O han conseguido. El Partido Popular del pansinsal Pablo Casado arrasó en Madrid, llevado de la mano de la insustancial Isabel Díaz Ayuso, que completó una campaña al estilo Trump, frente a una izquierda sinsorga, con Ángel Gabilondo al frente; sibilina, con el desertor Pablo Iglesias como cabeza de lista, y novata, con Mónica García como afortunada debutante. Madrid ha completado su procés. Ese que niega a los catalanes, pero que su nueva lideresa se ha encargado de hacer creer a sus seguidores. Esa que habla de "cañas y berberechos", pero también de que "Madrid es España dentro de España". Ese discurso populista le permitió ganar en las urnas de 177 de los 179 municipios de la Comunidad. ¿Se imaginan que de los 8.131 localidades existentes en España, en 8.040 gobernara el PP? Pues es la misma proporción. Madrid is not Spain, afortunadamente. Pero esa idea centralista, en la que la culpa de todos los males es de los de fuera mientras que los aciertos son nuestros porque nos los merecemos, vende muy bien en una sociedad basada en la cultura del funcionariado, el amiguismo y el pelotazo. Esa cultura que olvida con una facilidad pasmosa todos los casos de corrupción en los que los populares se han visto envueltos durante los últimos años. Ese PP fanfarrón y sin capacidad de arrepentimiento. Afortunadamente, Madrid is not Spain. Esperemos.

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