Es un verdadero acólito del género. Cuando cita títulos y directores, se le ilumina la mirada. Se percibe fervor en sus palabras, en sus gestos. En todo. Pero Justo Ezenarro se jubila. Al menos, de sus labores como subdirector de cultura en el Ayuntamiento de Bilbao y de la dirección del FANT, porque seguirá peregrinando por los grandes certámenes del fantástico en el Estado. “Mi primer viaje después de la jubilación –que se hará efectiva al final del verano– va a ser a Sitges, a disfrutar del festival como espectador”, cuenta a DEIA en una conversación en la que valora el 30 cumpleaños de la cita de Bilbao con el cine fantástico.

Ayer se puso punto y final a una edición en la que el FANT ha soplado 30 velas. ¿Cómo la definiría? Y, en el mismo orden de cosas, ¿qué aspectos de la misma resaltaría de manera especial? ¿Por qué?

El 30 aniversario ha sido especial, porque nos ha permitido empezar a hacer diferentes actividades desde enero. Ha habido exposiciones, charlas y algunas proyecciones pre-FANT. Además, también hemos hecho una apuesta especial por acercar a los invitados este año. En las sesiones de cortometrajes han estado presentes prácticamente todos los directores vascos y del Estado presentando sus películas, también muchos de los que participan en la sección oficial. El esfuerzo ha sido mayúsculo, eso sí.

Uno de los últimos que hace usted como director, se jubila.

Sí, pero me encuentro bien y joven. (Sonríe). Quiero disfrutar de la jubilación anticipada, merece la pena tomarse un respiro. Siempre he pensado que los cambios vienen bien, tanto a las personas como a las organizaciones. Pero ahí seguiré, al filo de las novedades. De hecho, mi primer viaje después de la jubilación, que se hará efectiva al final del verano, va a ser a Sitges, a disfrutar del festival como espectador.

Lleva al frente del Festival de Cine Fantástico desde 2010. A su juicio, ¿cuáles son sus principales aportes al panorama cultural de Bilbao?

Cubrimos un hueco para dar respuesta a los aficionados al género de Bilbao, que los hay muy fieles. Esperan, edición tras edición, expectantes a la programación. Y creo que hemos contribuido a que el cine fantástico se conozca más en la ciudad. Detectamos que van surgiendo nuevos públicos, que se acercan a los Cines Golem de Alhóndiga porque les gustó la propuesta del año anterior y repiten.

La otra gran cita de Bilbao con el cine es Zinebi.

Tanto FANT como Zinebi son dos festivales muy diferentes, con públicos y contenidos igualmente diferentes. Ambos dan respuesta al gusto por el cine de bilbainos y visitantes.

“Siempre he pensado que los cambios vienen bien, tanto a las personas como a las organizaciones. Pero seguiré, al filo de las novedades”

Hay determinados espectadores que pueden llegar a relacionar el género con las versiones audiovisuales de las grandes sagas de la literatura fantástica como ‘El señor de los anillos’ o ‘Harry Potter’. No obstante, en esta edición en concreto las propuestas han tenido un marcado trasfondo social, ¿me equivoco?

Así es. Hay quienes también relacionan lo fantástico con el terror y, en ese sentido, hay festivales que se enfocan sólo en este subgénero, como el de Donostia. Pero nosotros siempre hemos insistido en programar todos los subgéneros que caben en el cine fantástico. Hay thrillers, comedias… En los últimos años, además, el cine fantástico ha hablado de temas sociales. Existe esta tendencia. Ya no sólo se trata del susto por el susto, se están abordando problemáticas sociales desde el género. Hablar de la sociedad actual ya no es sólo cosa del cine de autor.

En ese sentido, ¿qué lugar tiene la realidad social en el cine fantástico?

Pongo como ejemplo la película de Céline Rouzet, En attendant la nuit, a quien hemos otorgado el premio Fantrobia. Surge una vivencia personal, que tiene que ver con la falta de adaptación social de su hermano. Antes de hacer este largo de ficción había hecho documentales y nos dijo que concretamente el género fantástico le permite abordar lo vivido en su familia dándole otro giro, otro recorrido.

Por otro lado, ¿qué razones impulsaron a la organización del festival a premiar al director Pedro Olea y al montador Lamberto Bava como estrellas del fantástico en este 30º aniversario del certamen?

Con Pedro lo tuvimos muy claro. Creíamos que le faltaba un homenaje en su ciudad, un reconocimiento a su trayectoria en el cine fantástico, género en el que se ha desempeñado de manera brillante. A Alberto Bava también queríamos reconocerle su trayectoria, plagada de títulos como Demons, que no han perdido fuerza con el paso del tiempo. Éste, en concreto, se sigue viendo muy bien. Su ritmo frenético y la música, que te acompaña a lo largo de la historia, lo asemejan a una película actual. Además, es uno de los grandes referentes del Giallo, el cine de terror italiano que tanto gozo nos ha dado

Olea, como dice, es bilbaino. ¿Qué momentos de su filmografía destacaría y por qué?

Son tantos… Nosotros nos quedamos con las películas que hemos seleccionado: El bosque del lobo, que le lanzó a la fama y triunfó a nivel internacional; La Casa sin fronteras, que además fue grabada aquí, en Bilbao y en Neguri… La interpretación de José Luis López Vázquez es sublime y el film te permite recordar cómo era la ría en los años 70, la alta sociedad de la época, cómo se vivía en esa zona industrial… Es un lujo de película.

“Siempre hemos insistido en programar todos los subgéneros que caben en el cine fantástico. Hay thrillers, comedias…”