Valiente y arriesgada, la postura de cambiar caballos por kilovatios y octanos por amperios deja en manos del público buena parte del porvenir del modelo, que es como decir el del fabricante. Seguramente Renault se ha formulado la pregunta del millón y se ha respondido que sí, que el mercado está lo bastante maduro para dar este drástico salto tecnológico. Es una percepción cuando menos optimista, porque una cosa es que la ciudadanía asuma el devenir eléctrico y otra bien distinta que pueda o quiera comprar un coche así. Las matriculaciones serán las que confirmen, o no, el diagnóstico.

De momento, el Megane E-TECH promete satisfacciones a quienes reúnan las condiciones necesarias para adquirirlo. De entrada las económicas, puesto que, como sucede con todos los demás coches a pilas, cuesta bastante más que sus semejantes con motor convencional. Pero sus destinatarios han de cumplir también algunos requisitos logísticos: tener acceso garantizado a un punto de recarga y necesidades de desplazamiento compatibles con una autonomía limitada.

Revestido de un estilo sugestivo e innovador, claramente distinto al de su inmediato antepasado, este Megane es algo más escueto. Su carrocería de cinco puertas, que exhibe un porte musculoso con cierto deje SUV, presenta una eslora de 4,2 metros, tiene 1,77 de ancho y 1,50 de alto. Es, por tanto, apreciablemente más corto (la remesa saliente ocupa 4,36 m) y un pelo más estrecho. Aun así rentabiliza bien esas proporciones al conseguir una distancia entre ejes similar (2,685 m), lo que propicia habilitar una cabina razonablemente espaciosa para su hechura comprimida. Brinda unas excelentes butacas delanteras, unas plazas traseras correctas y un aceptable portaequipaje (389 litros).

El Megane E-TECH es un producto de última generación, lo que se percibe nada más acceder a su interior. Aposentado al volante se descubre un innovador puesto de mandos presidido por una combinación de dos pantallas. Una de ellas, horizontal de 12,3 pulgadas, hace las veces de cuadro de instrumentos. La segunda es vertical y tiene 9 o 12 pulgadas, dependiendo del acabado; va encastrada en el centro del salpicadero, orientada hacia quien conduce, y sirve para controlar el sistema multimedia, el de navegación y el Multi-Sense, que permite seleccionar distintos modos de conducción (Eco, Comfort, Sport y Perso).

Este recurso consiente adecuar las reacciones del vehículo a gusto del consumidor, haciéndolas más sostenibles, más suaves o bien más ágiles. Pero lo que verdaderamente determina el comportamiento dinámico de este Megane 100% eléctrico es la combinación de motor y batería elegida. Y la cosa cambia mucho de una a otra configuración.

La versión básica, denominada EV40, asocia un impulsor de 96 kW, potencia equivalente a 130 CV, con una batería de 40 kWh. Transferida a las ruedas delanteras con ayuda de una caja automática, esa energía depara unas prestaciones cabales: lanza los 1.600 kilos del coche de 0 a 100 km/h en 10 segundos, fijando la velocidad punta en 150 km/h. Una conducción eficiente, en circunstancias ambientales propicias que eviten encender la climatización, permite cubrir hasta 300 km antes de agotar la batería.

La opinión sobre este Megane mejora bastante cuando adopta la definición EV60, que vincula un bloque impulsor de 160 kW (220 CV) a un acumulador con 60 kWh de capacidad. La alianza depara un temperamento más vivo pese a los cien kilos ganados, como evidencia su poder para rodar a 160 km/h y progresar hasta 100 en 7,4 segundos. Si no se constata a menudo ese potencial, la autonomía puede acercarse a los registros de homologación, que auguran un alcance máximo de 427 a 470 km.

Como es habitual en los eléctricos contemporáneos, la batería desarrollada por Renault ocupa los bajos, justo entre los ejes, rebajando así el centro de gravedad del vehículo, lo que confiere un mayor aplomo a sus evoluciones. Dicho acumulador supone un lastre de casi 400 kg, pero apenas resta espacio interior ya que solo ocupa 11 cm de altura. Tiene ocho años de garantía certificada.

El fabricante oferta cuatro posibilidades de reabastecimiento de la batería. Las dos primeras modalidades se reservan al motor menor; la standard admite cargas con corriente alterna hasta 7 kW, mientras que la boost puede trabajar a 22 kWh de corriente alterna y 85 de continua. Las otras dos fórmulas van destinadas al propulsor más potente; la super carga en CA con una potencia máxima de 7 kW y de 130 en CC, en tanto que la optimum admite 22 kW de CA y 130 de CC. El precio final del Megane E-TECH varía en función del sistema de recarga; sube 1.500 euros de un tipo al inmediatamente superior.

El menú del modelo plantea cuatro definiciones de producto sucesivas: equilibre, evolution, techno e iconic. Presentan dotaciones progresivamente más completas y sofisticadas, que van aportando avanzados recursos de seguridad, conducción y confort.

EFICIENCIA

RADIO DE ACCIÓN, TIEMPO DE RECARGA

Batería. Junto a la autonomía, la gran virtud que persiguen los eléctricos es la eficiencia de recarga, porque comporta menos tiempo de inmovilización del vehículo. Reponer el contenido de la batería de 40 kWh útiles del Megane precisa casi 21 horas cuando se enchufa a una toma doméstica convencional de 2,3 kW; la espera se reduce a poco más de 12 horas en un punto a 3,7 kW y lleva cerca de 6 horas en uno a 7,4 kW. En consecuencia, esta versión del modelo no parece tan idónea para viajar como la que monta el acumulador más capaz, de 60 kWh, y el motor más solvente. Aunque precisa 30,5 horas de conexión a 3,2 kW para reponer todo su contenido, esa operación puede efectuarse en solo 200 minutos usando un punto de carga rápida de CC a 22 kW.