Ha impuesto las manos Isabel Díaz Ayuso a una pléyade de notables en Gasteiz y les ha multiplicado los panes y los peces predicando la rebaja de impuestos. Olvidó detallar cuánto de libres son los madrileños en función de sus ingresos. Pero, con un par de datos, nos hacemos una idea.

Negó Ayuso que su comunidad haga dumping fiscal, aunque sea la que más ha reducido los tramos autonómicos del IRPF. También olvidó concretar que sus tramos -cinco- son los menos progresivos en función de los ingresos, de modo que su gobierno ha decidido que les cobra el mismo tipo a las rentas de 54.000 euros que a las de más de 300.000: el 21%. Esto permite que, por ejemplo, un madrileño con un sueldazo aporte entre 5 y 7 puntos menos que un vizcaino con igual retribución. Esas mismas rentas son las que, previsiblemente, estarían gravadas por el impuesto de Patrimonio..., que en Madrid no se cobra; y las más favorecidas por que el de Sucesiones tampoco. Pero Ayuso se queja de que su tipo de Sociedades es del 25% y en Euskadi, del 24%. ¡Cachis!

Ahora bien, con esa menor recaudación, ¿se puede ser libre y feliz en Madrid? Sin duda, aunque depende de lo que usted gane y el grado de necesidad que usted tenga de acudir a los servicios públicos. Y no estamos hablando de ayudas o subvenciones, necesarias pero quizá minoritarias, sino de los servicios públicos básicos.

La Comunidad de Madrid invierte un 35% menos que Euskadi por habitante en su sistema de salud. Está a la cola del Estado en este concepto, por detrás de autonomías con un PIB muy inferior. El mismo baremo de inversión per cápita es un 46% inferior a Euskadi en Educación. De nuevo, a la cola del Estado. De modo que las rentas que no pueden permitirse una sanidad o una educación privadas no ven los panes ni los peces de Ayuso. Pero cañas, las que se paguen. Como allí van con tapa.