LA reinvención del superventas de SEAT depara un coche cabal, un valor seguro. Lo es para los pragmáticos que buscan cualidades objetivas y también para quienes agradecen un toque emocional acompañando a tanta racionalidad. La evolución estética del Leon -nueva grafía impuesta por la globalización- no sorprende demasiado ni despierta una fascinación unánime, pero vuelve a garantizar una estampa grata e inmune a la devaluación por los vaivenes de la moda. El catálogo propone cinco modalidades de impulsión diferentes -gasolina, diésel, GNC e hibridación suave y enchufable-, con rendimientos entre 90 y 204 CV; ofrece una carrocería familiar y otra más corta de cinco puertas, así como cuatro niveles de acabado. La variante más sencilla se puede adquirir por menos de 16.000 euros acumulando todas las promociones de la marca.

El desinterés del público por los formatos de tres puertas provoca su exclusión definitiva del muestrario Leon, que queda reducido a dos siluetas, la compacta de cinco accesos y la Sportstourer de zaga estirada. Esta última renuncia a un derivado de inspiración crossover como el Xperience ofertado por la remesa saliente. La recién llegada para relevarla muestra un vehículo completamente nuevo, aunque fácilmente reconocible como miembro de la estirpe SEAT. Para empezar, recibe la plataforma más moderna del grupo Volkswagen, la encargada de sustentar las últimas creaciones de sus distintas marcas. Sobre ese soporte, que propicia reducir el peso y aumentar la rigidez estructural, se arman las dos variantes carroceras del Leon. Ambas son más largas (86 y 93 milímetros, respectivamente), estrechas y bajas que las precedentes.

La escueta alcanza 4,37 metros de eslora; la familiar, que tiene idéntica batalla, prolonga su retaguardia para ocupar 4,64 metros de largo, lo que propicia multiplicar hasta 620 litros la capacidad de carga del compacto (380 litros). Separan sus ejes 2,68 metros, 5 cm más que antes. El nuevo diseño depara, además, una de las cabinas más holgadas y mejor aprovechadas del segmento. El Leon puede acomodar en su seno a cuatro adultos de casi dos metros, algo de lo que no son capaces muchos competidores.

En su cuidada ambientación desempeña un papel decisivo la cálida y original iluminación interior, que incluye una línea perfilando la cintura del vehículo; la presencia de un obstáculo en el ángulo ciego se anuncia prolongando ese trazo luminoso por la contrapuerta correspondiente. Al acceder a bordo, la atención se concentra en dos focos de luz: el puesto de mandos dominado por el cuadro digital tras el volante y la pantalla flotante de mayor tamaño que corona el salpicadero; por medio de esta se controlan las principales constantes vitales de coche y se gestionan funciones de conectividad, navegación, climatización, etc.

La versión más temperamental (FR) también permite regular la respuesta del Leon (suspensión y dirección) a través del selector de modos de conducción. Interviene sobre el control de chasis adaptativo, permitiendo optar entre un tacto de conducción firme y otro confortable prestablecidos, e incluso que el propio usuario defina tales parámetros. Este recurso se ofrece como opción (770 euros) en otros acabados.

El retrato robot de la clientela potencial del modelo elaborado por el fabricante muestra personas, mayoritariamente hombres, ligeramente por debajo de los cuarenta en el caso del formato compacto y un poco por encima de dicha edad en el del Sportstourer. La experiencia sugiere a los gestores de SEAT que entre ese público proliferan personas con inquietud por la tecnología, especialmente en aspectos como la conectividad, la seguridad y la sostenibilidad. Pero también detectan en ellas un interés por las prestaciones, por el rendimiento del coche, algo cada vez menos prioritario en esta época. Así que los ingenieros de la casa se han puesto manos a la obra para no defraudar esas expectativas. El resultado es un Leon que hace gala de una dinámica de conducción aún más ágil, precisa y satisfactoria que hasta ahora.