el personal, aunque hecho al palo, ha conocido con sobresalto la sentencia de los ERE y los detalles casposos de sus protagonistas, esos nuevos bandoleros de Sierra Morena que arramblaron con el dinero público para apuntalar el clientelismo y asegurar el voto cautivo. Y eso en el mejor de los casos, porque hubo también quienes lo derrocharon en putas y en gintónics. Licenciados en la escuela de Juan Guerra, el hermanísimo que inauguró la asignatura de la corrupción en el socialismo andaluz, mangonearon los dineros de todos para beneficio de los suyos hasta que les pillaron y han dejado, una vez más, tambaleando la democracia.

La cosa es que el desfile de altos cargos socialistas por el juzgado para enterarse de la sentencia y las condenas propiamente dichas le han estallado al candidato Pedro Sánchez en plena línea de flotación, precisamente cuando menos le convenía el descrédito. Así que hemos asistido a fustigamiento más implacable contra el candidato del PSOE en platós, micrófonos y cámaras, aullados precisamente desde las tripas de representantes del partido que más ha chapoteado en la corrupción.

Estábamos en el “y tú más”, medio groggy Pedro Sánchez y crecido Pablo Casado al acoso implacable del intento de gobierno progresista; asistíamos a la impostura de una derecha venida arriba haciendo que se tapa las narices por el hedor ajeno cuando ella misma apesta de su propia fetidez, y entonces vino el Banco de España con la contraprogramación. A la euforia del PP y su ajuste de cuentas con la etapa corrupta del PSOE andaluz, se confronta el garrotazo que sacudió el gobierno del PP a todos y cada uno de los ciudadanos del Estado a cuenta del rescate bancario.

Según las cuentas del PP, el latrocinio de los EREs sumó 854.838.243 euros de dinero público malversados por la Junta de Andalucía presidida por el PSOE por supuestas ayudas a empresas afines. Según el Banco de España, fue de 65.725 millones de euros el coste de las ayudas al sector financiero. El rescate a la banca, por tanto, superó en más de 64.000 millones de euros a la chapuza fullera de los dirigentes socialistas andaluces.

Y nosotros con estos pelos.

Pero estos números no son más que recordar las cifras, medio camufladas en aquella vorágine de la crisis, la amenaza de rescate, la prima de riesgo y los estragos sociales y laborales de la depresión. Mandaba en ese momento el PP, y tomó la decisión de tapar el inmenso agujero del sistema bancario español por el procedimiento de la aportación por todos los ciudadanos a escote del pastizal descarriado por los bancos.

Eran los tiempos de la mayoría absoluta del PP al mando de Mariano Rajoy y su mano derecha en asuntos de economía, Luis de Guindos, otra lumbrera. “El rescate del sistema bancario no va a costar ni un euro al contribuyente”, decía Rajoy. “Se trata de un crédito a la banca que va a pagar la propia banca”, decía el ministro. Estábamos en junio de 2012. Ya en mayo, De Guindos quiso “especificar muy claramente que no habrá un coste para los contribuyentes españoles porque es una disponibilidad de recursos que tiene que ser reembolsable”. Un trabalenguas como aquel del pago simulado y en diferido de la Cospedal explicando la propina a Bárcenas.

Pues bien, de lo dicho nada. El Banco de España acaba de anunciar que de esos 65.000 millones y pico casi 51.000 no se recuperarán jamás. Los bancos han ido devolviendo a cuentagotas un pico de la deuda, pero el Banco de España ya ha establecido que 3 de cada 4 euros serán irrecuperables. O sea, que toca a 1.085 euros lo aportado por cada ciudadano censado en el Estado, incluidos niños, jubilados o inmigrantes con papeles. Para que luego nos vengan los dos partidos de la alternancia sacando pecho con el “y tú más”.

Ante tanta desvergüenza de políticos corruptos, y el impudor de un sistema financiero impunemente deudor ante toda la sociedad pero implacable con su moroso, se nos queda la cara de pasmo de los estafados. Devuelvan los corruptos de diestra y siniestra los dineros públicos estafados. Devuelvan también los bancos lo que se les prestó, como devuelven los créditos sus clientes con el sudor de su trabajo o con sus pisos del desahucio. Y que alguien nos diga qué bancos se han quedado con nuestro dinero y cuánto nos debe cada uno. Para reclamar, claro.