Elio es la mascota que acompaña cada jueves a estos cuatro niños de entre 3 y 5 años en sus actividades. Su presencia, mansa y cariñosa con los pequeños, actúa como terapia: ayuda a los niños a responsabilizarse de un ser vivo -lo sacan a pasear, lo abastecen de agua, lo peinan y limpian- y, a su vez, ese estar tranquilo influye y acentúa el foco en la atención de estos alumnos que en muchas ocasiones son altamente sensibles a la cantidad de información del entorno, incluso de los espacios que para otro tipo de personas resultan anodinos (una tienda de un centro comercial, un bar, una villavesa...).

De esta última característica del autismo, precisamente, surgió el lema No soy travieso, tengo autismo. Tengo demasiada información, de la campaña de 2016 de la Sociedad Nacional de Autismo del Reino Unido que muchas asociaciones han hecho suya para educar a la población. Por ello, un aula TEA, bien de Infantil bien de Primaria, no suele disponer -como una clase ordinaria- de una elevada cantidad de dibujos ni de un exceso de mensajes pegados a las paredes, como un abecedario con letras divertidas o paneles permanentes con fotografías o ilustraciones de los estudiantes. Esto, en parte del alumnado con este trastorno, supondría un bombardeo y explosión de estímulos que sería difícil de gestionar.

Por ello, como cuentan en este colegio, su aula está adaptada a sus alumnos: en cuanto a la apariencia (las paredes son de un azul escogido por no ser un color estridente), y con respecto a la luz, ya que disponen de amplios ventanales. Además, en sus muros únicamente cuelgan los pictogramas necesarios para indicar el trabajo del día a los alumnos. El reparto de cinco colores -que tiñen el perchero, las sillas y unas huellas dibujadas en el suelo- están pensados para que cada niño se atribuya uno y desarrolle su trabajo ayudado del color que le corresponde.

Otra peculiaridad son los recursos humanos específicos para la atención y progreso en el aprendizaje de los pequeños. En el centro disponen de una tutora que es pedagoga terapéutica (PT), otra docente PT que complementa la jornada a la primera y tres cuidadoras (siempre hay tres adultos en el aula con los niños). Este aula ha sido una apuesta de la dirección consciente de la necesidad de esta atención en la escuela pública. Asimismo, en este centro, indica el director, Eloy Jordán, “hay mucho trabajo de concienciación y educación social sobre el TEA con familias y alumnado de todos los cursos”.

¿Y cómo es un día cualquiera para un pequeño con TEA? La tutora Cristina González explica que la repetición y la rutina son fundamentales. Los niños llegan al colegio en taxi acompañados siempre de la misma cuidadora, Rosa, y la entrada al centro se produce diez minutos más tarde que la del resto de niños, para una atención completa y menor alboroto, dada la hipersensibilidad de estos pequeños. Ya aquí, se entra en clase y empieza el trabajo: colgar correctamente los abrigos, sentarse en la silla con su color y relajarse con música para adaptarse al nuevo entorno. Entonces, por medio de pictogramas que se disponen por la pizarra, se explica en qué consistirá y cómo será el día de hoy. Y a por ello.