Con la luna como única testigo, ocurre algo en una carretera comarcal. Algo oscuro, un suceso que podría hacer correr ríos de tinta en las rotativas. Azucena (Carmen Machi) no ha terminado de digerir su temprana enfermedad, pero acude presta a la llamada de auxilio de su hija Elena (Macarena García), acompañada de su fiel acompañante, Patri (Santi Marín). Son tres almas solitarias, aquejadas de múltiples dolores del alma y, en esa situación, se ven obligadas a exhibir sus heridas, a hablar de lo nunca hablado, a entenderse. Así comienza Nuestros actos ocultos, la última propuesta del dramaturgo Lautaro Perotti que el trío lleva a escena este fin de semana en el Teatro Arriaga. “Es una historia de personajes que habla de la familia, de la soledad, del deseo de ser madre y del no deseo de serlo”, adelanta a DEIA Macarena García. 

En clave de suspense y ‘road movie’ llevan a escena una obra que comienza con una huida hacia adelante. ¿Qué mensaje quieren transmitir al patio de butacas con ‘Nuestros actos ocultos’? 

No sé si hay un mensaje claro por parte de Lautaro [ Perotti, director y guionista], creo que es una manera de contar diferentes realidades, diferentes familias; de acompañar a la gente que viene de familias más ‘desestructuradas’; de animar a mirar al que tienes frente a pesar de que, a veces, sea difícil. Realmente, es la manera que ha encontrado Lautaro para hablar de cosas que le interesan. Por ejemplo, las diversas maneras de ser madre, la lucha por ser feliz… 

Ajá, entiendo. 

Es una historia de personajes que habla de la familia, de la soledad, del deseo de ser madre y del no deseo de serlo, algo que me parece muy interesante. Es sugestivo ver eso en el teatro, porque no se ha hablado mucho de estas mujeres que han sido madres pero que hubieran preferido no serlo. 

Es un tema tabú. La negación de la maternidad es una posición incómoda. 

Resulta incómoda, pero el teatro y la cultura están para hablar de todas las situaciones posibles que podemos atravesar como seres humanos, para imaginar cómo son otras realidades e intentar entender el corazón de las personas que son diferentes a nosotros. Está bien poder hablar de todo, aunque resulte incómodo. De hecho, una de las situaciones que más gustan al público sucede entre mi personaje y Azucena, el que interpreta Carmen Machi. Yo, la hija, escucho a mi madre decir verdades muy duras. Cuenta la realidad leída desde su punto de vista y hace reflexionar, pensar…

"La historia está contada con flashbacks, con varias líneas temporales que se superponen. Entonces, el espectador tiene que ir organizando este puzzle y estar muy atento"

Entonces, ¿es ésta una obra incómoda? 

No. Toca temas complicados y hay momentos que son tensos, incómodos. Llevamos a escena tres personajes que están muy solos, y eso no es cómodo de ver. Pero la obra tiene un tono que está atravesado por el Thriller y el drama personal de esas historias.

Pero, entre tanta desesperanza, hay espacio para el humor. 

La pieza tiene tintes de comedia. En ese sentido, es bastante divertida de ver. Hay mucha risa en el público. Y, además, es muy entretenida, porque está contada con flashbacks, con varias líneas temporales que se superponen. Entonces, el espectador tiene que ir organizando este puzzle y estar muy atento. Es muy entretenida y muy accesible a la vez que toca temas muy sensibles y profundos. 

¿Qué cuenta el título de la pieza sobre ésta? 

Mucho. Es un título un poco ambiguo, pero, en realidad, habla de estos tres personajes que están llenos de secretos, de cosas no dichas y tratadas… Hay una familia que no ha tenido las herramientas para relacionarse y entender de dónde vienen sus problemas en el presente. Eso hace que la comunicación haya sido malísima, nula. Por lo tanto, la obra está llena de actos y palabras ocultas. 

“Hablar de diferentes maneras de ser madre ya es algo un poco político. Dice que la vida es compleja y que no existe un único tipo de familia, que las madres no son perfectas”

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Aborda muchos temas como la maternidad, la soledad, la búsqueda de la felicidad y retrata a una familia desestructurada. ¿Cómo convergen todos estos elementos en el libreto? 

De una manera muy inteligente y coherente. Creo que tiene una mezcla de muchos géneros y temas que podrían no encajar con fluidez, pero Lautaro ha conseguido que todo tenga una entidad propia y hacer una obra muy particular. Se ha encontrado con un universo auténtico, formado por esas tres personas que viven sus vidas con bastante soledad. La obra está vertebrada por un suceso que ocurre en una carretera. La situación hace que los personajes se vean abocados a encontrarse, a mirarse a los ojos y enfrentarse a temas que habían decidido apartar porque eso era más fácil y más cómodo. Lautaro es muy listo. Ha hecho un guion muy complejo pero muy, muy coherente. 

¿Y, a su juicio, qué dice ‘Nuestros actos ocultos’ sobre la familia como institución? ¿La cuestiona?, ¿la crítica? Cuénteme…

Conociendo a Lautaro, hablando mucho con él, me parece que esa no es su pretensión. Lo que pretende es mostrar sus inquietudes. Además, él es un lector empedernido y ha leído infinitas veces Yerma. Ahora, creo que hablar de diferentes maneras de ser madre ya es algo un poco político. Dice que la vida es compleja y que no existe un único tipo de familia, que las madres no son perfectas y que existe una presión muy grande, unas expectativas inalcanzables que, por otro lado, no se exigen a los padres. 

‘Yerma’ y Lorca están muy presentes en esta apuesta de Perotti, ¿verdad? 

Sí. Leí Yerma por primera vez hace mucho tiempo. Mientras ensayaba la pieza con Carmen y con Santi [Machi y Marín], releí el texto de Lorca y me encantó hacerlo, porque entendí muy bien el universo de Lautaro. Es bonito ver ese paralelismo. 

“La obra aborda temas universales como la familia, el amor, el querer ser querido o el deseo de encontrar un lugar en el mundo, que, en el fondo, es lo que buscan los personajes”

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La soledad, otro de los temas que vertebra la pieza, ha entrado de lleno en la conversación pública, sobre todo (pero no en exclusiva) la que afecta a las personas mayores. Así, la actualidad está muy presente en esta propuesta. 

Sí, pero realmente es una obra muy universal. Creo que es muy actual y, a la vez, muy clásica. Aborda temas universales como la familia, el amor, el querer ser querido o  el deseo de encontrar un lugar en el mundo, que, en el fondo, es lo que buscan los personajes. 

¿Cómo definiría ese proceso creativo por el que usted, Machi y Santi Marín han transitado? 

Como algo muy placentero y amoroso. Lautaro es una persona que lo hace todo con cariño y buenas palabras. Todo es en positivo, para sumar. No ha habido ningún momento de tensión o incomodidad, él nos ha hecho sentir seguridad. Además, dirige desde la libertad. Ha escrito un texto muy marcado, pero que está lleno de vida. Aparte, nos lo hemos pasado genial. Volver al teatro de la mano de Carmen con un personaje que me interesa un montón ha sido un regalo. Nos lo hemos pasado tan bien… Estoy deseando que llegue mañana. 

Me consta que no es la primera vez que trabaja con la actriz. ¿Cómo es tenerla como compañera de reparto? 

¡Uf! Trabajar con Carmen es el mayor regalo que se le puede dar a una actriz. Es una persona deliciosa en todos los sentidos. Trabajé con ella en La Mesías y aquí he tenido la oportunidad de poder explayarme a la hora de conocerla. Es buena compañera, divertida y trabaja de una manera ligera sin perder el compromiso y la profundidad. Realmente, ha sido uno de los grandes descubrimientos de mi carrera. 

¿Y con Santi Marín? 

Santi es un compañero buenísimo y es un gusto trabajar con él. Cuando estoy perdida solo tengo que mirarle a los ojos para encontrarme. Está siempre ahí. Tanto él como Carmen son dos compañeros muy, muy especiales. 

¿Primera vez sobre las tablas del Teatro Arriaga? 

No, hice High School Musical allí, hace muchos años. Le tengo un cariño muy especial. Es un teatro precioso que tiene mucha magia. Además, me encanta el País Vasco. Es un lugar al que me gusta mucho ir.