E aquí, ante nuestros ojos, una historia de intriga, un relato que bien pudieran haber escrito Agatha Christie, Arthur Conan Doyle o Edgar Allan Poe, gente con habilidad para darle un giro al argumento, para crear una atmósfera de suspense o para llevar el desenlace hasta la última página. El Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV) ha estimado el recurso contencioso administrativo interpuesto por las asociaciones de hostelería de Bizkaia, Gipuzkoa y Araba en el que solicitaban que se declarase nulo el cierre decretado por el Gobierno vasco en diciembre de 2020 y enero de 2021, argumentando la administración vasca la necesidad de implantar esta medida covid para evitar el aumento de los contagios en Euskadi. Ahora resulta que Luis Ángel Garrido, el juez del bar, como ya empiezan a conocerle en los corrillos de parroquianos, entiende que el Gobierno vasco no justificó con pelos y señales las órdenes restrictivas sobre la hostelería. Este hombre no va a pagar una ronda en lo que le quede de vida.

Ahí estamos ahora, en un tejemaneje de sentencias, apelaciones y recursos, a mitad de la novela, que le tiene a uno en vilo. ¿Se equivocó el Gobierno al calcular los riesgos o lo hace ahora el juez al valorar a partir de cuándo y en dónde hay peligro de expansión de la epidemia? Aprovechando que ayer se celebró el Día Mundial del Reciclaje no vendría mal que todas las partes revisasen sus posturas, las reciclasen.

Bingen Zupiria, portavoz del Gobierno vasco, consideró anacrónica una sentencia que llega "un poco tarde", y la hostelería entiende que la Justicia carga de razón sus argumentos de protesta, por lo que lanza la advertencia de las trincheras. "Si recurren la sentencia, pelearemos". El juez, entre tanto, recuerda que en la demanda no se pide una indemnización y la hostelería asegura que si se obliga a cerrar un local y esa medida es nula o ilegal hay una responsabilidad.

Anacrónicos o irresponsables (por no hacerse cargo de las consecuencias de su dictamen o por atreverse a evaluar los riesgos epidemiológicos desde un tribunal...), todo vale en estas páginas en negro de convivencia ciudadana. El asunto parecía ya página pasada, como les dije, pero ahora ha vuelto a saltar a la palestra. Son tantas las ganas de olvidarse de tanto cuanto pasó a la vuelta de la esquina que la reaparición de esta historia suena extraña. No se trata de posicionarse de un lado o de otro (cuando uno encuentra argumentos sólidos en cada parte deduce que nadie tiene la razón absoluta...) sino de hastío y cansancio. Hubo muchas bajas en el camino, muchos heridos en los campos de batalla contra el covid. Ver cómo ahora se echan culpas unos a otros, perdónenme, no es un espectáculo edificante. ¡Qué pereza! l