“En 42 Urduliz he aprendido a hacer mis primeras líneas de código desde cero” :: Prensa Ibérica para Telefónica

“En 42 Urduliz he aprendido a hacer mis primeras líneas de código desde cero”

Por Aida M. Pereda
Acudo a los Open Days de ‘42 Urduliz’ para conocer en primera persona un campus gratuito, sin libros ni profesores, donde aseguran que puedo convertirme en programadora sin tener conocimientos previos

-¿Cuál es el sentido de la vida, el universo y todo lo demás?

-42

Aunque pregunta y respuesta pueden recordar, a simple vista, al popular dicho de ‘¿Dónde vas? Manzanas traigo’, lo cierto es que esta respuesta tiene pleno sentido. Y es que tal y como los lectores de ‘Guía del autoestopista galáctico’ sabrán, después de más de siete millones de años procesando esta compleja pregunta, el gigantesco superordenador de esta saga bautizado como ‘Pensamiento Profundo’ acaba respondiendo que “la respuesta al sentido de la vida, el universo y todo lo demás es... 42’. Una cifra que se transcribe como 101010 en lenguaje binario y que, además, en su transposición en código ASCII (Código Estadounidense Estándar para el Intercambio de Información), se corresponde con el asterisco o comodín que ocupa el carácter 42.

Haciendo un guiño a esa mítica saga creada por Douglas Adams en 1978, desde ‘42 Urduliz’ nos invitan a una jornada de puertas abiertas para conocer sus instalaciones, inauguradas el 30 de abril en la Torre Urduliz y dar a conocer su disruptiva propuesta formativa, totalmente distinta a la que hemos conocido hasta ahora, pues se trata de un campus revolucionario: sin clases, sin profesores, sin aulas, presencial, abierto 24 horas los 365 días al año y basado en la metodología del aprendizaje entre iguales y la gamificación. Y además, gratuito y todo ello con el objetivo de aprender el nuevo lenguaje del siglo XXI: la programación. Así que ni corta ni perezosa me traslado a esta localidad, situada a sólo 20 minutos de Bilbao, para vivir la experiencia de primera mano y tratar de convertirme en programadora por unas horas.

Nada más llegar me uno al resto de participantes, que, igual que yo, aguardan con impaciencia a que dé comienzo el tour. Todos ellos se han inscrito en los Open Days de ‘42 Urduliz’ porque, según me cuentan, les genera mucha curiosidad su innovador método y descubrir que cualquier persona que esté interesada en sumergirse en el mundo del código, independientemente de su edad, de sus conocimientos previos y de su titulación académica puede hacerlo en 42 Urduliz.

Nos recibe Alba López, estudiante del campus de ‘42 Madrid’ y parte del equipo de Urduliz, inaugurado el pasado mes de mayo de la mano de Fundación Telefónica y la Diputación Foral de Bizkaia. Esta metodología se puso en marcha en Francia en 2013 y actualmente está presente en más de 20 países con 35 campus. Aterrizó en España, de la mano de Fundación Telefónica, en septiembre de 2019, con la creación del campus de Madrid.

Desde entonces, cualquier persona interesada en la programación, con independencia de sus conocimientos, puede acceder al modelo pedagógico de 42, que asume el reto de ofrecer oportunidades laborales en Ciberseguridad, el i, la Inteligencia Artificial, el Blockchain o el IoT, entre otras, tecnologías que demanda el mercado laboral. Con una duración de tres años de media, los estudiantes salen preparados para trabajar en el mundo digital. Un método que garantiza el 100% de empleabilidad y los que lo cursan obtienen una media de ocho ofertas de trabajo por estudiante durante el tiempo que permanecen en el programa. Ahora, tras la apertura de la primera sede, también es posible acceder al campus de Urduliz, en Bizkaia, al de Barcelona y próximamente al de Málaga.

Depende de ti

Nuestra anfitriona nos señala un cartel que preside la entrada y que ya nos da una pista de la filosofía que se sigue de puertas para dentro: “up to you” (“depende de ti”). Lo cierto es que la disposición de las mesas y sillas que conforman cada uno de sus ‘clusters’ está diseñada para que los estudiantes interactúen entre sí, sin barreras de ningún tipo, porque una de las características de este modelo de aprendizaje es hacer grupo y enseñar y aprender de los compañeros.

“¿Pero nadie siente que pierda el tiempo enseñando a otros compañeros que vayan más rezagados?”, le pregunta uno de los asistentes. “¡Qué va! Para nada. El ADN de ‘42 Urduliz’ es que todos somos iguales y que todos aprendemos de los demás, lo que se conoce como ‘peer to peer’ (‘de igual a igual’). Y tampoco existe esa competitividad que existe en la universidad. Aquí todo el mundo sale beneficiado porque sabe que si le va bien a uno es mejor para todo el grupo”, explica Alba López.

En sus 2.550 m2 repartidos en cinco plantas, hay espacio para programar, pero también para comer, tomar un café o descansar, o incluso darse una ducha. “¡Anda! Hasta hay literas para que puedas echarte la siesta”, advierte otro de los visitantes, mientras yo contemplo hipnotizada las fabulosas vistas que asoman por sus enormes ventanales. Un precioso paisaje de mar y montaña que me inspiraría hasta en los días donde tengo la mente más nublada. Nada que ver con esos cubículos a los que estamos acostumbrados a ver en la ficción, que parecen convertirse en el escenario perfecto para que los genios den forma a sus grandes ideas, desde el oscuro sótano ‘The IT Crowd’ hasta el “acogedor” salón de la casa de Erlich Bachman en ‘Silicon Valley’, donde Richard Hendricks y sus amigos crean un famoso algoritmo que hace temblar a las grandes tecnológicas.

Comienza el reto

Una vez conocido el espacio, tomamos asiento. Me encuentro frente a una gigantesca pantalla de 27 pulgadas y abro el archivo que ‘42 Urduliz’ nos ha preparado para darnos la bienvenida. El reto que nos plantean es asistir a un “taller de programación para no programadores”, como así lo llaman. Levanto la mano para decir que efectivamente yo no soy programadora y que no tengo ni idea de ceros y unos, sino que lo mío son las letras, subrayo. “No te preocupes. Yo también empecé sin tener ningún conocimiento de programación”, asegura Alba López, antes de activar la cuenta atrás. “Disponéis, cómo no, de 42 minutos para hacer la prueba”, nos indica.

Eso de tener límite de tiempo no ayuda a calmar esos pequeños nervios que aparecen siempre que te enfrentas a un examen. Miro a mi alrededor en busca de aliados. A mi derecha veo a un joven de pelo largo, gafas y uñas pintadas de negro, el mismo color que ha elegido para su atuendo. Y miro a la izquierda y veo a un hombre con pelo cano. Me presento: “Mi nombre es Aida M. Pereda. Soy periodista y he venido a vivir esta experiencia para poder contarla”.

“Yo soy Víctor Zayas. Tengo 21 años. He venido desde Cantabria, de Cicero, porque tengo un amigo, que se llama Aingeru, que está estudiando aquí y que me ha recomendado probar a ver si me gusta. He estudiado un Grado Medio de Sistemas Informáticos y Redes, después hice un Grado Superior de Administración de Sistemas Informáticos en Red y después de terminar las prácticas estoy en el paro así que creo que entrar aquí es una oportunidad muy buena para encontrar trabajo de lo que me gusta”, indica el joven a mi diestra.

Mi otro ángel de la guarda, sentado a mi izquierda, resulta ser Alberto Bocos. Tiene 57 años y es Consultor en Economía Silver. “Trabajo en el Nagusi Intelligence Center y tengo interés en todo lo relacionado con la accesibilidad de las personas mayores a las nuevas tecnologías, así que quiero experimentar en este campo de la programación. En general pensamos que la tecnología es de los jóvenes y a medida que cumples años crees que no puedes aprender, pero no es cierto. Con la pandemia muchas personas mayores han tenido que apañárselas para hacer los trámites y papeleos de forma telemática. Simplemente se trata de sentirse capaz y de que alguien nos dé la oportunidad de aprender”, agradece.

Hechas ya las presentaciones, me centro en los cinco ejercicios que tengo ante mí. No hay más instrucciones que el enunciado. Si tengo dudas, leo, he de recurrir a la red o a mis compañeros y no he de pasar al siguiente ejercicio sin haber solucionado el anterior. Trato de descifrar los enunciados y deduzco que mi estreno como programadora consiste en escribir ‘Hello World’ en ni más ni menos que en cinco lenguajes distintos: Shell, Shell Script, HTML, Javascript y C. Parece fácil pero a mí me suena a chino, mientras trato de escribir un guion bajo en el teclado...

La magia del trabajo en equipo

Hemos agotado casi diez minutos del cronómetro y Alberto me mira para ver si puedo ayudarle. “¿Sabes hacer el primer ejercicio?”, me pregunta. “No tengo ni idea”, digo con total sinceridad. Es entonces cuando Víctor abre un terminal y se pone a escribir líneas de código. “Me ha costado sacarlo, pero es similar a cuando aprendí un poco de Linux y haciendo memoria creo que tienes que dar a comando y espacio y escribir ‘terminal’” ¡Pero si nunca he abierto un terminal! ¡Todo esto me suena a chino!”, exclama Alberto. Pero poco a poco comienza la magia de ‘42 Urduliz’, la de conseguir hacer algo tú mismo con la ayuda de los demás. Y eso, unido a las ganas de aprender, es una de las mejores materias primas para conseguir hacer todo lo que te propongas. Gracias a Víctor, Alberto consigue completar con éxito el ejercicio mientras yo trato de replicar los pasos. "¿Cómo habéis hecho ahora? Creo que me he perdido...", lamento en voz alta, pero la paciencia de Víctor es infinita y se acerca para ayudarme a conseguirlo dejando su prueba a medias para ayudarme hasta que guardo mi fichero.

Nos quedan sólo 12 minutos, así que nos ponemos a investigar para ver si podemos entender de qué va el segundo ejercicio. Busco en 'Señor Google' en qué se diferencia el lenguaje 'shell' del 'shell script'. "Esto debe ser como el euskera y sus diferencias por territorios. Como el euskera vizcaíno y el gipuzkoano", imagino... En esas estoy cuando aparece Alba con una sonrisa pícara para avisarnos de que el tiempo se ha agotado. "¿Os ha parecido difícil?", nos pregunta. Empezamos a contarle las penas de Murcia, que Alberto y yo hemos estado a punto de tirar la toalla, pero que hemos logrado dar el primer paso gracias a Víctor y que los tres juntos hemos conseguido hacer el primer ejercicio. Aunque parezca poca cosa, lo cierto es que para nosotros ha sido un auténtico logro. Hemos dicho 'hello world' al mundo digital, lo que viene a ser un "hola buenos días" cuando entras por primera vez a la tasca del barrio. Y en ese sitio llamado red global, que desde fuera nos parecía tan farragoso, abstracto e incluso amenazante, parece que nos hemos hecho un pequeño hueco gracias a la calidez, la magia y el buen ambiente que se respira en ‘42 Urduliz’.

Ha sido una experiencia única. Algo que tú también puedes probar y ser programador por un día, apuntándote a cualquiera de los Open Days programados por 42 Urduliz, tanto en remoto como en presencial, que, como todo en este campus, son gratuitos.

Y si ves que te interesa, entra y regístrate para hacer las pruebas de 42 Urduliz y convertirte en un estudiante más.

¿Te atreves?

Inscríbete