Contaba Carme Chaparro que le había enfadado mucho ver a un tipejo en un bar increpando a Ander Elosegi después de no conseguir medalla en la final de C-1 de Tokio. El energúmeno le gritaba "¡fracasado!" a la pantalla. Sin llegar a tanto, los medios caemos en lo mismo frecuentemente. Tratamos la no consecución de una medalla como fracaso. Y no es así.