IVERSOS acontecimientos que han tenido lugar esta semana han trasladado a la sociedad vasca al pasado. Y, lo que es más preocupante, han llevado a la izquierda abertzale (EH Bildu y Sortu) a dar nuevos pasos atrás en sus reacciones y posicionamientos tanto éticos como políticos. Tanto el desmarque de EH Bildu en Donostia negándose al consenso del resto de grupos para condenar los actos vandálicos que tuvieron lugar el fin de semana pasado en la capital guipuzcoana como el apoyo de la coalición, y especialmente de Sortu, partido mayoritario y que marca el paso de la formación, a los ongietorris públicos como el que se produjo el lunes en Santutxu son actitudes incomprensibles para la mayoría de la sociedad vasca, que ve estos hechos indignantes, impropios y que añaden sufrimiento a las víctimas y enturbian la convivencia. No es de recibo que una formación política que aspira a gobernar se autoexcluya de los consensos más básicos respecto a la violencia, el daño injusto causado, el reconocimiento y la reparación de las víctimas y el deber de no aumentar su dolor mediante expresiones públicas de apoyo y homenaje a los victimarios. Tampoco puede ser asumible la negativa sistemática a condenar determinados actos violentos y vandálicos, pese a que ello pueda suponer o ser entendido como una rectificación de las lamentables actitudes que históricamente ha mantenido la izquierda abertzale respecto a ETA y la kale borroka. Pero más allá de los posicionamientos, la dureza en el tono y el lenguaje subyacentes en las reacciones de estos días resultan aún de mayor gravedad. Apelar a un supuesto -y obviamente inexistente- “derecho a mostrar alegría” públicamente por la excarcelación de un condenado por cuatro asesinatos, achacar un intento de “criminalización” de quienes homenajean a los presos y acusar a quienes critican los ongietorris de “reforzar la agenda de los enemigos de la paz” y “alejar la convivencia” es no solo un intento de desviar la atención utilizando la falsedad sino un abominable e inmoral “relato”, en el sentido más peyorativo del término. Es obvio que EH Bildu ha dado pasos -algunos, importantes- hacia la consolidación de la convivencia. Pero cuando, como ahora, se trata de revisar críticamente su pasado, es incapaz de abordarlo, con lo que a cada paso adelante que da, le siguen otros dos pasos hacia atrás. Una nueva oportunidad perdida.