Las mercerías son uno de esos negocios en peligro de extinción que, o evolucionan y se adaptan o, desgraciadamente, desaparecerán. Anaïs Moreno lo sabía y, tras coger el relevo de La Costura, la mercería de su suegra, ubicada en Santutxu, ha seguido al pie de la letra el lema de ‘reinventarse o morir’. “Es un negocio tradicional y estamos evolucionando y adaptándonos constantemente, y es que de eso se trata, de sobrevivir”, asegura esta barcelonesa a la que la idea de regentar una mercería no se le había pasado jamás por la cabeza. 

“Yo venía de un mundo totalmente diferente, era auxiliar de vuelo y me vine de Barcelona con la idea de hacer un máster de protocolo y organización de eventos. Cuando mi suegra me propuso quedarme con el negocio no me lo esperaba, como tampoco me esperaba casi que yo aceptara la oferta; era un mundo completamente desconocido para mi”, relata Moreno. 

Sobre sus primeros días cuenta que estaba “muy perdida porque eran artículos de los que muchos de ellos no había oído ni hablar”. “Era un mundo muy desconocido para mí, pero tenía la tranquilidad de estar con mi suegra, y luego las clientas son muy fieles, muy de siempre, y siempre me han ayudado muchísimo”, asegura.

“Las mercerías son un negocio en peligro de extinción, son negocios que a día de hoy cuando cierran no hay continuidad, no hay una generación que quiera seguir con este tipo de negocios y al final creo que he puesto mi granito de arena y he conseguido hacer evolucionar el concepto de la mercería”, afirma. 

El producto estrella

Y es que esta joven le ha dado un vuelco a la idea tradicional de las mercerías, ofreciendo productos que hace años ni existían y acercándose a los más jóvenes a través de redes sociales. “El concepto de la mercería ha evolucionado, antes se cosía mucho y la gente mayor llevaba un determinado tipo de producto, ahora la gente que no cose tanto, la gente joven, quiere productos totalmente diferentes, básicamente todo lo que sea de pegar”, afirma entre risas. “Ahora se buscan cosas que sean fáciles y prácticas, por ejemplo, un parche que se pegue y no haya que dar una puntada. Los pegamentos textiles son uno de los productos estrellas y es algo hace años ni siquiera existía”, detalla. 

En lo que a las redes sociales respecta, relata que desde que La Costura está presente en las redes sociales, con vídeos y publicaciones, “tenemos una comunidad muy grande que nos trae venta desde la propia página web y también notamos mucho que nos vienen clientas habituales que dicen nos preguntan por productos que hemos sacado en redes sociales”. 

Nuevo perfil de cliente

Además, internet les ha hecho llegar a nuevos perfiles de clientes. “Tengo clientes de todo tipo, desde gente más mayor que sigue haciendo las labores de toda la vida y gente más joven que me está conociendo a través de redes sociales. Con la gente más joven he conectado mucho a través de las customización”. 

Aunque Anaïs a dado un paso más allá con la tradicional mercería que llegó a sus manos hace catorce años, La Costura no ha perdido su esencia de negocio de barrio. “El trato al cliente es fundamental. En esta tienda particularmente creo que es lo que más nos diferencia, además de que hay mucho producto, mucho artículo y que tratamos de estar a la última en cuanto a tendencias. Es importante explicar a los clientes y decirles ‘espera que te saco treinta cosas’ si eso fuera necesario hasta dar con la que le queda perfecta”, matiza.