JEEP no está dispuesto a desviarse del rumbo de una industria del automóvil que avanza inexorablemente hacia la electrificación. Tampoco tiene intención de renunciar a unas señas de identidad que lo erigen en paradigma del todoterreno. Por eso, no le ha quedado otra que estrujar mentes hasta dar con una solución de compromiso que aclare su porvenir. Tan intensas cavilaciones han deparado un innovador sistema de impulsión mixta enchufable que propicia electrificar la tracción integral. Esta eficiente tecnología de hibridación, que Jeep pone al servicio de Renegade y Compass con la denominación 4xe, procura dos niveles de potencia: 190 y 240 CV. El compacto la oferta oficialmente desde 39.750 euros, mientras que el modelo medio reclama al menos 43.200; esos desembolsos se pueden ver reducidos por los descuentos del fabricante y las ayudas gubernamentales.

La primera conclusión que se desprende de la toma de contacto con ambas interpretaciones híbridas es que la indiscutible leyenda negra de los todoterrenos contaminantes toca a su fin. La electrificación está a punto de redimir a los 4x4 clásicos de uno de sus grandes pecados medioambientales. Si algo demuestran modernas creaciones como estos Jeep 4xe es que hoy resulta posible preservar, incluso acentuar, las capacidades trepadoras sustituyendo los propulsores térmicos de toda la vida por bloques eléctricos con nulas emisiones. En su caso, la emblemática marca americana ha optado por la hibridación, más práctica y asequible, a medio camino entre la época pretérita y la electrificación plena.

El Renegade y el Compass 4xe adoptan un complejo y eficaz método de propulsión combinada. Pone a trabajar un motor gasolina 1.3 de cuatro cilindros turboalimentado, disponible en dos niveles de potencia (130 y 180 CV), para accionar las ruedas delanteras; recibe el apoyo de un pequeño bloque eléctrico, que hace las veces de motor de arranque y de generador. Otra unidad eléctrica más solvente (60 CV) se ocupa de mover las ruedas traseras.

Así es como el sistema mestizo obtiene tracción integral, sin necesidad de recurrir a un componente mecánico de transmisión que conecte ambos ejes. El fabricante afirma que esta solución, además de aliviar peso, propicia una mejor gestión de la motricidad.

Dependiendo del rendimiento del propulsor térmico, la potencia acumulada de esta motorización puede alcanzar 190 o 240 CV. En el mejor de los casos, asociado a caja de cambios automática de seis relaciones, este grupo es capaz de hacer progresar el vehículo de 0 a 100 km/h en siete segundos y de marcar una velocidad punta de 200 km/h. Las diferencias de prestaciones entre Renegade y Compass 4xe no son mayores que las que determinan los distintos neumáticos empleados en cada uno.

La alimentación del conjunto compete a un paquete de baterías de 11,4 kWh. Los dos vehículos lo alojan bajo el asiento posterior, por lo cual no resta habitabilidad a la cabina, aunque sí merma ligeramente la capacidad del maletero y del depósito de combustible. El reabastecimiento del acumulador requiere conectarlo a la red entre cien minutos y casi cinco horas, dependiendo del punto de carga disponible.

Hasta aquí la descripción de las tripas del sistema. Ahora vamos con el modo de funcionamiento. Por complejo que resulte desde el punto de vista técnico, su manejo reviste la sencillez de un electrodoméstico. Quien se ponga a los mandos de uno de estos Jeep 4xe va a encontrar, junto a la palanca de cambios, un selector con tres modos de utilización: Hybrid, Electric y E-save.

El primero, predeterminado para arrancar el vehículo, gestiona el sistema motriz en busca de la máxima eficiencia energética, por lo que prioriza la intervención del impulsor eléctrico mientras reste batería y favorece la recuperación de energía. La opción 100% eléctrica permite rodar casi 50 km en modo ‘0 emisiones’, a un máximo de 130 Km/h; superar esta velocidad o dar un acelerón provoca que intervenga el motor de gasolina y reduce la autonomía. La modalidad E-save está concebida para extender la duración de la batería, concediendo mayor protagonismo al motor de combustión, o bien para propiciar su recarga en marcha.

Estas pautas de respuesta de ambos vehículos pueden verse alteradas en función de la utilización que se haga del sistema de tracción total. Este dispone de Select-Terrain, un gestor electrónico de tracción que brinda cinco programas de conducción desarrollados para adecuar la motricidad a la superficie por la que se transita. El modo Auto se amolda tanto a la carretera como al campo; el Sport fomenta las prestaciones sumando impulsión térmica y eléctrica; Snow y Sand/Mud proporcionan máximo agarre para rodar en condiciones extremas (nieve, arena, barro…); el 4WD Lock mantiene la tracción integral activada para avanzar a menos de 15 km/h, mientras que el 4WD Low intensifica las capacidades trepadoras simulando el efecto de una reductora. Esta última función se vincula al acabado Trailhawk, indicado para amantes de la conducción ‘off road’ extrema, que ofrece una derivada Rock aún más resolutiva del modo experto.

Parece un menú complicado de dominar y, de hecho, conseguirlo puede deparar varias tardes de entretenimiento. Pero hay que pensar que, como toda la tecnología moderna, estos coches programan un modo Auto que funciona de maravilla y evita quebraderos de cabeza a los usuarios menos mañosos o apasionados.

En resumen, Jeep irrumpe en la era de la electrificación y lo hace con paso decidido a bordo de estas propuestas 4xe de Renegade y Compass. Son productos sobradamente conocidos, que ahora amplían su horizonte comercial al entrar en los cálculos del sector de público con claras inquietudes medioambientales. Sus destinatarios figuran entre quienes han decidido que su próximo coche sea sostenible, al menos tanto como lo pueda ser un híbrido enchufable, y además valoran que posea cualidades propias de un genuino todoterreno.