Esta semana hemos celebrado el 30 aniversario de la aprobación de la Convención sobre los Derechos del Niño. Con este motivo Unicef en el País Vasco ha invitado al Presidente del Comité de Derechos del Niño de la ONU, el uruguayo Luis Pedernera, que ha tenido una intensa agenda política en nuestro país (con el Lehendakari, con la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento Vasco, en la Casa de Juntas de Gernika?) además de eventos más generales para el público (conferencia en DeustoForum) y reuniones con organizaciones locales.

A nivel global, Unicef acaba de presentar un documento, titulado “La Convención sobre los Derechos del Niño en una encrucijada”, que analiza los avances habidos en estos años al tiempo que señala los problemas y los grandes retos de futuro pendientes.

Entre los logros podemos destacar que en estos 30 años ha disminuido en un 60% la tasa mundial de mortalidad de menores de cinco años. En el mismo período la proporción de niños en edad escolar primaria que no asiste a la escuela se ha reducido de un 18% a un 8%. Hace 30 años la diferencia entre niños y niñas que accedían a la educación primaria era de 25 puntos porcentuales, hoy son menos de 5 puntos.

Queda mucho por hacer, pero quien entienda la gigantesca complejidad de estos desafíos no puede minusvalorar estos avances que han cambiado la vida de cientos de millones de niños y, especialmente, niñas. Creo que sólo podemos seguir avanzando si sabemos reconocer y valorar lo hecho, si vemos que es posible. La actitud de quien presenta todo como siempre malo y a peor, además de ser contraria a los datos, puede llevarnos al cinismo y a la inacción. Y es que no hay mejor motivación que comprobar que los esfuerzos colectivos sirven para cambiar las cosas.

Por ello la directora ejecutiva de Unicef, Henrietta Fore, ha calificado estos adelantos como “impresionantes”, añadiendo que “cada vez hay más niños que viven más tiempo, mejor y más sanos”. No es poco.

Lo cual no quiere decir que podamos permitirnos ser conformistas y mucho menos triunfalistas. La propia directora de Unicef ha dicho que estos avances no han llegado a las poblaciones más desfavorecidas, más vulnerables, más pobres. Queda por tanto mucho por hacer. Muchos retos pendientes. Aparecen además nuevos problemas. Hay cientos de millones de niños sometidos a la explotación, a la pobreza, a la ignorancia, al hambre o a la enfermedad prevenibles.

Entre los retos para la próxima década destacan la lucha contra la pobreza infantil, los efectos del cambio climático, la vacunación universal (y la erradicación de algunas enfermedades como la polio), la mejora de la calidad de la educación para todos y todas y su progresiva universalización en secundaria y su desarrollo en terciaria y preprimaria; la eliminación de toda forma de agresión o de prácticas dañinas contra los niños y niñas (como la explotación, la trata, el trabajo infantil, la violencia, el matrimonio infantil o el fenómeno de los niños soldados).

Para ello se requieren medios, políticas, estados de derecho, paz, voluntad política y cooperación y solidaridad. La señora Fore lo ha dicho mejor: “sólo con la innovación, las nuevas tecnologías, la voluntad política y el aumento de los recursos ayudaremos a hacer realidad la visión de la Convención sobre los Derechos del Niño para todos los niños del mundo”.