L 29 de octubre de 1924, un Real Decreto establecía la desaparición de la anteiglesia de Deusto y su anexión a la villa de Bilbao, que se haría efectiva el 1 de enero de 1925. Así está escrito con rigor de ley, sin detenerse en la consideración de que Deusto siempre ha mantenido su personalidad. No por nada, llevaba siglos a sus espaldas, de cuya existencia hay menos constancia de la que debiera, dado que durante la Guerra civil española mucha de la documentación fue destruida. Pero quedan, quedan noticias.

Queda en pie parte de la Torre de Larrako (trasladada al parque de Sarriko), y se sabe que la parroquia de San Pedro de Deusto, protagonista de esta historia, data del siglo XIV. El asentamiento en Deusto contó con unos pocos caseríos desde el siglo XVI, que fueron creciendo en número paulatinamente desde entonces, siendo la actividad portuaria y pesquera la más destacada. Ya en el siglo XVIII, la población era eminentemente agrícola, cultivándose principalmente trigo y uvas.

Hay testimonio de que en 1752 se erigió el primer ayuntamiento de la anteiglesia. Hubo un segundo edificio construido en 1888, que fue derribado en la Guerra civil. Al municipio le correspondía el escaño número 35 en las Juntas Generales de Vizcaya. Tradicionalmente, la república de Deusto se dividía en La Ribera, de carácter marinero y comercial, con alguna casa notable como la de los Goossens, y el Goiherri, área interior y rural, localmente reconocida por su txakoli y los selebrados tomates de Deusto.

A finales del siglo XIX, la zona recibió un importante impulso debido a la llegada del tren que unía Bilbao con el balneario de Las Arenas. El mismo permitía a los habitantes acercarse con sus productos al mercado de La Ribera de Bilbao, facilitando el trayecto que anteriormente se hacía a pie o a caballo. Si bien el proyecto de la línea ferroviaria existía desde 1872, la misma no se puso en marcha hasta el 1 de junio de 1897.

Fíjese el lector, que ya va siendo hora, en el templo de San Pedro de Deusto, que fue la cabecera del municipio de su nombre. Junto a la Universidad y la torre de Larrako, constituye el patrimonio cultural más significativo de las arquitecturas históricas de esta anteiglesia obradas con anterioridad al siglo XX. San Pedro de Deusto se incluye, además, en el conjunto de iglesias salón vizcainas construidas en los tardíos siglos XV y XVI y representa, al igual que San Vicente de Abando y Santa María de Begoña, el núcleo central de la congregación de fíeles que dieron cuerpo a estas instituciones religiosas y políticas que fueron la base y soporte del territorio vizcaino cuando este se fue estructurando y convirtiendo en la Bizkaia que hoy se conoce. La parroquia de San Pedro de Deusto fue erigida en el siglo XIV, en torno al año 1515 . Su patronazgo fue, inicialmente, laico, pasando a ser eclesiástico en el siglo XV cuando, el 17 de mayo de 1450, Martín Sánchez de Larrondo y otros hicieron donación, al cabildo de la iglesia, de sus derechos y beneficios.

Retrocedamos un par de palmos para conocer los orígenes. El templo en cuestión fue fundado en el siglo XIV por Ochoa de Echébarri y Doña Urraca, su mujer, que iniciaron, con ello, una dinastía de diviseros que se prolongó a lo largo del tiempo.

La vieja fábrica fue ampliada y reedificada de nueva planta en el año 1550. Con el transcurrir de los años se fueron completando sus dotaciones y adaptando el edificio a los nuevos tiempos. Así, entre 1745 y 1750 se levantó la torre que luego sería destruida, en parte, por un rayo ya en los años finales de aquel siglo. También en el siglo XVIII se construyeron el coro y la sacristía quedando, en este sentido, rematada la parroquia.

A mediados del siglo XVIII el pórtico de la iglesia dejó de ser el punto de reunión o cruz parada para el regimiento del municipio. En concreto, en el año 1755, el Ayuntamiento se dotó de su propia Casa Consistorial, ubicándola en la campa existente delante del templo. De esta manera se configuraría el conjunto urbano más representativo de la serie de núcleos de población que formaban la anteiglesia. Ya iba diseñándose aquel Deusto del 1 de enero de 1925 que pasaba a formar parte de Bilbao.

Miremos de nuevo al templo. Emerge la fábrica como una sola nave, construida en un estilo gótico tardío, como corresponde al período de su erección. El volumen, simple y de no excesivas dimensiones, tiene adosadas unas pocas capillas, testimonio familiar una: la de los Basabe y religioso otra: la de las Mercedarias que, luego, buscarían refugio en su templo del muelle de Marzana. Hoy estas capillas han perdido la función de tales, sirviendo, ahora, de lugar de exposición de otras tantas tallas, mientras que sus hermosos retablos, atribuibles, probablemente, al taller de los Beaugrant, se hallan recolocados en otras posiciones más próximas al presbiterio.

El retablo principal, centrado en la imagen de San Pedro, patrono del templo, es originario, al menos en sus elementos bajos, del siglo XVIII.

La iglesia sufrió una reforma para ampliar la capacidad y visibilidad de su coro y reubicar el órgano, diseñada por Pedro Ispizua en los años sesenta del pasado siglo. Un corazón que late desde el profundo siglo XIV y que hoy se manifiesta como testimonio histórico de uno más de los pueblos que, sin dejar de serlo, sucumbieron y dieron vida al constante crecimiento de la Villa bilbaina. He ahí el embrión de lo que hoy es conocido.