Bilbao - El día 30 el lehendakari Urkullu y la presidenta navarra Uxue Barkos acudirán al campo francés de Gurs a rendir homenaje a quienes estuvieron allí internos tras huir de Euskadi en el transcurso de la Guerra Civil. El profesor de la UPV/EHU Josu Chueca es un gran conocedor de lo que significó.

El campo de Gurs es llamado el ‘campo de los vascos’. ¿Cuántos vascos estuvieron allí?

-Se llama o le hemos llamado el campo de los vascos porque cuando se abre en abril de 1939, los propios franceses, la administración francesa, distinguía entre cuatro colectivos y uno era Le camp de basques (el campo de los vascos). Utilizando las fichas, sabemos por nombres y apellidos, y no es ninguna fábula ni ninguna leyenda que se infla, que 6.089 vascos entraron en el campo de Gurs en abril de 1939. Dentro del campo y porque el colectivo vasco es muy importante, se llama el campo de los vascos. Fue el destino de miles de vascos que se tuvieron que exiliar tras la guerra.

¿Cómo llegaron a Gurs? ¿Cuál fue su recorrido?

-Casi todos ellos hicieron la guerra en el frente del norte, en el País Vasco. Algunos habían sido detenidos en Santoña, pero después son canjeados en el 38, lo que hace que vuelvan a combatir en Catalunya o Aragón y por eso salen huidos en el 39. Así, muchos de ellos hicieron dos salidas, una al caer el frente del norte en el 37 y otra después, en el 39. Luego hay un colectivo importante de gente que al empezar la guerra le pilló en el bando franquista. Y ese es el caso de muchos navarros que luego se pasaron al bando republicano.

¿Qué control tenía el Gobierno vasco sobre estos exiliados en Gurs?

-Una de las razones por las que surge el campo de Gurs es porque el Gobierno vasco está en el exilio desde 1937 y tiene una organización en el exilio y para el exilio. Cosa que no tenía el gobierno de la República que no salió hasta el 39 o la propia Generalitat, que no salió hasta que perdieron Catalunya. El Gobierno vasco es, dentro de las instituciones republicanas, quien más organización tiene. En cuanto se da un movimiento de exilio ya definitivo, lo primero que hace el Gobierno vasco es mandar una comisión a Perpignan para agrupar a los vascos que están en el exilio y en la medida de lo posible establecer una red de ayuda con medicinas, mantas y cosas así. Eso favorece que muchos de ellos compongan el núcleo que irá a Gurs.

Hablamos de un campo de refugiados donde, en principio, no estaban presos.

-Los vascos de Gurs solo podían salir en dirección a España, salir por tener un trabajo en Francia o salir a un tercer país como México. Tenían que estar en el campo, pero no como presos, porque no fueron juzgados y sancionados, y no tenían ninguna sentencia en contra. Pero sí estaban en cautividad y vigilados. Así que muchos de los que decidieron volver fueron internados en el campo de concentración de Miranda o mandados a batallones de trabajadores.

¿Cómo fue cambiado el campo de Gurs a medida que avanzaba la Segunda Guerra Mundial?

-El Gobierno francés pensaba que era algo provisional, para unos pocos meses. Lo que no contaban es que si la guerra española terminó en abril del 39, en septiembre de ese mismo año comenzaba otro conflicto. Además en julio del 40 Francia ha perdido ya ante los nazis que ocupan todo el territorio hasta Hendaia. En ese contexto, estos campos que estaban casi vaciados de españoles, continuaron siendo utilizados por las autoridades francesas. Porque hay que decir que el campo de Gurs fue siempre gestionado por las autoridades francesas, primero por las de la República y después por el régimen de Vichy, de Pétain. Así, Gurs se utiliza para meter allí lo que, hasta el régimen denomina a nivel administrativo, como indeseables. Se trataba especialmente de judíos, antinazis, comunistas, izquierdistas, españoles que consideraban en situación irregular, entre ellos los vascos. Hay que decir que en 1940 hay una redada en Baiona en la que son detenidos 800 vascos que son trasladados a Gurs.

Auschwitz, Treblinka, Mauthausen... Son campos de la muerte, una connotación que no tiene Gurs.

-Es que Gurs no fue un campo de exterminio como Auschwitz, ni es un campo duro de trabajo donde muere muchísima gente como Mauthausen. Tampoco fue, como le llamaban las autoridades, un campo de acogida. No podemos decir que Gurs fue Mauthausen, pero sí es verdad que a partir de 1942 se inserta en esa cadena de campos de donde sale gente para ser llevada al exterminio en campos como Auschwitz. Hay que decir que la mortandad que se produce en Gurs del 39 al 45 es muy importante.

¿Hubo muchos vascos muertos?

-Se contabilizaron 1.100 muertos y la mayor parte es sobre todo gente que fue deportada de diferentes lugares de Francia. Hay mujeres y también niños. En el caso de los vascos y españoles diríamos que sobre los 1.100 muertos, llegaría a un centenar.

Insisto, aunque no era un campo de exterminio, Gurs tampoco fue la Arcadia feliz.

-Llamarle campo de acogida, que era su nombre oficial, es un sarcasmo. Los que allí están lo definen como campo de concentración. No tienen libertad para salir, no tienen libertad de movimiento, la comida es mala y las condiciones son duras.

En 2006 ya se realizó un homenaje a los vascos de Gurs. ¿Son importantes este tipo actos?

-Es importante el acto que se celebrará el 30 de septiembre y al que acudirían el lehendakari Urkullu y la presidenta de Navarra, Uxue Barkos. Primero por el calado institucional y luego porque se transmite un eco a la sociedad que es importante para que se conozcan las cosas. Siempre hablamos de reconocimiento, pero implica que ha habido primero un conocimiento y mucha gente desconoce estas cuestiones. La reparación es ya muy difícil porque prácticamente han muerto todos los que estuvieron en Gurs. Por lo menos una reparación moral.

¿Sirve también como enseñanza?

-Las alambradas del campo de Gurs son las alambradas que cierran a los refugiados. Ya sea la valla de Melilla o la de Ceuta. Los vascos que estuvieron internos en el campo de Gurs son los que ahora intentan entrar en Europa y nosotros no hacemos más que ponerles vallas o disparar con pelotas de goma cuando se están ahogando en el mar.