es decir, “quemados en el trabajo; hay que tener en cuenta que acapara mucho tiempo de la vida, a veces incluso construye la identidad, de manera que cuesta diferenciar la parcela laboral de la personal”. “Numerosas ansiedades van de la mano” de este retrato que esboza la psicóloga Eneritz Sarria. Y, cuidado: “puede degenerar también en depresión”, advierte la psicóloga Urtzule Peña, porque se manifiesta a través de “una sintomatología con otros factores detrás: sientes que toda tu autoestima o tu valía la has depositado ahí, por lo que, si no cumples esas expectativas, el resto no funciona”.

Precariedad, jornadas interminables... Cuánta gente se sentirá identificada con esto que ambas profesionales escuchan a menudo en su horario de consulta los lunes entre las 15.00 y las 20.00 horas. Desde su puesta en julio de 2021, 109 mujeres y 35 hombres han recurrido a Zaintza Psikologikoa, el servicio que el Ayuntamiento de Zalla presta de forma gratuita. Además, el programa Osasun Gela, centrado en los colegios desde febrero de 2020, ha llegado a 47 chicas y quince chicos. A finales de 2019, dentro de la Red de Salud Local, de la que forman parte técnicos, trabajadores sociales, centros educativos, centro de salud y Salud Pública se planteó llevar psiólogos a las aulas. Asimismo, desde el ambulatorio “se nos trasladó que hay vecinos y vecinas que precisan ese tipo de apoyo, pero no medicación” y, por desgracia, a veces no pueden acceder a terapia por el desembolso económico que implica, según explica la concejala de Salud, Oihane González. Por eso, el Consistorio estableció como prioridad ofrecerla sin coste alguno.

Derivación de profesionales

Médicos, enfermeras, matronas, trabajadores sociales y otras entidades como Cruz Roja o Cáritas derivan a los pacientes, que pueden cubrir un amplio espectro: vecinos, alumnado de colegios, usuarios y familiares de usuarios de la residencia, cuidadores y cuidadoras, personas vulnerables, mujeres que sufren duelo perinatal... Disponen de cuatro sesiones de casi una hora al año, aunque si así lo requiere la situación, pueden prolongarse. “Está lleno siempre y, al mismo tiempo, no hay lista de espera, ya que queremos que se incorporen rápido”, el tiempo es oro, recalca la edil. Las consultas funcionan tan bien que han dado pie a cursos y talleres de temáticas más específicas.

Alivio al pedir ayuda

“La valoración por parte de quienes acuden es excepcional”, añade, y está contribuyendo a derribar el estigma en torno a la salud mental que, en municipios como Zalla, donde todo el mundo se conoce, puede frenar o dilatar la petición de ayuda. “Muchos se han atrevido a dar el paso por recomendación de otra persona a la que le ha venido bien, es un lujo escucharlo”, agradece Eneritz Sarria. “Han normalizado” lanzar ese grito y “ya cuando vienen sólo con dar el paso se nota el alivio, nos encontramos con personas con pérdidas de empleo u otras circunstancias que no podemos cambiar, pero simplemente contarlo sin sentirse juzgados” ya supone un salto estratosférico. Y es que “por el automatismo” de vivir permanentemente conectados a los teléfonos móviles se puede perder ese espacio que debemos dedicarnos a nosotros mismos, el decir: esta hora es para mí, para poner sobre la mesa lo que me preocupa”.

Llama la atención la elevada diferencia entre mujeres y hombres, algo que “hemos contrastado con los médicos de cabecera, ya que en atención primaria reciben más demanda femenina y ahí existe un condicionante de género”, expone Eneritz. “Creo que los hombres están a veces quizás más cohibidos, hay más incapacidad para ello o las habilidades de comunicación o sociales se explotan de diferente manera, profundiza. Y, “sobre todo en mujeres y adolescentes percibimos una elevadísima autoexigencia, te sientes culpable por ello o enjuicias tu situación, el estar así”. Numerosos pacientes se autoflagelan con el “látigo de culpabilidad las primeras veces que vienen” en el sentido de que luchan contra el deseo de “estar bien” y la incapacidad de lograrlo.

“Mayoritariamente” tratan a adultos con edades “en torno a los 30 años”, señala Urtzule Peña, aunque hay pacientes adolescentes en los que urge intervenir para evitar que los problemas se cronifiquen y agraven. En estas edades tempranas “estamos concienciados de lo vital de coordinarnos con otras entidades y, por eso, invitamos a saber que a veces debemos citar a tutores, equipo, directivo, médico de cabecera, etc.”, incide Eneritz siempre contando con los padres y madres en el proceso. Se trata de un trabajo “desde la psicología sistémica”, apostilla Urtzule, de integrar las interacciones para estudiar cómo influyen en la condición de los jóvenes.

Secuelas de la pandemia

Sin duda, la pandemia ha marcado un antes y un después. “En el discurso y esa primera demanda ya aparece el confinamiento y la huella que dejó en el área social, la desmotivación, hacerte preguntas de carácter vital, lidiar con la incertidumbre... hemos estado sujetos a momentos con los que todos podemos empatizar porque lo hemos vivido en mayor o menor medida, ha agravado problemáticas que ya existían y despertado otras”, valora Eneritz. Por ejemplo, “de repente te dicen que les supera viajar en el metro o asistir a eventos multitudinarios, que ya no pueden desplazarse a Bilbao porque les agobia estar en contacto con tanta gente”, concreta Urtzule.

Las sesiones persiguen proporcionar pautas y herramientas para vencer esos miedos a todos los niveles o, al menos que no paralicen en el día a día. “¿Por dónde comenzar? Nos llegan cantidad de personas al cuidado de otra y siempre preguntas: ¿y tú dónde estás? ¿Cómo está tu salud física, el tiempo que inviertes en ti, cómo comes, cómo duermes, cuánta agua bebes? Cosas básicas en las que no hace falta irnos al psicólogo, igual ni siquiera estoy cubriendo lo mínimo como individuo. Cuestiónate qué cosas te gustan, si dedicas a la semana un rato para estar solo, sola o con personas, qué te apasiona. Resulta crucial cultivar esa motivación. ¿Cómo vas a cuidar de otras personas o estar bien en el trabajo y con la familia si tú misma no te estás cuidando? Sencillo y difícil a la vez”, analiza Urtzule.

Los allegados: preguntar

Y, ¿qué papel juegan los allegados? Simplemente, “preguntar”. “¿Qué tal estás? ¿Nos tomamos un café? Romper esa dinámica de decirte qué hacer y básicamente preguntar”. Puede existir reparo a desnudar la vulnerabilidad “hasta de cara a los amigos, eso va ligado al juicio que realizamos de nosotros mismos”, indica Eneritz, de forma que si intuimos que algo marcha mal “debemos hacer evidentes cosas que damos por obvias”. “Nos lo preguntan padres y madres de adolescentes, esa varita mágica que en ocasiones nos piden consiste en demostrar con actos y palabras que estás disponible. A veces, cruzar los dedos y confiar en que esa persona va a venir, hacer evidente esa accesibilidad”. La puerta de Urtzule y Eneritz siempre estará abierta.