RAS dos años duros en los que la pandemia ha impedido una celebración normalizada, Euskadi conmemora hoy de nuevo en las calles el Aberri Eguna entre la esperanza por el reencuentro y la recuperación de esta jornada festiva y reivindicativa y la incertidumbre de una coyuntura absolutamente inestable a nivel global. Es obligado recordar que solo hace dos años la ciudadanía tuvo que celebrar el Aberri Eguna en los balcones, en pleno confinamiento y bajo el lógico miedo al virus, y que el año pasado tampoco se pudo hacer de manera presencial debido a las restricciones existentes. Hoy, sin embargo, y gracias a un gran esfuerzo colectivo, la situación es otra pese a que el covid-19 continúa entre nosotros, y los vascos y vascas podemos de nuevo festejar, con más ganas aún, el anhelo de la patria vasca. Este 90 aniversario del primer Aberri Eguna está condicionado por la guerra y la crisis económica que ha provocado. Una agresión ilegal e intolerable, una invasión por la fuerza por parte de un inmenso poder militar, llevada a cabo por un imperialismo expansionista y criminal contra la población, pretende dominar a una nación soberana que libre y democráticamente quiere elegir su presente y su futuro como país en Europa. A lo largo de los 90 años de Aberri Eguna -con los paréntesis, precisamente, de la guerra y la dictadura-, Euskadi ha reivindicado siempre su derecho a existir como nación libre, soberana y democrática en Europa en plena igualdad con el resto de países. Lo vuelve a hacer hoy, en esta complicada coyuntura, alzando su voz, como ha hecho a lo largo de la historia, no solo para sí sino bajo el signo de la solidaridad para con todas las naciones y ahora especialmente con Ucrania y el Sahara y sus respectivos pueblos sometidos a la opresión de sus agresores e incluso, en el caso de los saharauis, al abandono internacional. Durante la pandemia y la crisis derivada de la misma, Euskadi ha demostrado que el autogobierno sirve para salvar vidas y defender, cuidar y rescatar a la ciudadanía. Partiendo de lo ya logrado, es por ello más necesario que nunca -ante el nuevo escenario mundial- dar continuidad en el día a día a la construcción nacional vasca y reivindicar la profundización del autogobierno y del derecho a decidir libre y democráticamente, en solidaridad con Ucrania, el Sahara y otras naciones a las que se les es negado por la fuerza.