OMUNICAR en rueda de prensa es algo más que cruzar palabras. Preguntas y respuestas cobran sentido si favorecen la transmisión de información u opinión. Pero si el contenido de los turnos del entrevistado no satisface las dudas o la curiosidad del entrevistador y de la gente, en este caso el socio o seguidor del Athletic, entonces la iniciativa resulta estéril, prescindible y cabría añadir, porque excedió la hora de reloj, muy indigesta.

Aitor Elizegi tuvo a bien atender a los medios en el día de ayer. No queda clara su intención o la de sus asesores en comunicación. Tampoco que estos, en el supuesto de que no solo existan sino que ejerzan, empatizasen con las intervenciones del presidente, en forma y fondo. Sucedió que Elizegi no logró sorprender, estuvo en su línea. El generoso gasto de saliva invertido apenas le cundió si el objetivo era fijar un mensaje institucional y que los receptores supiesen a qué atenerse en cuestiones que son de su interés.

Puede que el ya manido recurso de apelar a la sensiblería calase en un sector del cuerpo social. Hay que conceder que el contexto actual se presta al empleo de un lenguaje empalagoso. Corazón, familia, athleticzale y demás términos pretendidamente inclusivos, tienen un pase cuando no se abusa de los mismos. El problema se agrava cuando al afán por explotar dicha veta se suma una absoluta ausencia de transparencia. Fue significativo que Elizegi tuviera que abordar determinados temas repetidas veces, alguno hasta tres. La pérdida de tiempo no obedeció a que los periodistas hiciesen mal su trabajo; al contrario, las repreguntas se justificaban porque lo que salía de la boca del presidente era hueco, inducía a la confusión o sonaba contradictorio.

Metodología y criterios propuestos por el club para la revisión de las cuotas, capacidad económica para afrontar fichajes, situación contractual de San José y Beñat de cara al mes extra de competición, entre otros, fueron temas vagamente resueltos por Elizegi. La dificultad añadida en la elaboración del presupuesto sin competición europea mereció asimismo bastante espacio. El presidente concedió finalmente que asumir tal realidad era su "obligación" y que su directiva así lo había "aceptado", pero en dos intervenciones previas no tuvo pudor al esgrimir el argumento como reproche directo a quien le precedió en el cargo. Vino a decir en tono lastimero que había heredado un lastre para su gestión.

Pero acaso nada ilustre mejor el funcionamiento de Elizegi que su defensa de la concesión del One Club Woman Award a Pia Wunderlich. No era el plato estrella del menú de ayer, pero el empecinamiento del presidente en negar la evidencia constituye toda una declaración de principios. El error es garrafal porque Wunderlich jugó en dos clubes de la Bundesliga, lo que le descarta para aspirar al galardón. ¿Qué parte del enunciado no se ha entendido en Ibaigane? ¿Es el desconocimiento del idioma lo que ha propiciado la traición al espíritu del premio o es que flojean en matemáticas?

No es tan complejo pasar del Athletic Club al One Club sin perderse. Y lo del one, two e incluso three, lo dominan hasta en las guarderías. Pues Elizegi, erre que erre, nueva ración de palabrería. Que si la "carrera impecable, histórica" de la mujer, que si "el reconocimiento unánime" y el "aplauso de las futbolistas". Y para rematar la faena, ante la insistencia del periodista, le endosó el muerto al "equipo de documentación del club", obviando que es competencia de la directiva otorgar la distinción. Lo remató con un increíble "€ nosotros podíamos tener más dudas, pero€". Maravilloso.