La temporada de esquí llega a su fin y los esquiadores aprovechan al máximo este cierre de calendario para disfrutar de los últimos días de nieve, al mismo tiempo que ya empiezan a planear la agenda de primavera, donde los esquís se sustituyen por las botas de monte, porque cuando el entorno es tan especial como en el Valle de Ossau, durante todo el año surgen planes para salir de excursión y respirar naturaleza y la alta montaña.

Arrancamos nuestro viaje en Gourette, un destino con mucha tradición en el esquí dadas sus condiciones naturales, y es que estamos ante un circo glaciar, es decir, una depresión en forma de anfiteatro rodeada de paredes abruptas, que permiten gozar de una calidad de nieve excepcional para practicar cualquier modalidad de esquí -nórdico, alpino y de travesía-, así como otras tantas actividades que han ido despertando el interés del público en general.

Como estamos a las puertas de la primavera y las jornadas dan mucho de sí, empezamos nuestra escapada con una excursión con raquetas de nieve. Desde el llano de Bézou, punto neurálgico de la estación, situado a 1.600 metros de altitud y al que se accede en telecabina, hay habilitado y señalizado un recorrido de tres kilómetros que se adentra en un bonito bosque de pinos y enebros, donde no sería raro encontrar huellas de zorros, liebres, armiños o rebecos, y donde también tiene fuerte presencia el urogallo, una especie más difícil de ver en esta época. Para descubrir este emplazamiento contamos con Millán Ibáñez, guía de montaña de la cooperativa Caminam, que además gestiona el Chalet-Refuge de Gourette. Este palentino que ha ido formándose y recorriendo mundo al mismo tiempo, es una fuente de sabiduría en cuanto a flora y fauna, y recorrer parte de la montaña con él permite descubrir curiosidades y anécdotas del lugar, así como aprender a distinguir las cimas más elevadas.

Durante la ruta hay partes del camino que confluyen con otros recorridos, por lo que es habitual encontrarse con personas paseando en trineos tirados por perros o disfrutando de un baño nórdico al aire libre o de una sauna con unas vistas envidiables. Sí, sí, en mitad de la estación y en una colina algo elevada para evitar miradas indiscretas, se encuentra un barril de madera calentado con fuego de leña a 39º C. Puede parecer sorprendente, pero esta actividad es una de las más reclamadas, tanto entre esquiadores que deciden hacer una parada en su jornada para relajar los músculos, como entre personas que simplemente buscan vivir experiencias únicas para disfrutar con su pareja o con su grupo de amigos. Es la empresa La Aventure Nordique la que gestiona este y otros planes sorprendentes, como las denominadas noches insólitas, que consisten en dormir en un iglú o en un tipi indio con un saco, en donde la temperatura siempre es constante, en torno a los 3 grados.

Un iglú, para vivir experiencias nuevas en Gourette.

Las estaciones de esquí del Pirineo Bearnés han apostado fuerte estas últimas temporadas por diversificar su oferta turística, y no hay más que echar un vistazo a su web para seguir sorprendiéndose. En nuestro viaje la idea es descubrir Gourette desde otro ángulo, así que nada mejor que lanzarse por una tirolina gigante con un cable suspendido entre las montañas.

Y con tanta emoción, llega el momento de parar a descansar y recargar energía. A los pies de la estación son muchos los bares y restaurantes que ofrecen menús para todos los gustos, aunque lo más recomendable, si se quiere seguir esquiando después, es no darse un atracón. Los platos más contundentes quedan reservados para la cena, que en esta zona suele arrancar en torno a las 19.30 horas y es la ingesta fuerte del día.

Después de esa parada técnica para comer es el momento de seguir exprimiendo la jornada de nieve, y ya que estamos a punto de terminar la temporada, nada mejor que colocarse los esquís y descubrir los desniveles que ofrece Gourette. El dominio esquiable se extiende en dos vertientes: Cotch y Pène Blanque, con un total de 39 kilómetros repartidos en 40 pistas de todos los niveles. Por destacar una de las bajadas más largas, esas que llaman interminables y que suelen predominar en muchas estaciones francesas, en lo alto de Pène Blanque, a 2.450 metros, el esquiador tiene ante sí uno de los descensos más bonitos de los Pirineos, con un desnivel de más de 1.100 metros. Por otro lado, los snowboarders cuentan con un rail park con varios módulos para deslizarse, y para principiantes y esquiadores intermedios, la zona denominada Happy Place cuenta con varios remontes mecánicos para ir cogiendo práctica y soltura. Por otro lado, para los amantes del esquí de travesía, la ruta Gourette-Artouste tiene mucho que ofrecer, y se puede realizar por libre o acompañado de profesionales (precio por persona y guía por día: a partir de 95 euros + fortfait).

Una de las particularidades de Gourette, y que también comparten el resto de estaciones del Pirineo francés es su respeto por la naturaleza salvaje, de ahí que en las pistas uno se puede encontrar con grandes palas con una anchura que llama la atención, pistas negras con nieve virgen, caminos más estrechos, zonas boscosas...

Para terminar la jornada, y una vez que las pistas ya están cerradas, todavía hay opción de regresar a las cotas más altas subidos a una máquina pisapistas para conocer en qué consiste este trabajo y la importancia de compactar la nieve y dejarla preparada para el día siguiente.

Ahora sí, es el momento de descansar y planear un nuevo día en otra estación emblemática del lugar: Artouste.

La estación de Artouste, con el Pic du Midi al fondo.

La pequeña gran artouste

A tan solo 30 kilómetros de Gourette se encuentra la estación de Artouste, la más atípica de todas por su entorno, con un pequeño pueblo a orillas del lago Fabrèges, y con unas vistas envidiables al Pic du Midi y al Parc National des Pyrènèes.

Son muchos los que la definen como íntima y salvaje, porque es una de las más pequeñas en cuanto a kilómetros esquiables (25 km.), y porque conserva su esencia natural respetando al máximo las condiciones climatológicas que allí se dan. Quien ya la conoce seguro que se hace esta pregunta: ¿qué es más importante a la hora de escoger destino, la cantidad de kilómetros o la calidad de su nieve?

Por un lado, y pensando en la sostenibilidad, se ha establecido un máximo de 2.500 esquiadores por día, de modo que las taquillas se cierran cuando se llega a esa cifra. "Es una estación de esquí familiar y esta es una manera de asegurar una buena experiencia a los esquiadores", afirma Jean-Christophe Lalanne, director de la estación. "Además, para nosotros es fundamental respetar el lugar en el que estamos, es un sitio preservado, muy protegido, y tenemos la particularidad de que toda la nieve es natural. Podemos hablar de una sostenibilidad real", añade mientras explica que en la mayoría de las estaciones de esquí se usan cañones innivadores para fabricar nieve a partir de agua y aire presurizados.

Por otro lado, también se puede destacar el precio de su forfait, y es que lleva tres temporadas a 19 euros para los adultos y 9 para los niños, unas cifras inigualables (las estaciones más cercanas son Gourette, con un precio general de 38 euros y Formigal, con 51 euros).

Con estas pinceladas toca descubrir en primera persona Artouste. El día ha amanecido nublado pero la nieve que ha caído durante toda la noche promete esa calidad excepcional que buscan muchos esquiadores expertos. Un teleférico es la primera toma de contacto con esta estación, y en sus cerca de diez minutos de duración, uno no puede dejar de admirar el paisaje por su desnivel y por la belleza de los bosques de pinos cubiertos de nieve. De momento, el Pic du Midi se muestra algo vergonzoso y se esconde tras las nubes, pero el viento y algún claro que se empieza a abrir en el cielo ya nos hacen intuir que antes o después hará acto de presencia.

La estación consta de cuatro zonas con una superficie total de 25 kilómetros divididos en 17 pistas de varios niveles, además de un snowpark. Como habíamos imaginado, la nieve virgen es la protagonista del día y son muchos los que se lanzan a dejar sus huellas sobre las pistas.

Además del esquí alpino, las raquetas también tienen su hueco aquí, aunque en vista de que el día comienza a aclarar y que por fin se puede contemplar la doble punta del Pic du Midi sobre el skyline, son muchos los que optan por sentarse en la cafetería para simplemente disfrutar del paisaje. Panoramic es, como no podía ser de otra forma, el nombre del restaurante-cafetería que por su rica gastronomía -tanto de platos combinados, hamburguesas como otros más típicos del lugar como la sopa Garbure-, supone el lugar perfecto para poner el broche de oro a esta escapada.

A 20 kilómetros de Formigal (Huesca), el tren de Artouste es un gran atractivo turístico. [Foto: Regie]

Un tren de alta montaña

A pesar de las nevadas registradas hace un par de semanas, los calendarios de las estaciones de esquí llegan a su fin y es momento de ir preparando todo para la primavera. El próximo 26 de mayo es una la fecha marcada en el calendario para dar comienzo a una atracción turística que cada año atrae a miles de visitantes (el 30% llegados desde el Estado español): el tren de Artouste. Se trata de un recorrido de diez kilómetros a 2.000 metros de altura, que lo convierten en el tren más alto de Europa sobre vías estrechas.