USKADI arranca un nuevo curso político marcado aún por la pandemia de covid-19 y su gestión tanto diaria como a corto y medio plazo pero que afronta más desafíos de gran importancia de cara al futuro. La presencia del virus continúa condicionando nuestra vida, con importantes repercusiones sanitarias, sociales y económicas. La evolución, lenta pero positiva, de la pandemia gracias en gran parte a la vacunación masiva ha permitido flexibilizar algunas de las restricciones impuestas, aunque eso no puede llevar a una relajación excesiva, ya que la incidencia sigue siendo muy alta. De ahí que el objetivo prioritario, tal y como afirmó ayer el lehendakari tras el primer Consejo de Gobierno, sea el de reducir la tasa de positividad por debajo de los 60 casos por cada 100.000 habitantes -ayer estaba en 327,18, lo que significa que queda aún mucho camino por delante- para proteger la salud pública y la actividad social. En este sentido, la estrategia, además del mantenimiento de la prevención y la prudencia, implica poner las bases para la transformación social y económica que lleve a Euskadi a pasar de la fase de resistencia frente al virus y sus consecuencias a una etapa con la meta puesta en la recuperación. Los deberes están parcialmente hechos. Los datos avalan la percepción de que la economía vasca avanza con paso firme hacia cifras prepandemia, desde la recaudación fiscal al PIB, pasando por las exportaciones o la consolidación de la mejoría de la industria como punta de lanza. Todo ello tiene su repercusión positiva en el descenso del desempleo, situado en el 10,3%, muy cerca del objetivo de paro marcado por el Gobierno vasco de bajar del 10%. La recepción y gestión de los fondos europeos para la puesta en marcha de los proyectos Euskadi Next va a ser, sin duda, uno de los grandes retos del nuevo curso y de la legislatura, porque de ello depende en gran medida el objetivo de la necesaria transformación tecnológico-digital, energético-medioambiental y sanitario-social. Ello pasa, en primer lugar, por dotar al país de la mayor estabilidad posible, lo que obliga también al máximo rigor y a tejer los máximos consensos . Los próximos Presupuestos vascos serán determinantes para culminar el objetivo, ligado también a la capacidad de autogobierno presente y futura -lo que implica el abordaje de su actualización- para afrontar los inmensos desafíos a que nos enfrentamos.