Bilbao - Le ha encantado hacer su personaje de Conrado en La peste. En los episodios de la segunda temporada da vida a un sargento de hierro de la mafia sevillana. Es uno de los villanos y está encantado con jugar con un papel que le permite salir de la realidad cotidiana. En estos momentos, ha pasado página a una historia que está en manos de los espectadores, para convertirse en gobernador en la nueva ficción histórica que, también para Movistar+, está dirigiendo Enrique Urbizu, Bandoleros.

¿Cómo ve al personaje que ha hecho para ‘La peste’?

-Como a un ser malo. Se llama Conrado, un nombre que suena a buena persona, pero él no lo es en absoluto. Es una especie de sargento de hierro de La Garduña, la mafia de la Sevilla de aquella época.

¿El ideólogo o el ejecutor?

-El ejecutor. Conrado es el que se encarga de la lucha armada, algo que le fascina y le gusta. Trato de mantener el orden dentro del ejército de La Garduña. Lo mantiene a raya y con mano de hierro y también siempre está dispuesto a cargarse a quien sea para que el negocio de la mafia no se venga abajo.

Vaya, disfruta con el sufrimiento.

-Por supuesto. Mi personaje es cruel: mata, corta lenguas, brazos y lo que sea sin la más mínima compasión.

Un personaje encantador por lo que cuenta y lo que se ve en esta segunda temporada de ‘La peste’.

-Majísimo, ya ves. Te puedes tomar un café tranquilamente con él que no te pasa nada. Ja, ja, ja? El perfil estaba contado en guion y yo lo que hago es mostrar que el personaje de Conrado no trabaja con saña. Hace ese trabajo como cualquier otro que no fuera violento. Es un trabajo que alguien tenía que hacerlo en aquella época. Yo lo que hago es que el negocio funcione.

Supongo que a ese le llama naturalidad y profesionalidad, aunque sea a la hora de matar o mutilar.

-Sí, claro. Yo lo hago sin acritud. Pero es consciente de quien a hierro mata, a hierro muere. Él es un soldado y está dispuesto a morir.

¿Resistirías su personaje una tercera temporada como jefe de la mafia sevillana?

-Me encantaría. Ojalá que se haga tercera temporada. Me siento muy cómodo en la Garduña.

En la Garduña muchos centran el origen de la mafia en Italia. ¿Qué sabía usted de esta sociedad que supuestamente operó en España entre los siglos XV y XIX?

-No tenía ni idea lo que había sido esta sociedad. Es también un animal, una especie de depredador nocturno, carroñero, una alimaña con tendencia a saquear gallineros y que tiene algo que no es tan habitual en los animales, mata por placer, no lo hace para comer.

¿Se ha puesto al día sobre la Garduña mafia?

-Sí. Yo no sabía que era real, pero me parece fascinante. Hay muchas teorías al respecto. Como tú apuntabas se acusa a esta sociedad de ser el origen de otras mafias italianas como la camorra. Me gusta pensar que mi personaje, el malvado Conrado, anduvo por aquí y por allá aprendiendo cómo extorsionar, acojonar, torturar y matar.

Es verdad que su personaje además de ser un matón a sueldo, le va la marcha. ¿Disfruta más con este tipo de personajes que con los bondadosos?

-Tengo la obligación, también la devoción, de amar todos los personajes que hago. Me gusta que los personajes me atrapen, me sean atractivos, pero no siempre son así.

¿Y sigue amando a un personaje que no le resulta atractivo?

-Sí. Yo quiero a todos mis personajes. Pero pasa como en la vida, hay gente a la que quieres mucho, muchísimo, y a otra, menos, pero la quieres. Me gusten más o menos, no tengo otro remedio que defenderlos a todos. Los actores somos abogados defensores de nuestros personajes. Sean mejores o peores, siempre les encuentras cierto encanto. Hay en todos ellos un punto de juego, de divertimento, te ofrecen la posibilidad de hacer cosas que no puedes hacer en la vida real?

Bueno, si se refiere a matar, cortar lenguas o amputar brazos?

-Ja, ja, ja? Desde luego, me refiero a esas actitudes tan villanas y también a otras actuaciones de muy diferentes. Vamos a ver, los personajes buenos se parecen más a los de la vida real, a cómo eres tú.

¿En la vida real todos somos buenos? Hay titulares de la realidad que superan la ficción en maldad.

-Sí, pero hay mucha gente buena. Cuando hablo de personajes buenos o bondadosos, quiero hablar de personajes cotidianos, de tu vecino de enfrente; de quien te vende el pan o de tu grupo de amigos.

Juzga con mucha bondad a las personas cotidianas.

-Ja, ja, ja? Pero tendrás que reconocer que los asesinos a sueldo, los asesinos que tienen mente perversa o los ladrones, por poner algunas maldades humanas, no te los encuentras cuando pones un pie fuera del portal de casa. Bueno, no es lo habitual.

Así que por lo que veo prefiere a los villanos y a los asesinos.

-Dan más juego a los actores. Nos permite meternos en batallas que nunca vamos a lidiar en la vida real. Pero yo cojo lo que me echen. También me gusta hacer de bueno, pero ser malo me permite jugar con mayor intensidad.

¿Qué otros proyectos tiene entre manos?

-Estoy en la nueva serie de Enrique Urbizu, también es para Movistar+. Se va a llamar Bandoleros. Voy a hacer de gobernador. Es un personaje que me gusta mucho.

En este caso un hombre con poder. ¿Malvado también?

-Depende cómo lo entienda cada uno. Es un hombre que quiere mantener el orden político y eliminar a los bandoleros. Igual que Conrado, este personaje también es otra joyita y cumple con su tarea. Los bandoleros eran los malos. Pero cómo pasa con la mafia, hay una épica y una retórica. En estos momentos, los protagonistas de determinadas historias suelen ser los malos. Aunque no hay que olvidar que detrás del personaje más maligno siempre hay una madre que lo parió, una familia en la que vivió? Es gente que tiene amigos, incluso amantes y se enamoran, pero son malos.

Una doble cara.

-Sí. Y esa doble cara o vertiente es lo que fascina al ser humano, le atrapa y convierte a estos personajes en atractivos para el espectador. Solo tienes que darte una vuelta y ver todos los malos que hay en el cine, en el teatro o en la televisión. La mayoría de las personas no somos así, todos tenemos nuestros secretos y nuestras historias, pero no somos tan bestiales como los personajes de malos, de muy malos. Fíjate, hay seres malignos que hasta van a misa y luego la lían parda en otros lugares.

¿Le ha resultado cómoda la ropa que ha utilizado en ‘La peste’?

-La mía sí. Iba feliz con ella. Cuando hay series de época, prefiero que me toquen personajes a lo que le permitan mancharse la ropa, me gusta ir sucio?

¿Perdone?

-Ja, ja, ja? Te lo explico. Ahora que soy gobernador en la serie de Urbizu, me toca ir más limpito y con más cosas puestas. No te puedes sentar en cualquier lado porque te arrugas, te manchas. Si tengo que hacer época, en cuanto a vestuario, prefiero ir de soldado, de un tío que está en la calle. En La peste, había mucha diferencia en la ropa de quien hacía calle y quien estaba por los palacios.

¿Cuál ha sido su última serie en televisión?

-Vis a vis, la tercera temporada.

¿Cuánto tiempo lleva en la profesión?

-Unos 27 años desde que empecé a estudiar interpretación. Dios, cómo ha pasado el tiempo, si he hecho ya las bodas de plata.

¿Cómo llega a la interpretación?

-De casualidad, estaba estudiando Derecho y me fui con una beca a París y ese viaje lo cambió todo. Me metí en un taller de interpretación y fue un enamoramiento a primera vista. Cuando regresé a Madrid me puse a estudiar Arte Dramático.