LA impresión en 3D del futuro se puede hacer de forma sostenible, creativa y de forma inclusiva, es decir, para todo el mundo. "Parece que hacer las cosas de forma sostenible tiene que ser caro y para unos pocos. Pero nosotros creemos que el futuro debe ser de todos. Hay que fabricar de modo sostenible, respetuoso y saludable para quienes la usamos. Eso es posible hoy y es emocionante", dice Aran Azkarate, a sabiendas de que les queda mucha tela por cortar. En su fábrica de 150 metros cuadrados, aquí al lado de casa, en Sondika, el equipo de Comme des Machines tiene un laboratorio llamado a cambiar el curso de la moda: impresoras 3D con las que generar pendientes, bolsos o tejidos. "Tenemos mucho reconocimiento pero somos una empresa pequeña. Porque hay proyectos que no solo transforman el mundo sino que también te transforman a ti", dice una entusiasta Azkarate. Y no es para menos, a punto de lanzar la primera colección de bisutería sostenible con una gran firma. Vibrando con lo que hacen y echando muchísimas horas están al frente de la empresa, junto con la propia Azkarate, Suso García León, Andrés Iglesias y Jon Mikel Azkarate. "Dos procedemos del mundo de la moda, uno del mundo de la ilustración y otro del diseño gráfico, pero no hay ningún ingeniero. Esto ha sido una labor completamente autodidacta", indica Azkarate.

Entre sus clientes, figuran firmas de renombre como la diseñadora de joyas Helena Rohner y otros muy potentes como BBK Live, el Mode Museum de Amberes o el Museo Guggenheim de Bilbao, pero también hay clientes pequeños. Su manera de producir es flexible, rápida, permite la personalización y no genera stocks ya que no exige mínimos de compra. "Cuando empezamos ya vimos que esta tecnología permitía trabajar con poco volumen. Imagina que una empresa pequeña tiene que comprar 35.000 unidades para que le salga a cuenta, pero llegamos nosotros y le decimos tú puedes fabricar lo que necesitas. En nuestro caso, la rentabilidad no depende de que forcemos a nadie a comprar más cantidad", resalta.

Empeñados en fabricar un mundo mejor, Azkarate continúa. "Imagina qué gozada poder fabricar piezas sostenibles, personalizadas y solo en la medida que tú necesitas. Uno de los grandes problemas de la industria textil es la enorme cantidad que se fabrica antes de ser vendida porque la rentabilidad reposa sobre el volumen. Eso es un gran problema por la contaminación que genera".

Pero no solo de cosas vanguardistas y futuristas vive esta mezcla tan especial entre artesanía y digitalización. "Empleamos herramientas futuristas pero nos emociona la memoria, la nostalgia, el conocimiento del pasado, y sobre eso se construye el futuro. Que yo emplee una máquina de impresión 3D no significa que tenga que fabricar un tejido futurista. ¿Por qué no coger el relevo de esas bordadoras, esas plisadoras que por desgracia están desapareciendo? Por eso empezamos a hacer encajes, plisados... Imagina no imprimir solo trozos de tela sino directamente el patrón", explica orgullosa.

Moda además sin límites porque las posibilidades que ofrece la impresión 3D son infinitas. "Me parece el juguete mágico con el que siempre soñamos para hacer un mundo mejor". Como ejemplo señalar que el material que más utilizan es el PLA, un biomaterial vegetal a partir de patata o caña de azúcar, biodegradable y compostable. "Pero imprimimos cementos, barros, metales de distintos tipos, varias maderas... Justo hoy empezamos un proyecto de madera con material celular, con lo cual vamos a plantar cosas que crecerán y se alimentarán de la propia pieza impresa", dice con sencillez sin darse cuenta que suena a ciencia ficción.