JUAN José se metía piedras en unzapato para no olvidarse de cojear.Ya se sabe, algunos andares soninconfundibles y se trataba de confundir,de despistar a la txakurrada. Ya habíaestado detenido, había pasado por lasmanos de Melitón Manzanas, le habíandado tantas hostias que no pudo confesarnada, no pudo articular palabra. Habíapasado por ese trance y había llegado a laconclusión de que no le volverían a cogervivo.

Juan José era uno de los Etxabe del Muxibarde Mondragón, todos bravos, todosabertzales, todos fuertes. Tenía un cuerpogrande y unos ojos maliciosos que se iluminabancuando sonreía. Lo suyo no erala teoría; y cuando algo tuvo que decirporque los de la pensante desbarraban,fue fácil pasto de sus ironías y ataques. Noera un teórico, pero tenía una gran intuicióna la hora de calibrar situaciones ypersonas. Era también, todo hay quedecirlo, poco convencional en sus modos,usos y costumbres, que es, habrán entendido,una manera amable de describir ydisculpar a una persona querida.Cuando Agurtzane Arregi estaba a puntode darle el primer hijo ?él estaba segurode que sería un varón, aunque lo que vinofue una niña?, trabajó en un local denoche en Miarritze para asegurar el ordenque los turistas franceses beodos alterabanfrecuentemente. Siempre se ha dichode ellos que tienen mal beber, que no vacon ellos lo de la exaltación de la amistaddespués del quinto trago.

Juanjo, Urrutia para la empresa, no lehacía ascos a sacarlos a leche limpia,cuando no había otro remedio, eso sí.Hizo un dinerito en el quehacer veraniego,destinado al parto, pero entre tanto seprodujo una oferta de aprovisionamientoque la organización no podía desaprovechary el único capital que había era eldestinado a la clínica. No sé cómo la pagóluego, porque el reservado a ese fin se destinóa la compra en cuestión, pero sí séque Agurtzane (Rosario) no le sacó en esaocasión de casa.

En ese tiempo, la pareja vivía en Baiona,cerca de la vía, y cuando el tren pasaba, lacasa temblaba. A Agurtzane le tocóaguantar mucho. La vida de su marido noera fácil y la de la familia, tampoco. Cuandono había cumplido la cuarentena yhabía montado una tienda de ropa con suamiga Mari, la cosieron a tiros a la puertadel bar-restaurante que tenía la pareja enDonibane Lohizune. También a su maridole acribillaron, pero mal que bien sobrevivióal atentado.

UN HOMBRE ATÍPICO Juan José Etxabe Orobengoa,Haundixe, no era un hombre fáciltampoco para la organización, por surebeldía, por su atipicidad, por su indisciplinasi se quiere. Y porque se buscó lavida. Primero, con otro rebelde con causay causas, con el mítico Lezo Urreiztieta; yluego, por su cuenta y sus cuentas, a lamanera como la buscan los fronterizos.Sus modos no eran los más adecuadospara una empresa como la que ETA pretendíay no quedó claro si finalmente lefueron o se fue.

Para algunas cosas no se fiaba por ciertoni de él mismo. Él armó el primer atracode la organización, aquel fallido que hapasado como “de Bergara”, aunque podíahaberse llamado “de Soraluze”, porque enel camino entre ambos tuvo lugar. Como no se fiaba de nadie, le (me) encargó aotro recoger el botín de sus manos y guardarloen algún lugar que ni él quería conocer.No hubo en esa ocasión botín, peroacabó con un tabú organizativo. Un día,bastantes años después, leí una carta desu hijo denunciando a los patriotas que lehabían quemado el coche en Donostiaporque era de matrícula francesa. La teníadel 64, pero lo guerrilleros urbanos aquellosno habían tenido en cuenta el detalle.Y otro día supe que ya había fallecido.Entre tanto, solo le vi una vez, detrás delmostrador de su negocio en Alde Zaharra.No estaba yo solo, no se acercó, me sonrióde lejos con la sonrisa de siempre, perosus ojos no brillaban ya.

Ya habrán deducido que me he puesto adesempolvar estos recuerdos a la luz delas declaraciones de la familia de Iñaki, elhermano de Juan José que mataron enKanpanzar hace 40 años unos incontroladosmuy disciplinados. Nunca tuvo esteduda alguna sobre los autores, nunca dejóde interesarse por la nueva vida del capitánHidalgo, que le sobrevivió, que murióascendido y laureado, de muerte natural.Los ejecutores achalorados que actuaronembozados contra los Etxabe, porque elcastigo era contra la familia toda, nopudieron completar su operativo de esanoche en Oñate, donde vivía un conocidoempresario “separatista”, ausente en sudomicilio, que hubo de exiliarse en cuantotuvo conocimiento de la incursión.

EL “TRABAJADOR” Y LA BURGUESÍA Haceunas semanas ha fallecido otro hombreamigo, Sabin Uribe, clave en momentosdifíciles, primero en EGI, luego en ETA yluego en su casa de una Iparralde que hasido su hogar durante más de cincuentaaños, sin renunciar nunca a su vizcainíadel Txorierri. De Sabin, Servodeo, el único“trabajador” entre aquellos acomodadosfundadores de ETA, según él y exagerandotal vez, recuerdo entre otras cosas queamenazaba con llevar las obras completasde Sabino Arana a las reuniones de unosdirigentes de la organización entusiasmadoscon los textos marxistas recién descubiertos.Decía él aquello de “quién hadicho que la burguesía es mala: lo malo esque no llega para todos”.

Ha sido tan larga y activa la vida e historiade ETA, ha habido tantas ETA y tantos etarrasque cualquier relato uniformador ytotalizante, como el que casi siempre sepretende desde una u otra dirección, conuno u otro objetivo, será necesariamenteinjusto y, algo peor, mentiroso. Juan JoséEtxabe y Sabin Uribe son dos ejemplosmás de la obligación de matizar y no generalizarsi se quiere ser decente en esteasunto, y no solo práctico. En lugar dedecir solemne y estúpidamente que ETAno debería haber existido nunca, más valdríapreguntarse por qué nació y por quéha sobrevivido más de cincuenta años.

* Periodista