bilbao - “Solo aquel que ama y honra lo suyo puede amar y honrar lo del otro”, asegura el artista Luis Uribetxebarria, desde su taller en Las Arenas-Getxo. Sin duda lo dice porque le adoran en Mónaco. “Nadie es profeta en su tierra”, apunta uno de los tres orfebres existentes en Europa, que se ha lanzado a la búsqueda del mercado internacional pero siempre atento a tener alguna oportunidad para exponer sus piezas en algún museo vasco, como el Bellas Artes.

¿Artista u orfebre?

-Artista, sin duda.

¿Dónde está la frontera?

-El orfebre realiza un trabajo por encargo del cliente, según sus gustos. Cuando te vas separando poco a poco de esto y vas haciendo tu colección de piezas únicas pasas a ser artista.

¿Por qué eligió ser orfebre?

-Los estudios nunca me gustaron. A raíz de la muerte de mi padre a los 41 años -con 11 años me quedé huérfano- me recomendaron empezar un oficio. Me hablaron de este y me pareció una buena idea. La verdad es que nunca me arrepentí. Desde el principio me encantó. Tras la mili, abrí mi taller en Las Arenas-Getxo.

¿La crisis también le ha afectado?

-Tenía trabajo de sobra, pero con la crisis empezaron a faltar los encargos. He aprovechado la coyuntura para dedicarme en serio a realizar mis piezas únicas.

¿Le ha servido de revulsivo?

-Entré en contacto con la Opera Gallery de Mónaco y presenté las piedras allí. Didier Viltart, su director, al ver las piezas me dijo que era un escultor de joyas. Me recomendó catalogar toda mi obra. Lo he ido haciendo poco a poco. Después se lo enseñé a Didier y al verlo -él, que se dedica a vender Picassos y obras de reconocidos artistas- se ofreció sin ningún compromiso a venir desde Mónaco a Altea para presentar la exposición que hice en mayo.

“Ring, ring... Aquí Mónaco”. ¿Qué siente al recibir una llamada real para tallar una pieza exclusiva?

-Que la gente cree en ti, en tu creación. Porque hay clientes que tienen muy claro lo que quieren y así te lo piden. Muchos clientes me dicen ahora que sus piezas van a hacerse famosas. Les digo que no.

¿Por qué?

-Porque las he hecho como ellos querían, no como yo las hubiera realizado. Estoy acabando un broche para una persona que vive en Mónaco y es satisfactorio que se acuerden de uno aunque sea fuera.

También ha diseñado una joya para la reina Sofía de Grecia.

-Sí. Le hice un broche. Eso me ha dado mucho nombre en ese mundillo. Desde una fundación me encargaron hace ya dos años una pieza para la reina. Le diseñé el broche Mitéra (madre en griego), en referencia a una maternidad donde estuvo trabajando de joven. La verdad es que la mujer se portó de cine, porque le pedí el broche para la exposición de Altea y me lo mandó en una carta donde se mostraba superenrollada.

¿Cómo era la pieza?

-Le hice un diseño sencillo de oro amarillo y perlas mostacilla.

¿No le pagarían en dinero negro?

-No (sonríe). Todo fue en blanco.

¿Qué le satisface más? ¿Pintar, tallar escultura, diseñar joyas? -Diseñar una de mis joyas. Mis joyas son como pequeñas esculturas. Además, la última es siempre la que más me gusta.

¿Con qué materiales trabaja?

-El oro amarillo es lo que más me llena. Luego lo mezclo con madera de ébano, con madera africana de color rojo que parece coral, en mamut y con pelo de caballo que traje de una carrera que corrí en Mongolia, hago piezas con muchos materiales...

“La obra de Luis es lujuriosa y exuberante como la naturaleza en la que se inspira”, dice Didier Viltart.

Sí. Lo que más me inspira es la naturaleza: hago mucho deporte, bici de montaña por el Sáhara, Mongolia, también por La Arboleda... y siempre se me van ocurriendo cosas. Realizo los bocetos y al final se me ocurren las piezas. Además, de mis viajes siempre me traigo cosas: o piedras del desierto del Sahara, de Mongolia... Veo algo en el suelo que me inspira, lo cojo y lo guardo. A la vuelta a veces las tiro; otras, hago diseños.

¿Cuál es el perfil de sus clientes? Más hombres que mujeres, varones que regalan piezas a sus parejas. Llegan al taller y me piden algo que se adapte a su presupuesto. La pieza va con su caja, con un boceto con todas las características de obra exclusiva. Hasta el estuche lo hago yo. Este mes han publicado cuatro páginas dedicadas a mi obra en una revista dirigida a ciudadanos rusos que se lanza en Levante, Cataluña y Baleares. El cliente ruso quiere piezas únicas: busca el bolso de Loewe pero que sea único. Quiere ir a una fiesta y que su bolso, su joya, sean exclusivos.

¿Qué pieza le falta por hacer?

-Ninguna. Eso surge. Va sobre la marcha todo. Ahora estoy trabajando en una escultura para un cliente para una asociación de seguros.

¿Animaría a los jóvenes a que se dedicaran a la orfebrería?

-Sí, porque a mí es un oficio que me encanta; me gusta tallar las piezas. Pero te tiene que gustar mucho para que te atrape. Yo estoy encerrado en mi estudio, estoy solo horas y horas, no hay sábados ni domingos. No miro el reloj. La gente joven es otro mundo: están todo el día con el móvil, quieren salir, cobrar mucho... Esto te tiene que llenar porque desde que haces el dibujo hasta que terminas la pieza puede pasar más de dos meses. Es un trabajo lento, de horas y horas.

La obra del artista se puede ver en: www.luisuribetxebarria.com