Bilbao. Tiene la carcajada socarrona y la expresión afable. Aunque para expresión la que a buen seguro pusieron sus aitas cuando con 15 años les dijo que quería ser mormón. Hoy, Eduardo Alonso tiene 40 años y una trayectoria vital curiosa. Es miembro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días -que es mormón, vaya-, y vive con su marido en Sudáfrica donde regentan un negocio de inversión de moneda. "Yo nunca he tenido nada normal", dice riendo este bilbaino que ha vivido en Londres y en Salt Lake City, en Utah, centro neurálgico de la iglesia mormona.

Bilbaino, mormón y afincado en Sudáfrica... Cuanto menos exótico.

-Es poco habitual. Lo de ser mormón es algo que decidí con 15 años. Y lo de vivir en Sudáfrica es la circunstancia de estar con alguien que es de allí.

Muchos consideran a los mormones una secta...

-Aquí, todo lo que no sea algo conocido, es una secta. Yo no lo considero una secta. La iglesia mormona es una iglesia oficial, reconocida. Para mí una secta es algo que intenta separarte de tu familia, de tus amigos, y los mormones son todo lo contrario. La familia y los amigos son lo primero.

A mí me hablan de mormones y me viene a la cabeza la película de 'La leyenda de la ciudad sin nombre'.

-(Ríe) Sí, la imagen de un mormón vestido de negro, con barba... Hay muchas leyendas con respecto a los mormones. A la gente lo primero que le viene a la mente es la poligamia.

Eso. ¿La poligamia sigue vigente?

-No. Es algo que existió hace tiempo pero está abolida. Y lo del señor vestido de negro tampoco es real. Vestimos normal. (ríe).

¿Mormón practicante?

-Actualmente no practicante pero mis creencias están conmigo. De vez en cuando sí me gusta ir a la iglesia.

¿Conflictos con la institución?

-En la iglesia mormona la gente vive muy en el mundo. Al no tener un clero pagado no es gente que viva aislada de los problemas. No te viene a hablar del matrimonio un sacerdote que nunca ha estado casado. Siempre he encontrado en todas las iglesias mormonas en las que he estado a gente que me ha comprendido. Nadie viene a juzgarte. No estoy aquí para que me juzguen, ni mi iglesia ni ninguna otra. Conflictos nunca he tenido.

Pero el hecho de ser gay ¿supone algún problema para su iglesia?

-El ser gay en la iglesia mormona no supone ningún problema siempre y cuando cumplas con los mandamientos. Puedes ser gay e ir a la iglesia sin problema. Lo que sí que es verdad es que, tanto para gays como para heterosexuales, una de las normas principales es no tener relaciones antes del matrimonio. A mí nunca me ha venido un dedo acusador.

¿Qué echa en falta de Euskadi?

-Familia y amigos. Y la forma de vida, la comida, salir de pintxos. Tus raíces.

Tiene un negocio de inversión de moneda. Usted una zapatería o una panadería, como que no.

-Siempre he hecho labores comerciales y mi marido es contable. Pero mi suegro trabajaba en Sudáfrica en una empresa de inversión de moneda. Vimos la posiblidad de mudarnos y montamos el negocio.

Sorpréndame. ¿Qué hobbys tiene?

-Me gusta pintar. Y en Sudáfrica, salir por la sabana a ver animales.

Quiero pensar que es del Athletic...

-¡Sí, sí! Si eres de Bilbao, aunque no seas futbolero, estés donde estés, siempre que juega el Athletic, te acuerdas.

¿Suele recalar por Aste Nagusia?

-No me suele gustar mucho venir en esas fechas porque hay tanta gente que es complicado quedar con tus amigos de tú a tú. Pero me encanta Aste Nagusia y a mi marido también. Siempre que podemos, venimos.

O sea, que lo del kalimotxo no está prohibido por su religión...

-Si eres un buen mormón no bebes alcohol, ni café ni té.

Pues oiga, una faena.

-Es acostumbrarse. Yo he conocido a gente en Bilbao que se han hecho mormones y a los que les ha costado hacerse. Pero todo tiene un sacrificio y una recompensa.

¿Qué le dice la gente cuando les dice que es mormón?

-En Bilbao y en todos los sitios, cuando dices que eres mormón, la gente no se lo cree, les parece anormal. Incluso mi marido se sorprendió mucho. Lo que nos falta en Euskadi es entender que puede haber otras religiones, otras formas de ver la vida, que no tienen por qué ser una secta, que hay opciones para todo el mundo.