El roce no siempre hace el cariño, como se pudo comprobar durante la pandemia. De hecho, las agresiones de hijos a padres ha descendido un 13% en Euskadi desde el confinamiento, según el estudio ‘Violencia filio-parental en España’ realizado por la Fundación Amigó a partir de los datos publicados por la Memoria de la Fiscalía General del Estado. En concreto, durante el año 2022 se registraron 197 denuncias, frente a los 228 casos tramitados en 2020. Del total de las denuncias del pasado año, siete fueron registradas en Araba, 140 en Bizkaia y 50 en Gipuzkoa. 

Aunque no existe un perfil tipo de menor agresor, gran parte de estos episodios de violencia intrafamiliar están vinculados al consumo de drogas y al bajo rendimiento escolar de los menores, dos factores que hablan de un riesgo de exclusión social aunque no siempre. Además, tres de cada diez agresores han sido testigos, a su vez, de algún tipo de violencia, aunque el estudio no aclara si la han vivido dentro de sus propios hogares. Según la fundación, estas cifras señalan “el grave problema social” que se afronta. Y es que se estima que solo se denuncian los casos “más graves”, entre un 10% y un 15% del total.

“Estamos hablando de un problema que en la mayoría de las ocasiones es oculto”

Cristina Vaquero - Psicóloga Fundación Amigó

“Los padres y madres sienten mucha culpa y muchas dudas a la hora de dar este paso; continuamente escuchamos que si dan ese paso sus hijos no les van a perdonar nunca. Por ello, es necesario incidir en el acompañamiento a los padres y madres, y en las labores de prevención y sensibilización”, señala Cristina Vaquero, psicóloga en el Proyecto Conviviendo de la Fundación Amigó. “Estamos hablando de un problema que en la mayoría de las ocasiones es oculto y es necesario dar visibilidad y concienciar a la población del problema existente”, indica. En el conjunto del Estado se abrieron 4.332 expedientes en 2022. En concreto, las comunidades autónomas donde se iniciaron más denuncias son Andalucía (1.095), la Comunidad Valenciana (707) y Madrid (677).

“La violencia no se inicia cuando ya está presente la violencia física, siempre se inicia en niveles de violencia más bajos, ante conductas que normalizamos o restamos importancia. Por ello, prevenir y empezar a intervenir en cuanto se den las violencias más leves, potenciando la implicación de todos los miembros de la familia y agentes socioeducativos, es el camino en el que hay que trabajar para abordar esta problemática social”, apunta Vaquero.

PROBLEMAS DE DROGAS

Desde la Fundación Amigó han llevado a cabo un proyecto de investigación para conocer el perfil de las personas que viven situaciones de violencia filio-parental. A través ella se han analizado diferentes factores de riesgo que influyen en la incidencia de este tipo de violencia, así como la modificación de la conducta paternal para evitar el conflicto, la no aceptación de la autoridad, el maltrato psicológico y la violencia física. Entre otras conclusiones de esta investigación, en la que ha participado una muestra de más de 3.822 personas, cabe señalar que la media de edad de los hijos e hijas agresores es de 15 años y medio, es decir, adolescentes. La de los progenitores se sitúa en los 43 años.

“Los padres y madres sienten mucha culpa y muchas dudas a la hora de dar este paso por lo que hay que acompañar”

Cristina Vaquero - Psicóloga Fundación Amigó

En el 56% la violencia fue ejercida por los hijos y en el 44% por las hijas, además el 30% son hijos únicos. Desde la fundación subrayan que más de la mitad de los menores con comportamientos agresivos contra sus progenitores habían disminuido su rendimiento escolar. Además, dos de cada diez habían sufrido acoso escolar, mientras que prácticamente la mitad presenta algún tipo de adicción. Otra de las conclusiones apunta a que el 32% de estos menores han sido testigos de algún tipo de violencia.

La violencia filio-parental abarca el conjunto de conductas reiteradas de violencia física, psicológica o económica, dirigida de los hijos e hijas a sus progenitores o tutores. Se excluyen de esta categoría las agresiones puntuales, las que se producen en un estado de disminución de la conciencia que desaparecen cuando esta se recupera, el autismo o la deficiencia mental grave y los parricidios. Actualmente la Fundación Amigó desarrolla un proyecto en Euskadi dirigido a prevenir esta y mejorar la dinámica familiar.