El HR-V se hace notar en medio del saturado panorama SUV gracias a su estampa. Aunque evita rasgos demasiado rotundos y potencialmente conflictivos, el candidato de Honda ostenta identidad propia. Consigue así distinguirse del retrato robot en el que encajan muchos rivales clónicos. Destaca en su diseño el poderoso semblante, marcado por una elegante parrilla de lamas horizontales presidida por el logo de la marca. El perfil evidencia la musculatura de la silueta, cuya evidente vocación de cupé queda patente en la declinación del techo a popa, hasta desembocar en un parabrisas posterior bastante acostado.

Las dimensiones apenas han aumentado respecto a la remesa anterior; la que viene modifica tan solo unos milímetros algunas de sus cotas. Presenta una eslora de 4,34 metros, ocupa 1,79 de ancho, rebaja el techo a 1,58 y aumenta un centímetro su notable distancia al suelo (1,88 m); el mayor crecimiento lo experimenta la separación entre ejes (2,66 m), lo que contribuye a mejorar la amplitud de su antecesor. Así pues, la cabina permite acomodar a cuatro adultos de cierta corpulencia (admitir un quinto pasajero supone siempre renunciar a una dosis de confort); disfrutan de abundante espacio para las piernas y de un grato desahogo a la altura de la cabeza.

Si las circunstancias lo requieren, las plazas traseras pueden replegarse fácilmente para liberar un práctico hueco de piso plano con 1.305 litros. El maletero convencional, accesible y de proporciones regulares, brinda 335 litros con todos los asientos en su sitio. Aunque pierde un 25% respecto a su predecesor, esa capacidad cubre las necesidades cotidianas de cualquier familia media.

El habitáculo, acogedor y bien resuelto, no sorprende con un diseño vanguardista ni con materiales muy lujosos. A cambio, satisface con una distribución intuitiva y reconocible, adornada por la habitual calidad de ejecución de la sobria marca, que acostumbra a hacer coches para durar.

Quien se siente a los mandos del HR-V encontrará un volante multifuncional clásico y, tras el mismo, un sencillo y legible cuadro de instrumentos. A la derecha, coronando el centro del salpicadero, se ubica una pantalla táctil parcialmente encastrada en el tablero. A través de este elemento, que ya se ha vuelto irrenunciable en los modelos modernos, se operan los servicios de información y entretenimiento (navegación on line, conectividad, red propia wifi, etc.).

La puesta al día de este proyecto de SUV ligero ha comportado un replanteamiento del método de impulsión a emplear. Honda, que ya había prescindido de la motorización diésel en la entrega saliente del HR-V, en la recién llegada opta exclusivamente por la electrificación. Su único sistema de impulsión emplea la tecnología híbrida e:HEV, que la marca extenderá al próximo Civic, tras aplicarla ya en el Jazz y el CR-V.

Con esta modalidad mixta, Honda pretende ofrecer “una experiencia de conducción ágil y agradable, con una gran capacidad de respuesta y un ahorro de combustible impresionante”. Para convertir en realidad tan buenos propósitos pone a trabajar conjuntamente tres motores. Dos son bloques eléctricos, uno actúa como generador y el otro como impulsor. El tercero es el i-VTEC a gasolina de 1,5 litros (107 CV), cuya misión consiste en cooperar con el propulsor eléctrico; lo hace apoyando su esfuerzo o sustituyéndolo en momentos puntuales, y generando energía eléctrica. La asociación procura un rendimiento absoluto de 131 CV y brinda un par máximo de 253 Nm a 4.500 rpm.

El sistema e:HEV contempla tres modalidades de funcionamiento, que se activan automáticamente en función de las circunstancias de conducción. El HR-V arranca siempre en modo eléctrico, para pasar de inmediato al híbrido, en cuanto la demanda de potencia con el acelerador así lo requiere. Cuando esa exigencia es muy alta y sostenida, el modo mixto se desactiva y solamente interviene el motor de gasolina.

A criterio del conductor queda elegir el temperamento del vehículo, optando entre tres respuestas (Sport, Normal y Econ). Existe, asimismo, la posibilidad de jugar con el grado de retención de la frenada regenerativa seleccionando la intensidad del modo de conducción B, para recuperar energía como los eléctricos puros.