Las epidemias, en cualquier caso, se presentan como un estado de alarma, distanciamiento social y la propagación de enfermedades contagiosas, como eje vertebrador. Desde la antigüedad, nuestros antepasados demostraban practicas cuarentenas paleolíticas, en caso de evidencia contagiosa, con el fin de evitar más contagios. El COVID-19 ha demostrado ser una icónica ocasión para dicho proceso de aislamiento y como la medida por excelencia, dentro de las más recomendadas.

En la historia de las epidemias, es difícil determinar cuando el aislamiento es voluntario o impuesto, aunque siempre se compone por un poco de ambas cosas. No obstante, según un reciente estudio, los humanos no somos los únicos que nos vemos en la necesidad de aislarnos. Digamos, que, en cierto sentido, no somos los únicos en lidiar con esta desconexión social y humana, pues sin antropomorfizar a nuestros compañeros de entorno, los animales, también comparten ciertas características similares, en cuanto a las “medidas sanitarias”.

Dejando claro el denominador común, actuar rápido cuando hay un brote, es algo que nos hace equivalentes en cuanto a un bien colectivo. Los resultados, con múltiples evidencias, se publicaron en la revista Science, la cual revela que algunos animales envían ciertas señales a sus comunidades y tratan de aislarse, con el fin de evitar contagios en los miembros de sus colonias.

Termitas, son un grupo de insectos, que, tan solo 15 minutos después de haberse expuesto a un patógeno, aún antes de haberse infectado, envían señales de advertencia al resto de miembros de su comunidad, con el propósito de evitar contagios.

Hormigas: Este tipo de insecto también actúa rápidamente, al haberse expuesto a ciertos virus u hongos. Puede resultar curioso, pero cuando una hormiga se infecta con este tipo de sustancia, trata de retirarse de su colonia a las pocas horas, dando su aislamiento como respuesta a la enfermedad.

Murciélagos vampiro: Estos animales hacen algo parecido, aunque menos extremo que las termitas u hormigas. Cuando se encuentran en estado de enfermedad, presentan un letargo o somnolencia con el fin de evitar el contacto con otros compañeros. Aunque también se dan ocasiones donde es el grupo quien abandona al enfermo.

Abejas: Las abejas son mucho más extremas a la hora de frenar la propagación de una enfermedad. El epicentro común será proteger la colmena, y por ello, harán todo lo necesario sin importarles nada más. En ocasiones, incluso, son las propias reinas quien sacan a la fuerza a la apicultura enferma.