E manda un whatsapp el padre de las criaturas. Dice que, como ayer fue el día del soltero en China, se autorregaló un infiernillo y una linterna para cuando se produzca el gran apagón. Vamos por partes, no vaya a ser que aquí alguien ya tenga pocas luces y no sea por falta de suministro eléctrico. Le contesto que, a no ser que se haya marcado un Kiko Rivera, que celebró su boda sin haberse casado, la que le escribe es su esposa. O al menos eso puso un señor en el libro de familia que tenemos vete a saber dónde. Por si se le han fundido los plomos definitivamente, le recuerdo que, además, tenemos dos hijos y que le toca hacer la cena. No vaya a ser que todo esto sea una estratagema para escaquearse justo el día en que toca pescado y las caras son más largas que un día sin smartphone. Le digo que eso de que es el padre también lo pone en el libro de familia, que el plazo para alegar dudas razonables ha prescrito y que si quiere dimitir, lo haga cuando toquen macarrones o salchichas. Aclarado que de soltero nasti de plasti, abordo el tema del supuesto apagón. Le pregunto que por qué hace caso a los augurios de una señora austriaca a la que ni siquiera conoce cuando yo llevo meses diciendo que hay que cambiar el soporte de la ducha porque se cae el telefonillo y un día nos desnuca y no se da por aludido. Respecto al objeto de la compra, la linterna pase, pero de infiernillo vamos más que sobrados.

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