U famosa catedral, declarada Patrimonio de la Humanidad y uno de los grandes símbolos del arte gótico en Europa, es el reclamo principal de Burgos, pero ante los días libres que se avecinan les proponemos una ruta por el pasado fortificado de la ciudad, que incluye su castillo y murallas, el paseo del Espolón, el Consulado del Mar o el Arco de Santa María, antiguo acceso a la ciudad.

Sus elegantes calles y paseos, y su catedral, son los reclamos más socorridos de Burgos, así como el Monasterio de Santa María la Real de Las Huelgas, el Museo de la Evolución Humana y la Cartuja de Miraflores. Situada a hora y media de distancia por carretera de Bilbao, la capital de la comunidad castellano-leonesa ofrece un interesante paseo por su pasado fortificado, que la ciudad lleva implícita en su nombre, ya que burgo significa castillo o fortaleza.

En el año 884 el conde Diego Porcelos fundó la ciudad y su castillo, que, erigido en el cerro de La Blanca y situado a 75 metros de altura como pequeña fortaleza militar, fue modelando la arquitectura de la villa intramuros. La fortificación brinda al visitante una vista excepcional de la vieja ciudad amurallada, de la que permanecen algunas de sus puertas, además de otras referencias artísticas que, a pesar de ser construidas a posteriori, mantienen el trazado original.

La ruta se iniciaría en la Plaza del Cid hacia el Paseo del Espolón, del siglo XVIII y que surge rodeado de jardines a la orilla del río Arlanzón. Los arcos de acceso a la Plaza Mayor recuerdan el antiguo trazado de la muralla y en su recorrido se ubican varias estatuas del Palacio Real de Madrid antes de llegar al Consulado del Mar, edificio del XVIII desde el que se controlaba el comercio de exportación de la lana de ovejas merinas castellanas en época de los Reyes Católicos.

arcos famosos

Siguiendo el camino, resulta obligado atravesar el elegante Arco de Santa María, que fue la entrada más importante a Burgos a través de la muralla. Se construyó en el siglo XVI, por ella accedían los reyes que visitaban la ciudad y allí los regentes juraban respeto a los fueros de la villa.

Siguiendo la ruta por el paseo de la Audiencia, en su primera bocacalle se erige un conjunto de obras importantes de los siglos XIX y XX, entre las que destacan el Palacio Arzobispal y la iglesia de las Salesas. A pocos metros de esta, el visitante se encontrará con parte del lienzo de la muralla original, que data de los tiempos de Alfonso X, El Sabio.

El camino sigue por el conocido como Paseo de los Cubos, que nos revela el lienzo más largo de muralla conservado en la actualidad. En sus muros se abre la Puerta de la Judería junto al Torreón de Doña Lambra. Antes de alcanzar la fortaleza, hay que atravesar una de las puertas principales de la judería, el Arco de San Martín, de estilo mudéjar. Supone la puerta más occidental de la muralla y por la que salían los peregrinos en ruta hacia Santiago.

Atravesando el arco se alza el Solar del Cid, ubicado donde, según la tradición, se asentaba la residencia del Cid Campeador. Tras él se alza el cerro del Castillo, al que se accede por unas escaleras que conducen al viajero hasta el mirador de la fortaleza (año 884), desde donde se disfruta de una excepcional panorámica del viejo recinto amurallado y de toda la ciudad. Abandonando el castillo nos encontraremos con el Arco de San Gil, también con algunos restos de la vieja muralla. Y, por último, se llega al Palacio de la Capitanía General y al final del paseo en el Arco de San Juan.