Esconder la cabeza - A la entrada hora del lunes en que escribo estas líneas, la cuenta oficial de Podemos en Twitter no ha dicho ni media palabra sobre el resultado de las elecciones autonómicas del domingo en Andalucía. Los mensajes más actuales son retuits de Ione Belarra y Lilith Vestrynge felicitando a Gustavo Petro por su victoria en las presidenciales de Colombia. De nuevo, la anécdota es una categoría y toda una declaración de infantilismo e intolerancia a la frustración. Si se cierran los ojos muy fuerte, las realidades molestas dejan de existir. Y cuando venga alguien a contarte que, pese a lo que pretendes ocultarte a ti mismo, tu peor pesadilla se ha cumplido, siempre puedes negarte a aceptarlo y fijar tus ojos en otra parte del escenario. Por ejemplo, en los dos palmos de narices que se le quedó a Vox al comprobar que su gozo se iba al pozo y se va a pegar cuatro años de irrelevancia en la Bética y la Penibética. Provoca entre penilla y un cabreo inmenso ver las celebraciones por ello de la izquierda política y mediática derrotada.

Triunfo de otro - Sí, porque ese éxito, el de convertir a los abascálidos en figurantes, tampoco es suyo. Qué va. Es otro de los logros del vencedor por mayoría absoluta de los comicios. O sea, de Juanma Moreno Bonilla, ese al que llamaban “Moreno Nocilla”, cuando daban por hecho que lo iban a merendar. Miren el mapa, con las ocho provincias teñidas de azul, y saldrán de dudas sobre quién se ha zampado a quién. Lo que no van a querer hacer, como ya vamos comprobando, es preguntarse por qué. Se aplicará aquí la arriba mentada negación de la realidad y, junto a los comodines que también hemos glosado, prevalecerá el de la ignorancia del populacho a la hora de votar y su predisposición a dejarse manipular por el aparato mediático cavernario.

Sermones - Ni son capaces los ciegos voluntarios de aceptar que ahora mismo la primacía (si no la hegemonía) del control de los medios está, con traineras de ventaja, en la izquierda. Las tertulias fachas de la tele son una menudencia al lado de los shows politiqueros progresíes. Y eso vale igual para las cabeceras digitales, donde la caspa diestra es pigmea frente a las terminales de la verdad de la siniestra. Ese entramado endogámico que pinta la realidad a su imagen y semejanza a base de brochazos facilones tiene bastante que ver, creo, con lo que viene ocurriendo en las últimas contiendas electorales. Resulta que hay una parte de la sociedad que está harta de consignas de a duro y de que señoritos que viven de cine les sermoneen sobre su día a día.