L goteo de adhesiones incondicionales a la figura de Marcelino deparó ayer un nuevo testimonio. No cabe catalogarlo como uno más, por el meollo de la declaración y por la identidad de su autor. Raúl García, uno de los capitanes, en su afán por dejar bien clarito que es partidario de que el actual técnico continúe aquí el próximo temporada, superó con holgura a los compañeros que le han antecedido. Tras explayarse, admitió que cada cual puede coger o utilizar sus palabras como quiera. No era necesario que lo dijera, dado que se trataba de una rueda de prensa abierta a todo el mundo, pero la primera sensación que uno tuvo al escucharle fue que se estaba extralimitando. Su posicionamiento podrá ser muy respetable, pero también puede ser considerado muy improcedente. Respetable en el sentido de que está legitimado para tener una opinión formada e improcedente porque, además de que hay formas y formas de expresarse, no pareció ser consciente de que se adentraba en un terreno resbaladizo, habida cuenta el contexto que envuelve al Athletic en estos momentos.

Sin cuestionar que realmente se crea lo que dijo, Raúl García acaso no reparó en que, por contenido y tono, sonó exagerado, desmedido, hasta intransigente. Estas son varias perlas extraídas de su encendido discurso: "Todo lo que no sea que Marcelino siguiese..."; "No hay otra opción". Un rato más tarde, vaya por dios, el club corría a colgar un tuit destacando que Raúl García "también ha hablado sobre su entrenador" y reproducía una de sus frases.

Como apuntaba al inicio, llevamos semanas de campaña a favor de Marcelino, tiempo en que unos cuantos futbolistas no han tenido empacho en alinearse y dejar claro que están por la labor de influir en la opinión pública. En realidad, el origen de esta historia es viejo: ya en octubre quería Elizegi renovar a Marcelino e insistió en cada aparición. Los jugadores se incorporaron a la fiesta después. Hoy es el día en que Elizegi no se ha apeado del burro y pretende endosar su míster a la persona que le vaya a suceder en Ibaigane. Le da lo mismo mezclar este tema con el proceso electoral. Es igual con lo de los Estatutos, otra vía para dejar su huella en la entidad.

Y en esta maniobra, que no deja de ser una falta de respeto a los precandidatos , los jugadores se convierten en agentes activos que le hacen el caldo gordo a Elizegi, no a Marcelino, que lógicamente se deja querer y no se ha privado de bendecir cada ampliación contractual habida en la plantilla. No reflexionan sobre cuál es su sitio, cuáles sus deberes, qué son. Están en su derecho a mostrar apoyo al entrenador, pero sabiendo discernir entre lo que es un gesto que fomenta la unidad del grupo y esto de ahora, que es muy distinto y carga con unas connotaciones ajenas al ámbito deportivo.

El jugador tiende a perder la perspectiva, unas veces por defender sus intereses y otras por comodidad se coloca en fuera de juego con facilidad. Mira por dónde, algunos de los defensores de Marcelino son los que se hartaron de proclamar su identificación con Berizzo. Es solo un ejemplo, pero como para hacerles mucho caso. Otro que viene a la memoria es el lamentable episodio del otoño de 2020, cuando trascendió que desde el vestuario alguien había realizado un movimiento para propiciar la captación de Fernando Llorente. Aquello generó una crisis interna. El ridículo afectó a diversos estamentos, salió retratada mucha gente. Es lo que tiene meterse en camisa de once varas.

De todos modos, entenderá Raúl García que su apocalíptico pronunciamiento haya creado honda preocupación en la calle. Según su diagnóstico, el Athletic está condenado, le aguarda un futuro pleno de desgracias si el banquillo es ocupado por cualquier entrenador que habita este planeta que no se llame Marcelino. Ese "no hay otra opción", aún retumba mis oídos. Los precandidatos estarán acojonados.