YA preparan la comida, limpian casas, dan clases, escriben noticias, realizan operaciones quirúrgicas y se han adueñado de la exploración espacial. También vuelan, pronto conducirán y, mientras tanto, van aprendiendo a practicar deporte. Los robots son capaces de todo eso y de más, y en China, el principal mercado mundial del sector, ya les empiezan a encargar actividades de todo tipo. Ya no es solo que de los robots dependan las pesadas tareas industriales de producción en cadena, sino que su presencia cada vez es más importante a la hora de prestar servicios.

“Sabemos que estamos a punto de empezar una nueva era de la robótica y tenemos un gran futuro por delante”, dijo el presidente de la Federación Internacional de Robótica (FIR), Arturo Baroncelli, en la inauguración de la Conferencia Mundial de Robots en Pekín. En el salón de exposiciones de esa cita hubo robots que hablaban, cantaban, bailaban e incluso jugaban a fútbol entre ellos o a bádminton con humanos.

Más allá del detalle pintoresco, también había máquinas destinadas a dar servicios sanitarios como la rehabilitación o la ayuda a la movilidad de los discapacitados. Otras empresas mostraban cunas inteligentes en las que los padres pueden controlar a distancia las condiciones ambientales en las que descansa su bebé.

Y algunas más enseñaban que han programado a sus robots para establecer contacto con los humanos y responder a sus peticiones, por ejemplo, haciendo de camareros u ofreciendo servicios de atención al cliente. “A las empresas las ayudamos al reducir los costes laborales y a los consumidores finales les ahorramos tiempo y hacemos su vida más eficiente”, explicó May Mei, vicepresidenta de Xiaoi, la empresa responsable de los servicios de atención al cliente de las grandes operadoras telefónicas chinas.

Desde los guerreros metálicos de Transformers hasta Baymax, el enfermero humanoide blanco y regordete de la película de animación Big Hero 6, los consumidores chinos están locos por los “robots superhéroes”. Y es que la inteligencia artificial demuestra ser una seria competidora de los seres humanos en cuanto a rapidez y eficacia se refiere. Según un estudio de la Universidad de Oxford, el 47% de los empleos de Estados Unidos en 2030 podrían ser realizados por sistemas automatizados. De hecho, la cita pequinesa, donde participaron más de 120 empresas y doce organizaciones internacionales de robótica, constató el momento de auge que vive el sector.

autómatas al por mayor En el mercado de los robots industriales, China acapara una cuarta parte del total mundial. Con un crecimiento del 55% respecto a 2013, el año pasado fueron vendidas en el gigante asiático unas 57.000 unidades de las 230.000 registradas en todo el planeta, según datos de la FIR. Sin embargo, la “densidad de robots” (la relación entre máquinas y trabajadores) se sitúa en 36 por cada 10.000 trabajadores, por debajo de la media mundial (cuyo número asciende a 66) y a mucha distancia de las ratios de países como Corea del Sur (478 por cada 10.000), Japón (315), Alemania (292) y Estados Unidos. (164).

Hasta 2013, el abastecimiento de robots industriales de China dependía casi exclusivamente del extranjero, aunque desde hace dos años la producción doméstica se ha disparado y es la que alimenta el crecimiento del consumo. La aspiración del Gobierno chino es que para 2020 los robots de fabricación nacional lleguen a satisfacer la mitad de la demanda interna. Con ese objetivo, ultima un plan quinquenal para pilotar la expansión del sector en el próximo lustro. La robótica es una de las diez áreas señaladas por Pekín como prioritarias en su estrategia Made in China 2025, que pretende remodelar la base industrial del país. “Ya se puede imaginar el potencial que tiene este país considerando su bajo ratio de densidad y el gran número de operadores”, señaló Baroncelli.

Y es que cada vez más empresas se lanzan a un campo en plena efervescencia que aún no está tan avanzado como el de Japón, pero que acorta distancias a pasos agigantados, lo que está haciendo de China un país en vías de robotización.