Charamel Gozotegia abrió sus persianas en la calle Jardines hace siete años con la idea de ofrecer algo “que no hubiera en el Casco Viejo y no abundara en Bilbao, donde hay pastelerías clásicas de toda la vida”, relata su creadora, Nagore Ramos. Bregada en una familia hostelera –su madre fue jefa de cocina y siempre tuvieron restaurante–, esta emprendedora se decantó por la repostería con la idea de que tenía unos horarios más amables.

Así fue cómo hace siete años abrió el primer local de esta pastelería que ofrece una amplia variedad de repostería artesana. “Elegí el Casco Viejo porque me gusta para vivir, y me parecía que me podían dar las cifras a nivel de ventas”, relata la pastelera, quien al llevar a cabo el plan de negocios meditó sobre si merecía la pena hacer la pastelería con cafetería o no. “Al final llegué a la conclusión de que con los cafés, desayunos y meriendas in situ se podían pagar muchas facturas”, expone Ramos, antes de añadir que tomó la decisión correcta.

El segundo local llegó en diciembre de 2020. “Me enteré de que se había librado un nuevo local que conocía bien y me animé”, relata la pastelera sobre el Charamel de Alameda de Recalde, antes de reconocer que ahora les va muy bien si bien al principio costó, incluso teniendo un nombre en Bilbao.

Ambos locales cuentan con obrador propio, lo que les permite proponer una oferta diferente en cada uno. “En el Casco Viejo hay unas tartas que no hay en el centro, como el de zanahoria, el de brownie, queso gorgonzola... En Alameda de Recalde, además del rollo de canela clásico también hay de chocolate, de crema de queso y de arándanos, que se suman a tres tipos de milhojas diferentes”, puntualiza.