Nora habla de una mujer que viaja desde Argentina a Euskadi para que las cenizas de su abuelo reposen en la tierra donde está el origen familiar. Su creadora asegura que esta es una película muy luminosa que le ha permitido ver la costa vasca a través de los ojos de una mujer, Nora, que emprende un viaje interior, y en donde se resalta la belleza de lo cotidiano. Positividad, luz y color en una aventura hermosa y reconfortante. Tras ser la película europea más taquillera en Euskadi en el fin de semana de su estreno, esta misma semana ha aumentado su presencia en salas por todo el Estado y ha llegado a numerosas localidades de Iparralde.

Nora un año después. ¿Se ve distinta la película con esta perspectiva?Nora

Sí, el tiempo hace que cambien las perspectivas de todo. Ha sido un año muy importante en mi vida. Está también el coronavirus y el cómo hemos afrontado esta situación. Películas alegres y ligeras como Nora funcionan muy bien. Yo agradezco este tipo de historias.

¿Una historia sentimental?

La mayoría incluyen una parte en la que los sentimientos tienen mucho peso. Este relato narra la historia de Nora, una mujer de 30 años que vive con su abuelo en Argentina y que cuando él muere viaja a Euskadi para que sus cenizas reposen al lado de las de su abuela.

¿Una mujer con varias caras?

Nora es una mujer que se está buscando a sí misma, que hace pruebas para encontrarse. Es alguien cercano a nosotros, una hermana, una prima, una vecina. Ese viaje que hace es un retorno a su propio origen. Esta es una película que me ha llenado mucho y que llegó en un momento en el que todo estaba cambiando.

Se presentó en la pasada edición de Zinemaldia. ¿No es mucho tiempo para una película un año entre su presentación en sociedad y su estreno en salas?

No es lo habitual, desde luego. Fue una decisión que tomamos de forma muy consciente en el otoño de 2020. No queríamos estrenarla en aquel momento por la situación en la que vivíamos. Por ello, hacer los tráilers y la promoción en sí ha sido un proceso más lento. Pero también nos da un escenario más luminoso. Hemos podido estrenarla en verano, y ese era nuestro sueño. Es mucho tiempo, sí, pero nos ha dado tiempo a hacer las cosas con cariño.

¿Una película muy introspectiva?

Sí en ciertos aspectos. Es el viaje interior del personaje y también un recorrido exterior por la costa vasca. La película es como un retorno a los orígenes, pero de una forma diferente. Y tiene la luz del verano. Este es un viaje que hace Nora pero que muchos hacemos a lo largo de la vida, y cuando reflexionas te das cuenta de que no te has movido mucho, pero qué viaje, ¿no?

¿Se puede sentir la gente reconocida?

Creo que sí, esta es una de las cosas que tiene la historia. En los festivales en los que hemos estado con ella me comentan que es muy cercana. La mayoría conecta con Nora, pero también hay personas que lo hacen con otros personajes, como el padre de Nora, con su madre€ Pienso que es una película que habla de la belleza de lo cotidiano, y eso es lo que consigue que la gente se sienta identificada. Una amiga mía dice que esta película es como la vida misma, y estoy de acuerdo.

¿De dónde parte Nora

Es una respuesta a Un otoño sin Berlín. Esta era una película que respondía a la estación del año. Yo quería trabajar el verano vasco.

Pues el verano vasco suele responder a un tiempo bastante otoñal.

Ja, ja, ja€ Por suerte, en 2020 sí que tuvimos verano vasco y la rodamos tal y como la queríamos. Pero tienes razón, este año no ha habido verano. Esta película quería ser un homenaje a mis aitites y a mis amamas, por eso es fundamental la relación que tiene Nora con su aitite, el personaje interpretado por Héctor Alterio. Es una historia que se pregunta: ¿Dónde estamos? ¿Hacia dónde vamos? ¿Qué pasaría si no estamos de acuerdo con lo que tenemos? ¿Nos atreveríamos a cambiar?

Este tipo de películas a veces no son todo lo comerciales que gustaría a los productores.

Con el tiempo he aceptado dónde está la película y lo que quiere el público. Es verdad que no es una película comercial, pero trata temas que son universales y no es tan independiente como para alejar al público en general. Con lo que cuenta llega a mucha gente.

¿Ha presionado el éxito que fue Un otoño sin Berlín

Siempre vives con la preocupación de que te comparen, por eso decidí hacer una historia que fuera otra cosa. En Nora todo es exterior, todo es luz€ Es otra energía. No era consciente de que estaba preocupada hasta que la gente me habló de Nora diciendo que le había gustado mucho. Fue cuando empecé a sentirme aliviada.

Hizo una película que rememoraba el otoño y ahora esta lo hace con el verano. Le quedan la primavera y el invierno, por seguir con las estaciones.

Ja, ja, ja€ Tengo que pensar muy bien cuál puede ser mi tercera película y ver dónde pega mejor. Quizá un invierno en Bilbao, o algo así... Trabajo siempre desde una emoción o desde una sensación. Es verdad que las estaciones del año me llevan a lugares diferentes, y es posible que una de esas estaciones pueda estar en el centro de mi próxima historia, no lo sé.

Productora, directora y creadora. ¿Le es fácil escoger una etiqueta profesional?

No, pero hay cosas que, aunque relacionadas, haces más en tu vida profesional. Como productora me gusta producir el trabajo de otras personas más que el mío.

Aunque en Nora ha sido también la productora.

Y he entendido la otra dimensión que tiene el cine desde el punto de vista del creador. Me ha hecho darme cuenta de otros muchos matices. También digo que es una experiencia que no se la recomiendo a ningún guionista o director. Es muy duro tener que defender en niveles muy diferentes un mismo proyecto, un proyecto que has creado tú. La producción es muy dura para los propios creadores.

Sin embargo, desde fuera parece que tendría que ser mucho más fácil.

Producir mi propio trabajo es muy duro. Yo disfruto en otros niveles del proceso y lo paso bien. Producir es otra historia. Del guion me gusta la parte inicial, cuando nace la historia, cuando la idea se empieza a desarrollar, cuando llegan las primeras versiones. Después, todo se empieza a complicar. Y llegamos a la dirección, que quizá sea la labor que más me gusta y donde me siento más cómoda. Sobre todo en la preproducción. Cuando pones caras y escenarios a lo que has escrito.

¿El rodaje le gusta menos que su preparación?

No, no, el rodaje me gusta mucho. Se trata de poner en marcha lo que has estado pensando durante mucho tiempo. Son momentos en los que es importante compartir una historia. Si me tengo que quedar con algo me quedo con la dirección, pero no quiero renunciar a la producción o a la escritura.

¿Siempre tuvo claro que lo suyo era crear tramas para el cine?

No. Lo que tenía muy claro de pequeña era lo mucho que me gustaban las historias. Leía muchísimo, sobre todo de noche, tenía una lamparita y a veces la metía entre las mantas y las sábanas para que no se viera una rendija de luz debajo de la puerta. Recuerdo que de pequeña leía Mujercitas, los libros Celia y otros que me hacían viajar a otros mundos. Siempre me sentí fascinada por contar cosas. Eso fue al principio. Después empecé a ver películas. Al final me enamoré del cine y vi que esa era la vía para conseguir contar aquello que me emocionaba por dentro. A veces también me planteo otras maneras de contar lo que sea.

¿Por ejemplo?

Si esto se pone difícil, podría contar cuentos.

¿Sigue siendo muy difícil ser directora siendo mujer o ha cambiado algo la situación?

Es más difícil que siendo hombre, pero esto ocurre en todas las profesiones: cuando después del trabajo que sea le pones que eres mujer, es más difícil. La sociedad está construida para que los hombres tengan éxito, para que sean ellos los que gestionen el poder y el dinero. El problema está en que las oportunidades no se reparten por igual. Este es mi punto de vista, pero a lo mejor otras personas opinan diferente. Y sí, las mujeres lo tenemos un poquito más difícil y hay que sumar lo complicado que es este sector.

Pero crece el número de mujeres que se dedican al mundo de la creación.

Sí. Pero el cine es una industria que lleva mucho dinero por detrás. Hay dificultades para acceder a ese dinero, y sobre todo las dificultades aumentan si eres mujer. Pero ahí estamos, yo sigo con ganas de contar historias y en la productora luchamos por conseguir sacar adelante nuestros proyectos y los de otra gente que viene a nosotros con una película que levantar. Las mujeres directoras de cine somos la resistencia, y cada vez somos más. Vienen generaciones muy fuertes.

¿Qué le gusta ver cuando se sienta en un patio de butacas?

Hace poco me lo pasé muy bien viendo Damas de hierro, una película finlandesa cuya directora es mujer y las protagonistas son tres mujeres mayores. Fue muy interesante. En estos momentos, lo que me interesa mucho ver son comedias de humor negro. Estoy en la fase en la que necesito cine que me dé un respiro, que me lleve a otros lugares. Esta película me permitió hacer un viaje a Helsinki y a conocer actrices maravillosas de 80 años. Era ese tipo de película que te hace vivir una experiencia estupenda. Es lo que me gusta del cine; me encantan la comedia, el humor negro y el cine independiente.

¿El cine artesano?

Exacto, tú lo has dicho. Me gusta hacer y ver cine artesano hecho con cariño. Soy de ir mucho a las salas de cine, unos lugares en los que me siento muy a gusto.

¿Ha dejado de hacer cortos? Porque fueron sus inicios.

No, nunca dejaré de hacer cortos. Lo que ocurre es que ahora estoy en un momento en pausa para todo. El corto es una opción que siempre está ahí. Podría ser una buena posibilidad para contar algo antes de embarcarme otros seis años en una película.

Seis años parece mucho tiempo.

Es lo que a mí me costó sacar Nora a la pantalla desde que comencé a escribir el guion. En el corto no ocurre lo mismo. Todos los procesos son muy comprimidos y casi lo puedes terminar en un año. Quizá por eso resulta un reto atractivo entre película y película. Un corto también te puede mantener activa y puedes practicar y experimentar cosas diferentes. No descarto este formato.

Dicen que el cine vasco goza de muy buena salud.

Parece que sí, pero me pregunto: ¿qué pasa con las directoras en el cine vasco? ¿Crees de verdad que el cine vasco goza de buena salud si no hay casi directoras? El cine vasco dirigido por hombres goza de buena salud, sí, pero el de las mujeres... Creo que esta es la frase correcta.

¿Y dónde está el problema, faltan directoras o tienen poco apoyo?

No se apoya, no se apuesta y no se nos da esa primera oportunidad. Por ejemplo, mi película, siendo en euskera, será una de las que menos financiación pública tiene si la comparas con las otras películas en euskera que han dirigido mis compañeros. Pero no siempre sucede haciendo un largo. Hay cortos en los que no se mira a las mujeres directoras que los han hecho, o si hay una serie de televisión para dirigir, tampoco miran a las directoras. Y vaya si hay talento entre las mujeres directoras. Hay una mentoría para mujeres del País Vasco entre 18 y 35 años que quieran hacer cine y a la convocatoria se presentaron 66, así que mujeres interesadas hay un montón. Cuando recibimos los proyectos, dijimos: ¡Guau! ¡Mujeres hay! Así que lo que falla son las oportunidades.

PERSONAL

Edad: 36 años (10 de septiembre de 1985).

Lugar de nacimiento: Amorebieta (Bizkaia).

Formación: Estudió Comunicación Audiovisual en la UPV/EHU. Tras conseguir la licenciatura se trasladó a Estados Unidos para completar su formación cinematográfica en la New York Film Academy. A su regreso hizo un máster de Guion en la Escola Superior de Cinema de Barcelona.

Trayectoria: A lo largo de los años ha escrito, dirigido y producido numerosos documentales y cortometrajes. En 2015 presentó en Zinemaldia su primera película como directora: Un otoño sin Berlín, que tuvo reconocimientos en muchos festivales. La actriz Irene Escolar, protagonista de esta historia, obtuvo el Goya a la mejor actriz revelación. Ahora acaba de estrenar su segunda película en salas, Nora. Este proyecto en euskera abrió el año pasado la sección Zinemira en Zinemaldia.