gora Erreala

Los comentarios sobre la situación de la pandemia los podemos escuchar en la familia, en el trabajo, en la peluquería o en el bar. Es tema en el que cualquier paisano o paisana expresa su interpretación sabia o necia según cómo le vaya la feria y hasta señala responsables. Uno ya ha escuchado de todo. Pero cuando quien habla está en primera línea de fuego frente al virus, sus explicaciones tienen un valor añadido y a ellas hay que atenerse con infinita más aplicación que a las valoraciones de un cuñado. Viene esto a cuento de los razonamientos expresados por el jefe de la UCI del Hospital Donostia, el doctor Félix Zubia.

Si se toman en serio las explicaciones del doctor Zubia, y así deben aceptarse, la situación sanitaria de Euskadi en esta sexta ola es estremecedora.

Llegamos al extenso puente del pasado fin de semana ya muy deteriorados, con una galopante expansión de los contagios sin que la obligatoriedad de presentar el certificado de vacunación la haya frenado en absoluto. "Necesitamos medidas y las necesitamos para todos, porque la situación se está haciendo muy dura", dice el doctor Zubia desde la angustia que se vive en los hospitales. Y advierte que al ritmo que lleva la transmisión del virus pronto vamos a ver los hospitales llenos y los colegios cerrados. Comprueba con alarma que la base de la pirámide sanitaria, la Atención Primaria, "no podrá hacer seguimiento y la actividad quirúrgica ordinaria habrá que pararla y la gente morirá".

A las autoridades no les gusta, no les viene bien, adoptar medidas impopulares, pero hace falta tomarlas y de manera general para no vacunados y para vacunados hasta con la tercera dosis. Advierte de que es un riesgo cierto y grave pensar que el estar vacunado libra del peligro de contagio "en el espectáculo, en el bar o restaurante o lo que sea". Estremece recordar el estadio Anoeta repleto de espectadores apretujados y sin mascarilla. Estremece constatar que estamos tropezando en la misma piedra por sexta vez. Estremece reconocer que "sigue la fiesta en la calle, los bares abiertos y los quirófanos cerrados, los ancianos muriéndose y nosotros de juerga", denuncia Félix Zubia.

Reclama el doctor Zubia de las autoridades políticas "que tomen medidas universales y más duras" como se han tomado en ocasiones anteriores y se resuelvan con urgencia las trabas legales si las hubiera. Y a la población en general les insta a que recuperen las medidas individuales y colectivas con las que se afrontaron las anteriores olas: "Cuidemos por favor la ventilación, no nos acerquemos a aglomeraciones y dejemos por el momento tantas cenas, cenas de trabajo, de cuadrilla, etc.". Me temo que ni las autoridades ni la mayoría del personal van a hacerle ni puñetero caso.

La realidad sanitaria del País Vasco, incluida Nafarroa, nos hace reconocer que somos una sociedad incapaz de renunciar a nuestros hábitos lúdicos aun a costa de padecer un riesgo cierto de grave enfermedad. No quedamos nada bien en nuestro autorretrato de festejo y desparrame, porque creemos que nuestros encuentros de cuadrilla, nuestras celebraciones de sagardotegi, nuestro poteo, nuestras cañas, nuestro bailongo en discoteca, nuestra sacrosanta cuadrilla o nuestra reunión familiar sin ninguna precaución, bien valen un contagio del covid-19. Caiga quien caiga.