L aligatórido dio nombre a un paraíso fiscal de tres islas en el que Corinna Larsen tuvo una empresa de nombre Gulf Development Initiative (GDI), es decir, Iniciativa para el Desarrollo del Golfo; y entiéndanlo como quieran. También protagonizó aquella cumbia del colombiano José María Peñaranda que el franquismo censuró por subversiva en los años 50 porque la gente interpretaba que el reptil no era otro que Franco; acertadamente, dicho sea de paso: el caimán o yacaré tenía su principal hábitat en la Sudamérica de los dictadores. Cuando aquel saurio se fue, muy tarde pero se fue, Juan Carlos heredó la condición y con ella, como el antecesor, hizo lo que le dio la gana acumulando planes de desarrollo por casi 40 años... hasta un trompazo entre elefantes. Finalmente, para mantener la línea sucesoria del Estado, tuvo que irse de Golfo y pasar en Abu Dabi 22 meses a la espera de que Anticorrupción encontrara tiempo y modos para archivar las indagaciones que, no se olvide, solo se habían abierto obligadas por una investigación (que el sr. Bolaños llamaría "externa") de la Fiscalía suiza. El jueves, en un avión matriculado en Aruba, hasta hace poco otro paraíso fiscal, volvió como si nada a sus costumbres y amistades en aguas de Sanxenxo y sus regatas. Y su vuelta, con aval real y oprobio del gobierno, incluye prácticas de blanqueamiento que ni los front men (testaferros) del archipiélago tocayo del reptil del que les hablaba; quienes suelen cobrar su comisión por adelantado. l