L padre de las criaturas se le ha ido la olla. Se ha enterado de que el Gobierno vasco dará una ayuda de 200 euros al mes por hijo hasta cumplir los tres años y me ha puesto ojitos. O eso o se le ha metido un copo de avena en el lagrimal. "Un bebé sería la alegría de la casa", me suelta. Pues será de la casa, porque la dueña, con dos rémoras, ya se troncha suficiente, por no llorar. Si quieres más alegría, le he dicho, ponte un monólogo en youtube. Eso por no hablar de que estamos más cerca de estrenarnos como aitites que de renovar como aitas, pero el pobre no lo sabe porque nunca se mira al espejo. Cuando lo haga se va a pegar un susto de muerte. El otro día se quería apuntar a skate. Calculo que debe pensar que tiene unos veintipico años. Yo no es por cortarle el rollo, pero ya le he dejado claro que conmigo, otro hijo, ni por bluetooth. Que si quiere que venga alguien con una baguette debajo del brazo, le soborne al crío con un phoskito para que baje a la panadería. Como no le he visto convencido, he añadido unos ejemplos disuasorios. Con 200 euros, ni para pañales, ni para acabar la colección de cromos de la liga, ni para lo que gasta la innombrable en secador. Mientras lo procesaba, he reparado en que antes se esperaba a tener curro y piso para ser padres. Ahora, a tener un máster, media docena de cursos, curro, piso, Netflix, un perro y una pantalla de televisión de pared a pared. l

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