EIS horas antes de que Pedro Sánchez anunciara la decisión de suspender la actividad laboral no esencial, el máximo referente de la gestión de esta crisis, Fernando Simón -director del centro de coordinación de alertas y emergencias sanitarias-, afirmaba que las medidas implementadas antes del cerrojazo eran "suficientes para controlar la transmisión" (sic). No obstante, evitar esa transmisión fue el argumento central de la decisión de Sánchez, que actúa como si el examen constante a su gestión fuera el factor central de esta crisis. A falta de explicaciones sobre esas decisiones contradictorias en apenas unas horas, caben las conjeturas. La primera no deja bien a Sánchez: el pico de víctimas y el previsible colapso de muchas UCI de ciudades españolas apunta a la próxima semana. Los contagiados alcanzarán los seis dígitos y las víctimas mortales, los cinco. Las medidas que se activan hoy no van a impedirlo pero a ver quién aguanta el tirón de la crítica cainita de la oposición acusándole de no actuar antes de esa foto. Sánchez, no. Esteril: le seguirán señalando los mismos que mermaron músculo del sistema público sanitario español. Y, en Euskadi, los que llevan semanas haciendo campaña electoral. Si todos sustituyeran sus intereses particulares por un compromiso compartido con el estado de bienestar, tendríamos alguna oportunidad.