bilbao. Cualquier persona que adquiera cercanía con Dani Pedrosa, cierta confianza, tarde o temprano terminaría preguntándole: ¿Y si midieras un palmo más? La cuestión puede encontrar comparación en el ámbito pugilístico y sus categorías. El de Castellar del Vallés es peso mini-mosca. Y claro, las medidas se fundamentan en la presunción de una fortaleza comprendida, en este caso, sin proporciones. Dani es liviano, nada corpulento, limitado en términos de vigor. Se faja con pesos pesados. La mezcolanza de condiciones se traduce en pista para Dani como un empujón invisible para las salidas de una carrera, para los momentos de la apertura del gas, pero un cuentagotas que va regando energías siempre recurriendo a las reservas, con riesgo de sequía. Su flaqueza es evidente. Él mismo es confeso. Contra ello lucha cada prueba, con la esperanza de prolongar un estado el mayor número de vueltas, porque de él, dicen en el paddock, tal vez sea el piloto más técnico de todos. El más fino trazando, el más estilizado precisamente porque no hay pronunciaciones en su pilotaje. Es delicado, lineal. Pero agotable.

De Alemania se cuenta que es un circuito extraño, de los más raros del Mundial de MotoGP. De condición revirado. De los que el motor no soluciona tanto. Y en él Pedrosa encontró la eternidad. Venía de ganar los dos últimos años en Sachsenring y ayer estiró la frescura de su talento toda una carrera. Arrojando la versión más optimizada del catalán. Abrumando en el careo, sonrojando la estrategia de un Casey Stoner más que ambicioso. Imprudente, porque el regalo de la Diosa Fortuna le fue arrebatado tras la concesión en Holanda. Se cayó en la última vuelta por no izar la bandera blanca ante un inconmensurable Dani.

¿Y Lorenzo? Fue segundo, ahora muy líder de nuevo, con más pena que gloria, a casi 15 segundos de la cabeza, mermado por la caída de días atrás. Si se habla de justicia, el campeonato fue justo con él.

márquez, suma y sigue En Moto2, Marc Márquez sigue hilando capítulos de su ilustrísimo y excepcional recorrido por el motociclismo. Cuando se sube a su máquina escribe parte de la historia; desactualiza el pasado y lo rediseña acorde a su talento. Ayer pasó a ser el piloto, junto a Pedrosa, que más triunfos ha amasado antes de traspasar la frontera de los 20 años. Con la de ayer son 21 victorias -Rossi es tercero en este escalafón con 17-, cuatro esta campaña, y las que pueda sumar de aquí hasta el final del curso. La del Gran Premio de Alemania fue una más. Uno de esos episodios comunes en él que acreditan su vertiginosa e inaudita capacidad. Cedió el liderato en un paso por meta. El resto fue líder autoritario. Espargaró, su rival más directo, zarpó desde la 17ª plaza y pudo sanear males siendo cuarto.