L popular cantante Manolo Escobar repetía aquello de dónde estará mi carro y mi carro me lo robaron estando de romería, que era lamento canoro que se podría aplicar a la reinona de la tele generalista, María Teresa Campos, estrella poderosa de la comunicación audiovisual en pretéritos tiempos, y que en la actualidad vaga de despacho en despacho en busca de reverdecer viejos oropeles, ajados por el paso implacable del tiempo. La poderosa reinona de los platos de Mediaset, estrella favorita del padrino Paolo Vasile, no se resigna a la jubilación y va de tropiezo en tropiezo en lo personal y profesional, en busca de piedra filosofal que encienda su luminaria mediática, que a pesar de esfuerzos y confianzas directivas, Maritere va dando tumbos y errando una y otra vez en su imposible retorno a la tele.

La última ocurrencia puesta en antena hace un largo mes, fue la de construir un camión a modo de estudio móvil para pasearse por las hispanas tierras, en busca de una singularidad entrevistadora, que por cierto fue cercenada por la dirección de la cadena nada más empezar el invento/programa que duró en antena un telediario. Campos pensó que arrancar con Díaz Ayuso era un buen cebo, pero aquello no funcionó, la cutrez del estudio de transparentes paredes no convenció a nadie y el atractivo de invitada e invitadora se esfumó en demostración clara de que Campos no tenía nada que aportar en este negocio y que había que arriar velas y desaparecer. Es posible que esta profesional en otros tiempos estrella vuelva a intentarlo, porque sueña con volver al glamour, veneración periodística y cháchara mediática. El dicho popular sentencia que el tiempo no pasa en balde. Nuevo batacazo de Teresa que se ha quedado sin esperpéntico camión y vaga como alma en pena, solicitando una nueva oportunidad.