No es frecuente que un automóvil despliegue la variedad de tecnologías con la que comparece en el mercado el C4, que debuta ofertando mecánicas diésel, gasolina y también eléctrica. Lo consigue gracias a un diseño específico de plataforma, compatible con diferentes propulsores (otros fabricantes se ven obligados a fabricar expresamente modelos eléctricos). De modo que el turismo medio de Citroën aprovecha tres contrastados bloques del banco de órganos del grupo PSA: gasolina, diésel y eléctrico.

Además del bloque a pilas, saca partido a la satisfactoria variante con 130 CV del 1.2 Pure Tech tricilíndrico de gasolina. Junto a este solvente, relativamente austero y, por tanto, satisfactorio motor, aparece el reputado turbodiésel 1.5 de cuatro cilindros, con idéntica potencia. Ambos se asocian a transmisión automática de ocho relaciones, si bien el de gasolina puede optar también a caja manual de seis marchas. A lo largo de este año se integrarán en el catálogo otras dos declinaciones del Pure Tech 1.2, con 100 y 155 CV, así como un BlueHDi de 110 CV.

Buena parte del protagonismo de este estreno recae en la minoritaria derivada con impulsión eléctrica, que se comercializa con la denominación ë-C4. Apenas presenta diferencias de aspecto, más allá de la supresión de la salida escape y la inclusión de la entrada de electricidad. El primer testimonio de su naturaleza queda patente por el sigilo con el que se pone en funcionamiento. Su motor de 100 kW, equivalentes a 136 CV, lo empuja con más tesón que ímpetu, sosiego que no invita a explorar sus posibilidades dinámicas.

Hacerlo impediría acercarse a esos 350 km de autonomía ideal que promete el fabricante con la batería de 50 kWh a plena carga. Reponer el contenido de la misma comporta media hora de conexión a una fuente rápida de corriente de 100 kW y más de un día en un enchufe doméstico; con el cargador monofásico de 7,4 kW que suministra el vehículo, hay que esperar siete horas y media. La operación se puede gestionar a través de una aplicación en el smartphone o la tableta.

El ë-C4 es uno de esos productos eléctricos que no propician una conducción precisamente emocional. No obstante, quien sepa adaptarse al cambio acabará disfrutando de otro modo: a falta de intensas sensaciones dinámicas, el reto de adecuar el manejo para intentar extender la autonomía llega a resultar entretenido y gratificante. El modelo prescinde de selector de marchas, sustituido por una botonera con pulsadores para avanzar, retroceder, parar y regenerar energía. Dispone, además, de un selector de modos de marcha (Normal, Sport y Eco) que modifica la respuesta del motor.