AS figuras más prestigiosas del mundo de la literatura recomiendan siempre releer a los clásicos. Es lo que Opel ha hecho con el Astra. La firma alemana ha aprovechado el obligado salto generacional para reconsiderar a fondo el longevo proyecto, esmerándose en su progresión estética y tecnológica. El esfuerzo obtiene como recompensa un producto grato y cabal que encara el futuro con buenas expectativas. Un diseño amable y actual envuelve a esta entrega, que concilia pragmatismo y modernidad mezclando en su gama motorizaciones puramente de combustión -diésel de 130 CV y gasolina con 110 y 130 CV- y otras con sistema de hibridación enchufable (180 y 220 CV). Opel oferta el Astra desde 24.660 euros, importe inicial sin contabilizar promociones; la declinación familiar Sports Tourer, prevista para final de año, comportará un ligero sobreprecio.

Las posibilidades de éxito del Astra, y del resto de compactos de talla media con declinaciones tipo wagon, están fuertemente condicionadas por la moda. La eclosión del estilo crossover, consolidado hace tiempo como corriente de diseño hegemónica, eclipsa a estos formatos clásicos. Si esa fiebre SUV no remite, los turismos de hechura tradicional continuarán languideciendo. De hecho, varios importantes constructores han optado ya por abandonar este tipo de creaciones. Otros, en cambio, siguen confiando en ellas, porque comienzan a detectar indicios de un cambio en los hábitos de compra. Es el caso de Opel, marca dispuesta a incentivar el hipotético auge de los turismos por medio de un nuevo Astra más convincente y atractivo.

La firma alemana, adscrita hoy al plurinacional grupo Stellantis, aprovecha sinergias mientras intenta preservar sus señas de identidad. El Astra es un buen testimonio de tal esfuerzo. Comparece ataviado con un original atuendo, acorde al código estético que distingue a las creaciones de Opel más recientes. Esa singularidad esconde, no obstante, unos mimbres que el modelo comparte con productos de otras firmas del consorcio europeo.

La afinidad es especialmente intensa con el Peugeot 308, primo-hermano y a la vez directo competidor del Astra. Ambos poseen hechura, armazón y componentes semejantes, por no decir idénticos. La rivalidad entre uno y otro se antoja feroz, y se va a dirimir sobre todo por los aspectos que los diferencian. La política comercial puede ser uno de ellos. No obstante, el estilo estético se perfila como el factor que va a determinar el grado de éxito.

El Astra adopta una apariencia acorde a los tiempos que corren. Queda marcada por un semblante expresivo y por una acogedora cabina de ambientación menos sofisticada que la de su principal oponente. Dejando a un lado la estampa exterior, porque una puede gustar más que otra, y también la calidad percibida, estimable en ambos casos, es la concepción interior la que establece las verdaderas diferencias. Y ahí Opel sintoniza mejor con las personas reticentes a innovaciones tecnológicas que comprometan demasiado el diseño interior. Por tanto, agrada más a quienes prefieren un puesto de conducción digitalizado sí, pero provisto de volante y mandos convencionales.

La evolución del Astra depara esta remesa que respeta la talla conocida, pero que adquiere robustez y habitabilidad, cobrando así un empaque superior. Ocupa 4,374 metros de largo y 1,86 de ancho, cotas a partir de las cuales obtiene una distancia entre ejes de 2,675 m. La acertada concepción de la cabina, más que el exiguo aumento de 1,3 cm en la batalla, consigue que los ocupantes -como siempre, cuatro mejor que cinco- viajen confortablemente; también contribuye a que puedan disfrutar de un maletero con 422 litros útiles (70 menos en las versiones hibridadas), capacidad superior a la media de la categoría.

La sensación de amplitud y bienestar se acentúa a bordo de la próxima derivada Sports Tourer de zaga prolongada. Aprovecha el estirón aplicado a su carrocería (presenta una eslora de 4,64 m) para añadir seis centímetros a la separación de los ejes, motivo de alegría para los inquilinos del asiento posterior. Este envase familiar brinda también un portaequipaje significativamente mayor, con 608 litros bajo la bandeja y 1.634 cuando se prescinde de las plazas traseras.