EL experimentado Toni Servilio, considerado uno de los mejores actores italianos de la actualidad, protagoniza y sostiene, La confesión, el último filme del cineasta Roberto Andò. Servilio es el eje absoluto de este drama por el que sobrevuela la intriga. Nominado a mejor actor en los pasados Premios David di Donatello, el galardón finalmente se le escapó, pero la crítica ha aplaudido la gran actuación del italiano.

La película dirigida por Andò, quien también firma el guion, plantea una gran reunión entre los economistas más importantes del mundo en un hotel de lujo de la costa alemana, en el marco del G8. Uno de los misteriosos invitados es un monje italiano, invitado por Daniel Rochè, director del Fondo Monetario Internacional. Quiere que el monje le confiese, esa misma noche, en secreto. A la mañana siguiente, Rochè aparece muerto, y todos los asistentes a la reunión querrán saber qué fue aquello que confesó antes de morir.

El cineasta italiano se sirve de esta muerte y de las situaciones que desencadena para abordar temas como el mundo del poder y del dinero, donde hay infinidad de intereses ocultos. Con la intriga envolviendo la historia, en ocasiones hasta el punto de acercarse al thriller, el filme profundiza y baila entre política, moral y, especialmente, la humanidad. Y es que el monje les hará cuestionarse a los asistentes su propia ética.

El secreto que Salus, el monje protagonista, tiene en su haber podría cambiar los planes de los ministros reunidos, hasta el punto de dinamitar sus intenciones. Es por ello que se encargarán de atosigarle y presionarle para que desvele la confesión. En este clima de tensión al que es sometido Salus, los silencios ganarán enteros y obligarán al espectador a sumirse a la reflexión junto al protagonista, en sus paseos huyendo de los asistentes que le presionan.

Reflexión política La historia cuestiona también la sociedad y su control, y deja entrever que los ciudadanos no deciden nada, ya que los hilos del poder están controlados por un grupo de grandes empresas y bancos que imponen sus órdenes a los gobiernos, según cuales sean sus intereses. El monje será invitado inesperado en esta toma de decisiones.

Esta magnitud incluso se traslada al propio escenario. Prácticamente toda la acción se desarrolla en el lujoso hotel costero, donde los personajes se reúnen en grandes comedores, caminan por pasillos y salas amplias, con seguridad y determinación... Todo para tomar una decisión que afectará a los países más pobres del mundo. Algo que apenas preocupa a esas ocho potencias poderosas, los ocho países más ricos del mundo. El filme hará plantearse cómo de lejana es esta hipotética organización política y económica de la sociedad actual que existe... o no.

Esa duda la trasladará a la pantalla Salus, que también obligará a todos los políticos asistentes a la reunión a cuestionarse si están tomando la decisión correcta, enfrentando política y verdad. El desenlace final, ahora espera en los cines.