EL agua es la base de la vida y es un recurso crucial para la humanidad, que genera y sostiene la prosperidad económica, social, cultural y medioambiental. Desgraciadamente, hoy en día, 2,1 billones de personas viven sin acceso seguro al agua en su casa, lo que afecta a su salud, educación y forma de vida.

Por otra parte, este año se cumplen 19 años de la entrada en vigor de la Directiva Marco del Agua (DMA), que supuso un hito fundamental para la salvaguarda de los ecosistemas acuáticos de la Unión Europea (UE). La citada directiva ha supuesto un profundo cambio en la manera de gestionar el agua y de entender nuestra relación con el medio hídrico. Uno de los retos fundamentales que plantea la DMA es precisamente el cambio de mentalidad en la gestión del agua. En este sentido, la DMA ha cambiado los tradicionales enfoques de oferta sustentada sobre la base de grandes infraestructuras hidráulicas, por estrategias de gestión de la demanda y de conservación y restauración del recurso y sus ecosistemas fluviales.

En los últimos años se ha producido un avance notable en el estado de las masas de agua en el País Vasco gracias a los trabajos desarrollados por las diferentes administraciones y usuarios. No obstante, a pesar de este claro avance, aún existen problemas que deben ser solucionados. En este sentido, los principales retos que se plantean en Euskadi, tal como se señala en el último Perfil Ambiental 2015, referido a la gestión del agua y elaborado por el Departamento de Medio Ambiente del Gobierno, la Agencia Vasca del Agua (URA) y la Sociedad Pública de Gestión Ambiental (Ihobe), es el cumplimiento de los objetivos ambientales, tal como marca la normativa de la UE; un suministro adecuado y racionalidad en el uso del agua; y la seguridad ante fenómenos extremos, como es el caso de las inundaciones.

En cuanto al primero de los retos, garantizar el cumplimiento de los objetivos ambientales, es necesario actuar sobre la contaminación por vertidos y la alteración física del medio hídrico. Hoy en día, en lo que respecta al estado ecológico de las masas de agua de los ríos de Euskadi, se puede afirmar que presentan una tendencia de mejora, que se hace especialmente significativa en los últimos seis años, con un considerable incremento del grado de cumplimiento de los objetivos medioambientales. Sin duda, la implantación de las infraestructuras de saneamiento y depuración son las principales causantes de que se esté dando una notable mejoría del estado ecológico de nuestros ríos.

En cuanto a los embalses, los de las cuencas cantábricas todos ellos cumplen con los objetivos medioambientales con respecto al estado ecológico (potencial bueno). En el caso de la vertiente mediterránea, tan solo el de Ullibarri-Ganboa cumpliría con los objetivos medioambientales.

Por otra parte, el grado de cumplimiento de las masas de la categoría lagos y zonas húmedas es bajo (aproximadamente el 30%) e inestable, aunque se aprecia una progresiva mejoría en los últimos seis años. Y en lo que se refiere al estado de las aguas de baño es bueno y estable, de tal manera que en los últimos años es habitual que prácticamente el 90% de las zonas de baño presenten una calidad excelente o buena.

Un segundo reto a señalar en la gestión del agua es la necesidad de ejecutar medidas para mejorar la eficiencia de los sistemas de abastecimiento, para fomentar el ahorro y promover la utilización de aguas regeneradas. Asimismo, se requiere disminuir la vulnerabilidad de los principales abastecimientos ante un eventual accidente, así como extender la red de distribución de los principales sistemas a pequeños sistemas con menor garantía y mayor dificultad de gestión.

Un tercer reto es la reducción del riesgo de inundaciones, a través de una política de prevención, especialmente en las zonas en que este riesgo es mayor, mediante la combinación de diversas medidas. Una de ellas, es que los nuevos asentamientos urbanos y las nuevas infraestructuras deben situarse en zonas seguras. Y esto tiene mucho que ver con la concepción errónea que muchas veces se tiene de los ríos, al no tener en cuenta de que son sistemas vivos y dinámicos. Hay que dotar a los ríos y a los estuarios del necesario espacio para su expansión. En este sentido, hay que optar por una diferente ordenación del territorio. Otra de las cuestiones muy importantes es el establecimiento de sistemas de aviso y alerta temprana y la información clara y precisa a la población, tanto antes, cuando no llueve, como durante los eventos extremos, aunque en esta cuestión se ha avanzado bastante últimamente.

A lo anteriormente expuesto, habría que añadir los efectos que puede ocasionar o ya está ocasionando el cambio climático en relación con el agua. Así, según se plantea en el Perfil Ambiental 2018, referido exclusivamente al cambio climático y elaborado por el Departamento de Medio Ambiente del Gobierno vasco y la Sociedad Pública de Gestión Ambiental (Ihobe), algunos de los impactos en nuestro país serán el cambio progresivo de variables climáticas (temperatura media, precipitaciones, etcétera); mayor frecuencia y severidad de eventos extremos (inundaciones, olas de calor); subida del nivel del mar (ascenso de entre 29 y 49 centímetros para finales de siglo, retroceso de playas y aumento del riesgo de inundaciones); disminución del aporte de agua en invierno y primavera (6-13%); y que el 6,5% de su superficie actual podría verse afectada por el ascenso del nivel del mar para finales del siglo XXI.

Por otra parte, el cambio climático también parece que debe estar detrás del aumento de eventos de meteorología severa como las olas de calor, las inundaciones, las lluvias torrenciales y los vientos fuertes. En Euskadi, durante el período 2001-2017, según el citado Perfil Ambiental 2018 referido al cambio climático, la ocurrencia de este tipo de eventos extremos muestra una tendencia ascendente, habiéndose registrado ese último año 12 episodios severos.

En Euskadi se han dado pasos importantes en los últimos años con medidas de adopción en la adaptación y mitigación del cambio climático. Un elemento importantísimo, aunque hay otros, es la elaboración de la Estrategia de Cambio Climático 2050, denominada Klima 2050. Esta estrategia funciona como una herramienta estratégica transversal, flexible y en sintonía con los esfuerzos que maneja la Unión Europea, pero teniendo en cuenta la realidad de la sociedad vasca. Sin duda, hay que seguir en esta dirección.